Miércoles 19 de junio de 2002
 

El pueblo originario mapuche y el sistema político en Neuquén

 

Por Verónica Huilipan(*)

  Hay una palabra que toma fuerza en la elaboración de sistemas de participación y descentralización de las políticas públicas, que es "empoderamiento". La participación política mapuche es básicamente una forma de empoderamiento. Una manera de lograr la identidad y el reconocimiento jurídico, social y político que le adeuda el Estado al pueblo originario mapuche.
Si bien el término empoderamiento puede tener varios significados, hay uno que es importante: es el control creciente que hoy debe tener el pueblo mapuche sobre sus propio destino. Esto quiere decir: participar en los procesos de toma de decisiones a todos los niveles y consolidar un espacio de acción propio del pueblo mapuche en la sociedad política actual.
El segundo elemento es la identidad. Esto también tiene varias interpretaciones. No voy a referirme a los problemas de identidad que pueda resolver un psicólogo. La interpretación de identidad que me interesa es la que se refiere a la conciencia colectiva de pertenencia a una identidad con características culturales propias.
No es cualquier identidad, no es el que yo me aferre sólo a mis tradiciones, practique tales ceremonias, tenga tal tradición oral que quiera transmitirles a mis hijos, la forma de vestir, de comportarme o el uso de la lengua. Todo eso es parte de la identidad cultural, de una herencia, de un patrimonio cultural que es fundamental conservar.
Pero al hablar de participación política me refiero a la identidad como el sentimiento y la conciencia de pertenecer a un grupo con características distintivas dentro de la sociedad más amplia y que nos permite como mapuche actuar como tal en el espacio político actual. La conquista del espacio político tiene que hacerse no sólo con el empoderamiento, sino con la identidad. La afirmación de la identidad es una forma y quizás la más importante del empoderamiento.
Estos dos elementos conducen al tercero, que es el reconocimiento. Si yo tengo identidad, me reconozco a mí mismo por lo que soy o lo que quiero ser. Pero si lucho por el reconocimiento, es que quiero que los otros me reconozcan por lo que yo quiero ser y no por lo que ellos dicen que yo soy, ni por lo que ellos quieren que yo sea.
El indigenismo del gobierno de Jorge Sobisch practica este tipo de reconocimiento y nos dice: " Pueblo mapuche de Neuquén, ustedes tienen que ser como yo quiero que sean, ustedes tienen que ser lo que yo pienso que son". La muestra más patética de esta concepción autoritaria es el rechazo a la demanda de reconocimiento jurídico que realiza una docena de comunidades mapuches. El Estado provincial desde hace diez años se niega reconocer nuevas comunidades mapuches. En su concepto racista, entendido esto como quien se erige como parte de una cultura superior, el gobernador Sobisch tiene en sus manos el borrador de decreto que afirma: "...el Poder Ejecutivo es el único facultado para otorgar o denegar las personerías jurídicas de las comunidades mapuches".
Una posición autoritaria propia de quien aspira a ser proclamado "Rey de la Patagonia y la Araucanía", pero que en este aspecto se contradice con la Constitución Nacional que reconoce la preexistencia de los pueblos indígenas de la Argentina. Es decir, somos lo que somos aun desde antes de que se creara el Estado.
Entonces, al hablar de participación política y de "empoderamiento" me estoy refiriendo también a que el Estado y la sociedad, el "otro" con el cual dialogo, mi interlocutor, mi contendiente, mi contrincante o mi socio, mi amigo, mi vecino, me tiene que reconocer por lo que yo digo que soy, por lo que mi grupo y mi identidad dicen que yo soy. Y esto que suena fácil cuando se dice así, es muy difícil, porque todos los grupos se relacionan con otros muchas veces, no por lo que el otro es, sino por lo que yo aprendí o creo que el otro es. De ahí nace el racismo, la xenofobia, la intolerancia, la exclusión del "otro" que se manifiesta de diversas formas.
El reconocimiento es todo lo contrario, es el elemento que el pueblo mapuche reivindica para ser aceptado como tal por el resto de la sociedad neuquina y, desde luego, por las instituciones jurídico-políticas. Y que esos espacios propios y esa identidad le sean respetados con base en la legitimidad de las demandas y las reivindicaciones como pueblo con una identidad y un origen milenario propios.
Es en este marco que se plantea la lucha en forma cotidiana por el "empoderamiento", la identidad y el reconocimiento como pueblo originario mapuche en Neuquén.

(*)Werken - portavoz
Confederación Mapuche Neuquina
     
     
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