Jueves 14 de marzo de 2002
 

La ofensiva anticorrupción de Bush en la región

 

Por Andrés Oppenheimer

  El gobierno de Estados Unidos se apresta a sacar de la manga una nueva arma para luchar contra la corrupción en América Latina: una lista de funcionarios o ex funcionarios corruptos de la región, a los cuales se les negará visas de entrada a Estados Unidos.
Este plan anticorrupción está siendo dirigido por Otto J. Reich, el nuevo jefe del Departamento de Estado para Asuntos Interamericanos, y está en plena marcha. El Departamento de Estado ya ha pedido a las embajadas norteamericanas en la región que elaboren listas de funcionarios corruptos, para que se les revoquen las visas de entrada en territorio estadounidense.
Me enteré de esto durante una entrevista telefónica con Reich la semana pasada, cuando el alto funcionario señaló que el fortalecimiento de las democracias en la región y la lucha contra la corrupción serían las principales prioridades de su gestión. Reich sacó el tema de la corrupción cuando estábamos hablando del colapso de la economía argentina.
"Lo que ha pasado en la Argentina es el resultado de dos cosas: nunca llegaron a implementar una política económica apropiada y, en la medida en que trataron de hacerlo, fueron socavados por un pésimo manejo económico y una enorme corrupción"", indicó Reich.
¿Qué van a hacer para evitar que esto vuelva a ocurrir?, le pregunté.
"El Departamento de Estado, siguiendo instrucciones del presidente George W. Bush está llevando a cabo una campaña para identificar casos documentables de corrupción y de lavado de dinero en altos niveles del poder", dijo Reich. "Vamos a revocar las visas de aquellos de quienes tengamos evidencias de que están involucrados en casos de corrupción o lavado de dinero, de la misma forma que negamos la entrada al país a criminales de guerra o narcotraficantes".
¿De cuánta gente estamos hablando?, inquirí.
"El cielo es el límite... Tenemos más de uno ya identificado y estamos trabajando en varios más"", dijo. "Estoy pidiendo a todas las embajadas que busquen casos... No queremos que esta gente viva o visite Estados Unidos o que compren apartamentos en Miami Beach".
"La gente se dará cuenta de que estamos hablando en serio en materia de la lucha contra la corrupción", añadió. "Y hay un motivo muy egoísta en todo esto: nosotros somos los que terminamos pagando la cuenta cuando esta gente roba el dinero de sus países, porque después tenemos que dar ayuda económica o aceptar a sus ciudadanos como refugiados políticos o inmigrantes".
La ofensiva anticorrupción de Bush comenzó sin mucho ruido el 25 de enero, cuando Byron Jerez, uno de los principales funcionarios del equipo del ex presidente nicaragüense Arnoldo Alemán se enteró en el aeropuerto de Managua -cuando estaba a punto de embarcar en un vuelo a Miami- de que Estados Unidos le había revocado su visa. Según informes de prensa, Jerez está vinculado con varios escándalos de corrupción, aunque no ha sido objeto de cargos por ellos.
¿Es una buena idea el plan anticorrupción de Bush? Creo que sí, aunque no sea más que por la vergüenza social que implicará para sus destinatarios.
Pero para ser realmente efectivo debería también tomar medidas contra la complicidad consciente o inconsciente de grandes corporaciones de Estados Unidos en muchos casos de corrupción en América Latina. En cada caso de corrupción hay una mano que recibe y una mano que da. Y sería un error que Bush sólo apuntara contra una de las dos partes de esta ecuación.
Bush debería tomar medidas para hacer que se cumplan con mayor rigor las leyes que prohíben a las empresas de Estados Unidos pagar sobornos en el extranjero, o aceptar depósitos bancarios de dinero sucio. Las empresas estadounidenses -y ni hablar de las europeas- no siempre salen bien paradas en este rubro.
Por ejemplo, los bancos norteamericanos que aceptaron más de u$s 130 millones en depósitos de Raúl Salinas de Gortari, el hermano del ex presidente mexicano Carlos Salinas, nunca se esforzaron demasiado en averiguar si el origen de los fondos era legítimo, como lo exigen las leyes norteamericanas, según una investigación del Senado. De acuerdo con investigadores mexicanos, el dinero provenía directamente del palacio presidencial.
Algo parecido sucedió más recientemente con u$s 260 millones en depósitos del ex jefe de Inteligencia peruano Vladimiro Montesinos. Varios bancos europeos y norteamericanos recibieron alegremente el dinero, a pesar de las leyes que prohíben la aceptación de depósitos con orígenes no explicables.
Y varias corporaciones norteamericanas, como IBM, han sido mencionadas en tribunales latinoamericanos en casos de corrupción en que se pagaron sobornos a cambio de contratos gubernamentales.
¿No debería Estados Unidos vigilar mejor lo que hacen sus propias empresas para hacer más efectiva la lucha anticorrupción?, le pregunté a Reich.
"Estamos haciendo valer nuestras leyes y las vamos a reforzar aún más", me contestó.
Esperemos que así sea. La idea de revocar las visas de funcionarios corruptos de América Latina es un paso adelante, pero a menos de que Bush haga algo más para evitar que las firmas norteamericanas paguen sobornos o reciban dinero sucio, esta iniciativa va a ser vista en el extranjero como un caso más de hipocresía norteamericana.
     
     
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