Recuperar la palabra

Antonio González Beltrán, director del Festival Internacional de la Oralidad, se mostró satisfecho por esta duodécima edición, ya que nuevamente se cumplió el objetivo general de ensamblar y mostrar distintas disciplinas en las que la palabra, dicha para un público interlocutor, fue la protagonista absoluta.
Elche, y otras ciudades de la comunidad valenciana, han sido conocidas en el mundo de la oralidad, como lugares donde históricamente se desarrollaron muestras y festivales iberoamericanos de narración oral escénica.
Siempre se procuró recuperar de una manera amplia la palabra en el contexto social de la comunicación.
Para el que no sabe de él, es verdaderamente un festival digno de conocer, en el que desde sus comienzos, se mostraron aspectos variados de la oralidad internacional: troveros, regueifeiros, rondaillaires, charlatanes, griots, cuenteros, cantantes, juglares, actores, conferencistas, tertulianos, etc., presentando formas de expresión oral como manifestación externa del cruce de culturas, de la diversidad pluri-racial.
Todo ello, y por una cuestión lógica de realizarse en la Península Ibérica, en un sentido mediterráneo amplio, y observando las repercusiones de esa mezcla de civilizaciones al encontrarse con la base cultural indígena en América Latina y en Africa.
"Por eso no sólo europeo, ni sólo iberoamericano, ni sólo mediterráneo. Por eso internacional, por no decir inter-racial", cuenta Antonio González Beltrán.
Ante la pregunta de por qué cambió desde hace unos años el Festival su concepto de "narración oral escénica" por el de "oralidad", González Beltrán dijo que "se ha venido produciendo una evolución conceptual y, por lo tanto, un cambio cualitativo muy considerable. La inclusión, cada vez más insistente, en nuestros festivales de participantes que pertenecen al mundo del teatro no es nada inocente. Se trata de acercarnos a una oralidad teatral o, lo que es lo mismo, a una forma de teatro que tiene muy en cuenta el elemento épico, narrativo, y la presencia del público que no está oculto tras la mirilla del "voyeur" porque no hay cuarta pared; sin olvidar formas como las de las tradiciones orales, o las que se puedan desprender del conocimiento antropológico, siempre con una carga teatral evidente en todos los casos". (O.S.).