Sábado 22 de junio de 2002

 

Juzgan a empresario por corrupción de una niña

 

También está acusada la madre de la menor. Ayer se realizó la primera audiencia en Bariloche.

  SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Ayer a las 10, en medio de excepcionales medidas de restricción a la prensa, comenzó a desarrollarse el juicio oral por el delito de corrupción de una niña de 12 años, hecho que se atribuye al empresario Juan Gilio y a la madre de la menor, una prostituta de 37 años que asegura haber sido amante del acusado durante más de 20 años.
Las instancias de la audiencia fueron filmadas por personal de Criminalística de la policía rionegrina y, en el marco de una medida inédita, la prensa fue obligada a permanecer a no menos de 10 metros de las puertas de la sala de debates. De los 12 testigos citados para la primera jornada sólo se presentaron 6, pero las partes podrán insistir en esos testimonios o incorporar los que prestaron declaración con anterioridad si desisten de citarlos.
La causa que investiga la justicia se originó en la denuncia formulada por una niña de 12 años que denunció que su madre la obligaba a tener relaciones sexuales con hombres, y que las había mantenido en tres oportunidades con el empresario Juan Gilio entre diciembre de 2000 y enero de 2001.
El juez Gregor Joos dictó el auto de procesamiento en contra de los sospechosos y confirmó para ambos la prisión preventiva luego de que el 25 de enero ordenara detenerlos e indagarlos, en base a la denuncia efectuada por la menor presuntamente prostituida, que imputó a su madre y al empresario las conductas mencionadas.
Gilio resultó procesado por promover o facilitar la corrupción de una menor de trece años, delito que la ley sanciona con penas de entre seis y quince años de prisión o reclusión, y la mujer, por su carácter de ascendiente de la víctima, está expuesta a una pena de entre diez y quince años de prisión o reclusión.
La presunta impotencia sexual alegada en su declaración indagatoria por Gilio, quien tiene 76 años, fue refutada de manera conteste por la madre de la víctima y por otras prostitutas. Además, esa pretendida incapacidad sexual fue desechada de plano por el médico forense Didier Le Chevalier de la Sauzaye.
En forma paralela a la causa penal, la coimputada de Juan Gilio inició una causa civil para reclamarle al empresario la paternidad de sus dos hijas de tres y cuatro años, y logró establecer esa filiación. No informaron qué pasó con el reclamo de 100 dólares por alimentos y daño moral que también reclamó.
La sospechosa es una mujer de 37 años que ejercía la prostitución y aseguró que había sido amante del empresario desde que tenía 15 años. En la misma oportunidad, dejó flotando la duda sobre si alguno de sus siete hijos había nacido como producto de su prolongada relación con el millonario, y finalmente se comprobó que así era.
La defensa penal del empresario la ejercen los abogados locales Hernán Gandur y Fernando Valenzuela, y también cuentan con el asesoramiento del profesional cipoleño Oscar Pandolfi. A la mujer B.M., la defienden los abogados Jorge Pshcunder y Leonardo Pacheco y, contra lo esperado, la menor presuntamente corrompida no contará con ningún querellante para reclamar. Es importante saber que las dos niñas objeto del juicio de filiación ya fueron reconocidas por el empresario, llevan su apellido, y son asistidas materialmente por el mismo en el marco de un amplio acuerdo logrado entre las partes.

Foto: Julio Gilio (al centro) está acusado de haber mantenido relaciones sexuales con la pequeña, y con el consentimiento de la madre.

   
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