Lunes 11 de marzo de 2002

 

Estacionar, un drama en Cipolletti

 

Hasta los funcionarios reconocen que el sistema medido funciona mal en el centro

  CIPOLLETTI (AC) - El sistema de estacionamiento medido funciona mal en Cipolletti. Lo reconocen los funcionarios. Las más de 40 mujeres que tienen a su cargo la venta de tarjetas manejan el sistema con criterios muy distintos a los de las normas: tienen malos tratos con los automovilistas, hacen excepciones y hasta tejen con los clientes habituales "arreglos" particulares que terminan perjudicando a los ocasionales.
El sistema se ha desvirtuado tanto que muchos se preguntan para qué sirve controlar el estacionamiento de una ciudad de bajo tránsito como Cipolletti con estos manejos.
Lo que comenzó como un intento por evitar la falta de espacios para estacionar autos en el centro termina siendo un método encubierto de subsidio al desempleo. En la ordenanza de creación del sistema, que es de 1996, se considera que la "concentración de bancos, oficinas públicas y comercios en el área del microcentro hace que los empleados estacionen sus vehículos por el término de la jornada laboral".
"Ello -se lee en la norma- obstaculiza en gran medida la renovación de los espacios para estacionar".
El sistema es sencillo. Cada mujer tiene asignada una cuadra y cobra 50 centavos a cada automovilista a cambio de una tarjeta donde debe marcarse el día, la hora y el plazo de vigencia del permiso para estacionar.
Las mujeres, que son jefas de hogar sin empleo y de escasos recursos, seleccionadas por la cartera de Acción Social, sólo deben encargarse de vender las tarjetas y advertirle a la gente que deben colocarlas en un lugar visible del interior del auto.
Si el plazo está vencido o no hay una tarjeta dentro del auto, los inspectores de tránsito que recorren el centro deben labrar una multa.
Pero basta recorrer las calles del centro de Cipolletti por la mañana para observar que pululan los carteles de "libre estacionamiento" para periodistas -aun cuando no lo son-, y que las tarjetas brillan por su ausencia en muchos autos sin que medie una multa.
Ocurre que las mujeres hacen sus arreglos con comerciantes o empleados: pagan unos cinco pesos por semana y tienen asegurado el espacio para sus autos. Lo llamativo es que los inspectores lo saben y parecen mirar hacia otro lado.
En la intendencia y hasta en la justicia de Faltas saben que todo esto ocurre, pero son conscientes de que se trata de la manera de que gente que precisa el dinero obtenga un ingreso mensual que, aunque exiguo, ayuda a mantener una familia.
La resolución que reglamentó el sistema ordena señalizar las calles con esta modalidad de estacionamiento, pero los carteles, ubicados sólo en el inicio de las cuadras, son apenas visibles para muchos automovilistas.
   
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