Lunes 11 de marzo de 2002
 

A seis meses del 11 de setiembre

 

Por Montserrat Vendrell

  Cuando se cumplen seis meses de los atentados, Nueva York, que vive aún sumergida en una angustia emocional y económica, recordará hoy a sus víctimas en una ceremonia llena de luz y dolor que empezará justo a la misma hora en que el primer avión suicida se estrelló contra las Torres Gemelas.
El gobernador del Estado de Nueva York, George Pataki, y el ex alcalde de la ciudad, Rudolph Giuliani, serán los maestros de la ceremonia conmemorativa en el Battery Park, y luego darán paso a un repique de campana del Departamento de Bomberos que perdió a 343 de sus miembros durante el caos de los atentados.
El actual alcalde, Michael Bloomberg, estará presente, pero ya anunció que cedería el protagonismo a Giuliani y Pataki, aunque será el encargado de leer el mensaje del presidente George W. Bush.
Durante su actuación, dos imponentes haces de luz que simbolizan lo que fueron las Torres Gemelas se elevarán hacia el cielo de la parte baja de Manhattan en este homenaje a las 2.830 víctimas de la catástrofe.
Después de seis meses de los atentados terroristas, la ciudad de Nueva York aún tiene muchos problemas que resolver, en medio de la incertidumbre económica en todo el país y con la posible expansión de la guerra contra el terror planeada por la administración Bush.
Los familiares de las víctimas siguen con su vía crucis para obtener las prometidas indemnizaciones por parte del gobierno y organizaciones caritativas, mientras que los residentes del área cercana al World Trade Center intentan reconstruir su vida con miedo a respirar un aire contaminado por el amianto.
Las autoridades municipales se pelean con las cifras y los presupuestos en medio de una recesión económica, que ha afectado con mucha más dureza a la ciudad de Nueva York, que perdió 250.000 empleos y que vio reducidos sus ingresos por el turismo en 100 millones de dólares.
Los números no cuadran y, en gran medida, se debe a que el ex alcalde Rudolph Giuliani, el "héroe" en los atentados, dejó como herencia un déficit presupuestario municipal que se eleva a la astronómica cifra de 4.800 millones de dólares.
La rapidez en que se produce el despeje del área siniestrada ha alarmado a algunas organizaciones que alegan que los familiares de las víctimas aún no tan tenido tiempo para digerir la tragedia y que es demasiado pronto para hablar de un monumento conmemorativo.
Tanto Pataki como Bloomberg admitieron que el trabajo de limpieza se está realizando a marchas forzadas, pero la reconstrucción se producirá más lentamente, principalmente porque no será fácil ponerse de acuerdo en qué es lo que ocupará el lugar de las Torres Gemelas cuando hay tantos intereses económicos en juego.
Las autoridades, los familiares de las víctimas, los residentes y propietarios de negocios y las inmobiliarias prosiguen su debate sobre distintos proyectos que hay sobre la mesa para sustituir el gran complejo del World Trade Center, que incluirá un monumento conmemorativo permanente. Pero las presiones para avanzar deprisa vienen de parte de los agentes inmobiliarios, como es el caso de Larry Silverstein, que pagó 3.000 millones de dólares para arrendar el World Trade Center por un siglo, y que quiere ver edificado lo antes posible el edificio número 7, que colapsó poco después de las Torres Gemelas.
Las miles de toneladas de chatarra y escombros ya desaparecieron de la visión del transeúnte y de los visitantes de la plataforma inaugurada en diciembre, y en vez de un pasaje del infierno de Dante ahora parece simplemente una área en construcción. Escondidos entre las vallas de cemento, que separa la "zona cero" del resto de la ciudad, los equipos de rescate aún encuentran cadáveres y el trajín de los vehículos de desescombro demuestra que la actividad sigue con intensidad.
Hasta hoy, los equipos forenses municipales han certificado 748 muertes, así como el ayuntamiento ha expedido 1.924 certificados de defunción sin haber encontrado los cadáveres, pero aún quedan 158 víctimas que no han sido identificadas.
El 11 de setiembre cambió a los neoyorquinos y a los estadounidenses en general, para quienes las rigurosas medidas de seguridad en aeropuertos y edificios públicos, así como el recorte de las libertades civiles son, ahora, ley de vida.

(EFE)
     
     
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