Lunes 1 de abril de 2002
 

Hoy, la participación ciudadana

 

Por Antonio Torrejón

  Hay que comprender, hoy más que nunca, que la democracia no es sólo, emitir un voto, en tiempos electorales, la ley Sáenz Peña incorporó esta conquista y avance en el comienzo del siglo XX, para los ciudadanos argentinos del sexo masculino mayores de l8 años, y a mediados de dicho siglo la conquista se extendió al sexo femenino, completándose así, un avance administrador del Estado, que a través de la alternancia en los cargos y responsabilidades, perfeccionaba las opciones del "homo sapientes", que vivía un ritmo lento, de premio y castigo, comunicación y resultados que cada dos años, en la mayor parte de las instancias, juzgaba en las elecciones el pueblo. Hoy, también en la Argentina, el "homo mediaticus" de esta era satelital, no puede cambiar ritmos o alternancias en lo representativo-político-, ya que generaríamos en el "estadio de la vida ciudadana" una inseguridad, producto del escaso tiempo, no contribuyente a la filosofía fundadora del mejor sistema que el hombre en su historia creó para gobernar, el democrático. En la Argentina, quizá todavía no lo perfeccionamos, por las interrupciones que de alguna manera toleramos y adherimos con nuestra cultura, recordando que con muchos años de gobiernos de facto, se instaló en nuestra cultura el perfil de los que mandan, que es incompatible con la administración democrática eficiente, que requiere profesionalidad para poder liderar genuinamente, supliendo el mandar por el conducir, dentro de esta nueva concepción, en un mundo que por lo competitivo debe formar "gerentes" con perfil y formación de estadistas. Recuerda el Dr. Pedro J. Frías que estadista es el político que percibe los signos de los tiempos, que sabe anticiparse, por lo menos, para que no se destruyan los proyectos conducentes de bien común, que propicia, pero debe aproximar todos los días por la vía de la participación el máximo acompañamiento para perfeccionar el funcionamiento de hoy para que la democracia funcione, si la acompañamos con "participación", que quiere decir si se la acompaña en administraciones adecuadas, a través de los más representativos y capaces de la comunidad (Sector político, sociedad comercial y Sociedad Civil). No confundir los modelos participativos con los de la "década de los años "30", corporativos (políticos más corporaciones). Si los gobernantes aptos ayudan a crear variables participativas y a conducirlas, se gana en credibilidad, sin la cual no se podrá crecer y encontrar el futuro deseado. En la participación ciudadana argentina nos habituamos a que nos convoquen generalmente para integrar comisiones asesoras, sin el compromiso vinculante, lo que termina vaciando la instancia participativa y de elemental credibilidad. A esto hoy se suma el descrédito de cierta clase dirigente que espanta a jóvenes y a los administradores o dirigentes dispuestos a prestar su tiempo en cosas de interés directo, que pertenezcan a sus convicciones o que hacen al interés de su propia comunidad.
Es obvio que tenemos necesidad de una urgente reforma política, un ajuste sustancial en los veinte mil millones de dólares anuales que insumen 16 mil cargos electivos, pero sobre todo gestos concretos que permitan recuperar la confianza interna y superar los "riesgos" por desconfianza. Ante la inoperancia y la inanición, producto no sólo de presupuestos en regresión sino en gran parte por la poca capacidad gerencial de cierta clase de dirigentes que ocupan cargos políticos.
En este mundo cambiante y globalizado se requiere enriquecer la administración democrática, dando mayor cabida al llamado "Tercer Sector", que en la democracia participativa y eficiente es en realidad el primero, porque en las llamadas "entidades intermedias" se resuelven los problemas de la gente, propósito fundamental de la verdadera política de abajo hacia arriba.
La Argentina que tiene su economía y autonomía complicada, "jugada", hoy más que nunca requiere de la solidaridad de los que puedan ayudar a resolver cosas importantes. En el caso de la provincia del Chubut, hoy se avanza desde una administración coparticipada (herramienta tipo patronatos españoles mixtos) de los recursos naturales o culturales (buscando el futuro de sus áreas protegidas naturales, museos, etc.), lo esencial de la oferta turística, ya que si no tenemos herramientas ágiles, que subordinadas al poder político, ayuden en lo viabilizador  (no eliminando las instancias políticas con entes mixtos inviables para la democracia, ya que los privados no pueden ser parte y jueces).
Los gobernantes necesitan encontrar y convocar, el máximo de materia gris para poder ayudar en sus territorios en la creación de riqueza y empleo, en tiempos en que muchas personas luchan por la subsistencia. Esto se agrava en alguna medida por la incapacidad de ciertos funcionarios que no están a la altura de las circunstancias y que en sus "miedos" por subsistir no quieren abrirse al acompañamiento participativo. La integración intersectorial en la política y en lo socio-económico la concebimos recordando a los buenos políticos lo importante que es la influencia de cada persona con su cultura. Todo individuo otorga reconocimiento cada vez que asiste a un espectáculo y aplaude, lee un libro, mira un programa de televisión o participa de un acto cultural. Tal vez haya poca conciencia de este poder que reposa en cada ciudadano, no dándonos cuenta que los ratings no son un buen ejemplo para demostrarlo, ya que pueden surgir de un manipuleo periodístico. Cada individuo tiene poder en una democracia entendida como modo de vida y no como una mera forma de gobierno o de encolumnamiento corporativo. Hoy nadie puede ser espectador pasivo de los hechos que suceden. El mundo no se arregla en un café, ni se construye un nuevo país con diagnósticos caducos, hasta para los más desmemoriados. Los problemas no se resuelven con los brazos caídos o desparramando críticas que enferman el alma, sino con participación y más participación constructiva y responsable. Tomando herramientas que acompañen a los nuevos políticos. Bien lo dijo un visitante del Viejo Mundo hace ya bastante tiempo: "Argentinos, a las cosas", refundando un país acorde a nuestra realidad e idiosincrasia, con técnicas o herramientas que no desvirtúen nuestro sistema democrático.
     
     
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