Viernes 7 de junio de 2002

 

Pidieron reclusión perpetua para el violador Sallago

 

El fiscal lo acusó del asesinato de Jenifer.

  AZUL- Mario Oscar Sallago podría pasar el resto de su vida en la cárcel. Ayer, el fiscal Miguel Angel Traina pidió que lo condenen a reclusión perpetua por la violación y asesinato de Jenifer Falcón, la hija de 7 años de un policía de Olavarría. Consideró que los testigos y las evidencias reunidas durante la investigación demuestran que fue culpable de ese crimen, ocurrido en febrero de 2001.
En cambio el defensor oficial Juan Sebastián Galarreta cuestionó algunos procedimientos y pericias, por lo que pidió que declaren inocente y dejen en libertad a Sallago, de 54 años.
Con los alegatos del fiscal y el defensor, terminó el juicio oral y público contra el hombre acusado de asesinar a Jenifer y sospechado de matar, en Neuquén, a Graciela Mendoza, la hija de los lavacoches de la terminal de colectivos que fue hallada muerta en el verano de 2000.
La sentencia se conocerá la semana próxima. Si llegara a ser a reclusión perpetua como pidió el fiscal, Sallago no saldrá nunca más de la cárcel. El hombre ya tiene otra condena en contra, a 21 años y medio de prisión, por el asesinato de una mujer y la violación de su hija.
Durante su exposición, el fiscal Traina repasó los testimonios que más comprometen a Sallago, como por ejemplo los de tres niños que en los días previos al crimen de Jenifer tuvieron contacto con el violador.
Uno de los menores, como se informó ayer, reveló que "un hombre canoso" que responde a la descripción del sospechoso le ofreció cinco pesos a cambio de que le entregue a su hermanita de 8 años.
Otros testigos vieron a Sallago en distintos momentos del 20 de febrero de 2001, cuando se produjo el crimen de la hija del policía, en el terreno baldío en el cual fue hallado el cadáver. Incluso una mujer dijo que lo había visto empuñando un palo de escoba y hacer movimientos "como los de alguien que corta el pasto".
También señaló que había escuchado "golpes secos", mientras que otra de las menores que declararon indicó que había escuchado el llanto de una niña procedente del baldío en cuestión.
Estos testimonios encajan con la declaración del forense que realizó la autopsia, quien dijo que Jenifer murió por un fuerte golpe en la cabeza que le fracturó el cráneo. Ese golpe letal pudo ser provocado con un palo.
El cuerpo de la víctima apareció en un baldío ubicado a dos cuadras de la casa donde vivía. La última vez que se la vio con vida fue cuando su madre la mandó a comprar un kilo de azúcar a un almacén cercano.
Se cree que Sallago, quien merodeaba por el lugar, la interceptó cuando regresaba a su casa.
Probablemente mediante engaños la llevó al baldío, donde la sometió y luego golpeó hasta matarla.
Para el fiscal, cometió los delitos de "abuso sexual con acceso carnal reiterado en concurso real con homicidio doblemente calificado por alevosía y por haber sido cometido para ocultar otro delito".
El modo de operar del violador, idéntico al de quien mató a Graciela Mendoza en Neuquén, hizo pensar que Sallago fue autor de ambos crímenes.
Graciela desapareció de la terminal de colectivos en febrero de 2000. Su cadáver apareció un mes después en un terreno baldío, a 150 metros de la comisaría Segunda. La autopsia determinó que había sido violada y estrangulada.
Su asesinato aún está impune.

Protegido con un chaleco antibalas

AZUL- Con la vista perdida, por momentos ausente, Mario Oscar Sallago asistió a las cuatro jornadas del juicio oral en su contra como si no fuera asunto suyo lo que se decía en la sala. Su rostro permaneció impasible mientras desfilaban los testigos que lo comprometían más y más. Todo el tiempo tuvo, bajo su ropa, un chaleco antibalas.
Un testigo declaró en el juicio que cuando fue apresado, Sallago se sorprendió: "por qué me detienen a mí", habría preguntado. En ese momento, Jenifer aún estaba desaparecida pero ya se temía lo peor.
En cambio un policía relató ante los jueces que Sallago tuvo una especie de confesión: "me mandé una macana con una nena", le habría dicho. También reveló que le indicó el lugar en el que estaba el cadáver.
Este testimonio no parece demasiado creíble. Sallago jamás confesó ninguno de los muchos abusos sexuales que se le atribuyen, ni siquiera el asesinato de una mujer y la violación de su hija en Chubut, delitos por los cuales lo condenaron a 21 años y medio de prisión.
También resulta extraño que haya indicado el lugar donde fue hallado el cuerpo, teniendo en cuenta que sólo un prolijo rastrillaje permitió encontrar los restos de Jenifer.
Y en el caso que hubiera confesado, esa declaración no tiene valor judicial porque fue hecha ante la policía y no ante el juez de la causa.
Con confesión o sin ella, las pruebas contra Sallago le parecieron suficientes al fiscal como para pedir que lo envíen a prisión de por vida.
El defensor, en cambio, intentó introducir la duda, resaltó aspectos del proceso que consideró irregulares, y argumentó que correspondía dejar en libertad al imputado.
La sentencia, que se conocerá en una semana, marcará acaso el último capítulo en este drama.

Foto: Sallago permaneció callado durante el juicio y por momentos parecía ajeno a todo. Estuvo protegido por un chaleco antibalas, aunque no hubo incidentes.

   
    ® Copyright Río Negro Online - All rights reserved    
     
Tapa || Economía | Políticas | Regionales | Sociedad | Deportes | Cultura || Todos los títulos | Breves ||
Ediciones anteriores | Editorial | Artículos | Cartas de lectores || El tiempo | Clasificados | Turismo | Mapa del sitio
Escríbanos || Patagonia Jurásica | Cocina | Guía del ocio | Informática | El Económico | Educación