Jueves 13 de junio de 2002
 

"Matanza": la voz de los que no tuvieron voz

 

Por Mabel Bellucci

  Recientemente, durante el Festival de Cine Independiente se presentó la ópera prima "Matanza" del grupo autogestivo de documentalistas 1º de Mayo, conformado por alrededor de ocho cineastas. Dicho Festival permite a los nuevos realizadores mostrar sus producciones y convertirse en jugadores de un tablero internacional del circuito independiente.
Asimismo, este año ha sido de significativa importancia para los jóvenes cineastas. Con las revueltas plebeyas del 19 y 20 de diciembre no sólo representaron un antes y un después para el accionar político y emergencia de nuevos sujetos políticos, sino también una puesta a ganar la calle, como se señala en la jerga activista. En ese reapropiamiento del espacio público no mediado por las instituciones representativas tradicionales, irrumpen posiciones de impugnación y disconformidades de todo tipo y color, entre ellas colectivos autogestivos de arte espontáneo y de acción directa en manos de jóvenes que entienden la política y lo político como fenómeno cultural.
"Matanza" es previo a estos acontecimientos. Se comenzó a rodar en 1998 y tuvo algunos intervalos frente a la falta de presupuesto y finalmente se terminó a principios del 2001.
Su escenario se centra en La Matanza, el partido más grande que dispone la provincia de Buenos Aires. Básicamente, recoge las luchas de los excluidos en las tomas de tierras, los cortes de la ruta 3, las selecciones discrecionales que aparecen con la entrega de los Planes Trabajar, las formas organizativas que llevan adelante los desocupados y sus mujeres de los barrios más carenciados. Asimismo la interpelación entre tensiones y diálogos que se propone el movimiento piquetero y otros sectores con las instancias estatales, sean funcionarios del municipio como parlamentarios.
Es de remarcar el celoso trabajo y participación plena en el terreno de los hechos que efectuó el grupo documental 1º de Mayo. Sus autores conocen muy bien el paño. Es de presumir que su compromiso cultural a partir de su procedencia política partidaria fue intensa en tiempo y sin respiro. No siempre se topa en el circuito de la cultura alternativa y en el llamado cine de cuño político con productos sostenidos mediante la autofinanciación.
Es un documento testimonial, denunciativo, género que dispone de una fuerte presencia y empuje en las tradiciones socialistas y de corte de izquierda nacional en América Latina y en nichos diversos europeos. Por lo tanto, "Matanza" no intenta provocar rupturas sino continuidades.
No es intención cuestionar sobre la elección de producir bienes culturales que tienen como objetivo visible la propaganda política. Y esto no escapa a ningún espectador la procedencia política partidaria de este colectivo. Lo único que se acotaría es la sobreabundancia de imágenes relacionando las luchas populares en La Matanza con los signos emblemáticos de la Corriente Clasista y Combativa. Después de la primera escena introductoria, ya se sabe quiénes son. De allí que cabe la pregunta ¿por qué insistir una y otra vez con la misma iconografía? Posiblemente, este hecho puntual se enmarca dentro del modo relacional populista enquistado en la cultura de las izquierdas, al menos en la Argentina.
Por cierto, esta forma de intervención en los conflictos sociales, políticos y culturales devino en una suerte de voces autorizadas por parte de las dirigencias frente a sus bases. Hoy, todo está en discusión, revolucionado por los acontecimientos que intentan disolver los órdenes tradicionales -sea los movimientos de piqueteros, de tomas de tierras y viviendas, las asambleas barriales, las luchas de las minorías sexuales, de los jóvenes no ocupados, de las mujeres en su apropiación del cuerpo y la sexualidad-. Desde una visión movimientística todas las premisas vigentes deberían ser interrogadas, abiertas a la discusión en el marco de un contexto histórico de revueltas plebeyas y resistencias multitudinarias contra el capitalismo globalizado y la democracia liberal y sexista.
Más allá de lo señalado, "Matanza" dispone de una riqueza y, por momentos, de una frescura testimonial de significativa importancia. Por un lado, interpela desde el infierno dantesco que representa la exclusión y la miseria más abyecta de la condición humana. Pero por el otro, esos hombres y mujeres que están allí con sus palabras y con sus acciones develan que el horror no es ilimitado.
Sin embargo, la literalidad y toda la puesta en juego no dejan margen para profundizar en otras direcciones esos mismos testimonios.
"Matanza", aparte de la unicidad protagónica de los desocupados en alzamiento, filtra sutilmente otras realidades que son sumamente sugestivas y que quedan desplazadas, quizá de manera involuntaria. Abarcar un todo es imposible ya que una selección y limitación de la temática encierra también opciones y omisiones. Pero se desperdiciaron oportunidades jugosísimas que están presentes en el documental y quedan flotando en el ambiente. Es el caso cuando se pincela la vida cotidiana de sus protagonistas, las relaciones de pareja, la maternidad, el aborto y métodos anticonceptivos, la autogestión de mujeres para estrategias mínimas de supervivencia, las costumbres heredadas sin espíritu crítico, la sabiduría común organizada a través de la experiencia social. Todos estos planos también emergen de las propias realidades materiales y simbólicas de los pobladores abordados por dicho documental. De igual forma son una palestra de elementos constitutivos del conflicto político con un entrecruzamiento de saberes, experiencias y acciones dentro de un proceso de construcción dinámica que encierran tensiones, ambigüedades y asimilaciones.
     
     
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