Sábado 15 de junio de 2002

 

"Tesoro, nos vamos al sur"

 

Juan Domingo Perón tuvo planes de venir a vivir a la Patagonia. Y los pergeñó en un momento y situación muy particulares de su intensa vida: su detención en la isla Martín García, octubre del "45. Tres días antes del tumultuoso 17, le escribía a Eva Duarte confesándole un amor intenso, prometiéndole casamiento lejos de todo proyecto político.

 
Juan Perón arreando, bañando, curando y esquilando ovejas en la Patagonia?
¿Juan Perón preocupado por las oscilaciones del precio internacional de la lana?
¿Juan Perón esforzándose para lograr un rinde superior a los cuatro kilos de lana por animal?
¿Juan Perón revisando la dentadura de merinos australianos para determinar uno a uno edad y salud?
¿Juan Perón negándose la posibilidad de seguir incrustándole al país la polarizante mutación que le venía fogoneando para arrancarlo de una historia y situarlo en otra?
¿Juan Perón renunciando a esa vocación de poder que lo definió a lo largo de toda su vida con trazo grueso?
¿Un 17 de octubre del "45 como un día más para la Argentina?
¿Argentina sin peronismo?
Sí, nada de ficción. Todo esto fue una alternativa muy concreta.
Sí, Juan Perón tuvo planes para que su vida pública terminara en los días de detención en Martín García, en aquel dialéctico octubre que puso en la vida del país una bisagra que aún cruje.
Planes que confesó a su novia Eva Duarte.
Fue tres días antes de ese miércoles 17 en que miles de seres reclamaron un espacio y reconocimiento para siempre en la República restringida y excluyente que los cobijaba.
Horas en que luego de resistir una llovizna corta y suave que deambuló por el Gran Buenos Aires, esos seres llegaron a Plaza de Mayo alentados por el "aunque caiga el chaparrón/todos, todos con Perón".
Esas horas de las cuales "La Nación" sólo dijo que hubo grupos de personas que "en esta ciudad han acampado durante el día en la plaza principal, en la cual, a la noche, improvisaban antorchas sin ningún objeto, por el mero placer que les causaba ese procedimiento".
Un 17 sobre el cual el Partido Comunista sintetizó su opinión mediante un dibujo en el que Juan Perón aparece hablando ante prostitutas, borrachos y matones.
Y por un debajo, un epígrafe: "El coronel mostró su elenco".
Un 17 de octubre al que Juan Perón llegaba como un día más.
Lejos de imaginar la tempestad que se pondría en marcha teniéndolo a él en el ojo de las fuerzas en pugna.
Porque tiene razón el investigador del Instituto Di Tella Juan Carlos Torre cuando afirma que Juan Perón "fue más bien un beneficiario que un promotor de la movilización popular que lo rescataría de la derrota política".
Recuerda Torre incluso que el 9, cuando ya los mandos militares le habían anunciado que sería detenido, Juan Perón se entrevista con una delegación de dirigentes gremiales. La impresión que les deja es la de "alguien psicológicamente quebrado por el revés que acaba de experimentar": Campo de Mayo y la Marina no lo quieren más en el poder.
Martín García sería su destino.
Y ahí, reflexionando en la misma casa-calabozo que alojó a Hipólito Yrigoyen tras el golpe del 6 de setiembre del "30, Juan Perón sacó una conclusión: su vida política estaba terminada.
Y fue ahí, en esa isla oculta por la niebla en invierno y cubierta de mosquitos en verano, que Juan Perón comenzó a dibujar un destino patagónico para su vida.
Un destino con campos y ovejas en la provincia del Chubut, heredadas de su abuelo.
Cerca de Comodoro Rivadavia.
Sólo un rastro imperceptible de ese proyecto quedó por muchos años en la historia de aquel tiempo.
Pero un día del "67, mientras trabajaba su libro "El 45", Félix Luna descubrió una carta reveladora del desencanto que Juan Perón tenía con el curso de los acontecimientos que signaban aquel mediados de octubre.
Carta en la que definía sus planes inmediatos sobre por dónde iría su vida.
Estaba fechada el 1 de aquel mes.
Lugar: Martín García.
Destino: Eva Duarte, quien sigue en Buenos Aires.
Cartero: "un muchacho", dice Juan Perón a su novia.
"Mi tesoro adorado", le dice Juan Perón a Eva.
Luego, una confesión de las emociones que lo embargan a ese coronel cuya política partirá al país en dos franjas por años irreconciliables.
"Sólo cuando nos alejamos de las personas queridas podemos medir el cariño. Desde el día que te dejé allí con el dolor más grande que puedas imaginar, no he podido tranquilizar mi triste corazón. Hoy sé cuánto te quiero y que no puedo vivir sin vos. Esta inmensa soledad está llena de tu recuerdo".
Luego le dice a Eva Duarte que está gestionando su pase a retiro.
Y le anuncia que ni bien esté en libertad "nos casamos y nos iremos a cualquier parte a vivir tranquilos".
Luego, Juan Perón se queja de varios camaradas de armas y le encarga a Eva Duarte que hable con su amigo el coronel Domingo Mercante para que hable con Edelmiro Farrell, presidente de la Nación, "para ver si me dejan tranquilo y nos vamos al Chubut los dos".
Como se ve, aquí ya Juan Perón no habla de ir con Eva Duarte a "cualquier parte a vivir tranquilos", sino de ir a Chubut, donde aún tiene familia.
"Debes estar tranquila y cuidar tu salud mientras yo esté lejos para cuando vuelva. Yo estaría tranquilo si supiese que vos no estás en ningún peligro y te encuentras bien", acota Juan Perón.
Le promete además a Eva Duarte liquidar "esta situación de desamparo que tú tienes ahora".
"Viejita de mi alma, tengo tus retratos en mi pieza y los miro todo el día con lágrimas en los ojos. Que no te vaya a pasar nada porque entonces habrá terminado mi vida. Cuidate mucho y no te preocupes por mí, pero quereme mucho que hoy lo necesito más que nunca. Tesoro mío, tené calma y aprendé a esperar. Esto terminará y la vida será nuestra. Con lo que yo he hecho estoy justificado ante la historia y sé que el tiempo me dará la razón", escribe Juan Perón, siempre preocupado por la seguridad y salud de su novia.
Y antes de los besos de despedida, remata con una reflexión que convertirá en un lugar común de su discurso en el tiempo que le está por llegar a partir del 17: "El mal de este tiempo y especialmente de este país son los brutos, y tú sabes que es peor un bruto que un malo".
En la noche del domingo 14 de octubre del "45 Juan Perón se fue a dormir quizás pensando en futuro en la Patagonia.
Tres días después, una pirueta de la historia le cambió el rumbo. ¡Y vaya si se lo cambió!
Carlos Torrengo
   
    ® Copyright Río Negro Online - All rights reserved    
     
Tapa || Economía | Políticas | Regionales | Sociedad | Deportes | Cultura || Todos los títulos | Breves ||
Ediciones anteriores | Editorial | Artículos | Cartas de lectores || El tiempo | Clasificados | Turismo | Mapa del sitio
Escríbanos || Patagonia Jurásica | Cocina | Guía del ocio | Informática | El Económico | Educación