Martes 5 de marzo de 2002
 

La necesidad de un instituto frutícola regional

 

Por Mario R. Goldman (*)

  Es conocida la indiferencia que los gobiernos nacionales tienen de los problemas de las provincias patagónicas, especialmente en sus magros planes de desarrollo, temas que vienen de larga data.
La actitud frágil y endeble con la que los gobiernos provinciales gestionan la solución del sector privado, en sus diversos aspectos -industrial, productor y laboral- con los distintos gobiernos nacionales y la dispersión de los legisladores nacionales y provinciales, poco han ayudado a que se adopten medidas fundamentales para superar el estancamiento que está teniendo el sector frutícola, desaprovechando las ventajas comparativas que existían y provocando el crecimiento llamativo de los países competidores y sus crecientes producciones en cantidad, calidad y sanidad, aprovechando nuestro estancamiento.
No podemos ignorar algunos esfuerzos individuales realizados para solucionar estos problemas, así como el convenio para mejorar la competitividad y la generación de empleo en el sector frutícola, pero han quedado como inquietudes en el camino.
La realidad internacional es que Chile, en los 25 últimos años, ha centuplicado (x 100) el volumen de sus exportaciones frutícolas y quintuplicado las argentinas. El Brasil la ha llevado a niveles crecientes y preocupantes, y todos los demás países han incrementado su participación mundial, agravado por el hecho de que los países de economía "esclava" -caso China- monopolizan ya el comercio de jugos y van incrementando su participación en la comercialización exterior, merced a la indiferencia de organizaciones mundiales de comercio exterior, que deberían normalizar esas irregularidades comerciales.
Las provincias de Río Negro y Neuquén, que aún tienen ventajas comparativas, se han estancado en volumen, calidad e índices de sanidad, perdiendo competitividad por el atraso tecnológico del complejo frutícola.
Significará un gran esfuerzo retomar la imagen que tenía la región décadas atrás y para lo cual deberán solucionarse -entre otros- los temas siguientes:
1) Creación de un instituto frutícola regional -a semejanza de otros países- que absorba las estructuras específicas gubernamentales de las dos provinciales, principalmente la Secretaría de Fruticultura de Río Negro y otras dependencias de Neuquén.
2) Integrar ese organismo con mayoría de los sectores privados: sector empresario industrial frutícola, Federación de Productores de Río Negro y Neuquén e Intersindical Frutícola de ambos Estados, participando funcionarios de dichas provincias, más la Universidad Nacional del Comahue, INTA, AIC y Banco Nación Argentina.
3) Iniciar un programa restaurador de la infraestructura y logística existente: caminos rurales, sistema obsoleto de riego, estado de los transportes, eventual conexión con aeropuertos para exportación por vía aérea de variedades primicias, etc.
4) Actualización -previo estudio de mercado- de las variedades frutícolas más óptimas y normalizar la crítica situación sanitaria actual, que pone en peligro nuestra imagen exportadora.
5) Falta de capacitación de los recursos humanos, utilizando estructuras existentes y mecanismos no requeridos al gobierno nacional.
6) Ausencia de políticas frutihortícolas en el corto y mediano plazo, por ejemplo en el Valle Medio, Catriel, Valle Medio e Inferior, etc.
7) Adecuar las tarifas eléctricas y de combustibles a valores internacionales y competitivos, utilizando el marco regulatorio existente.
8) Puesta en marcha de un programa integral de reconversión frutícola, utilizando líneas de crédito del Banco Mundial y BID, a tasas de interés compatibles.
9) Renegociar las deudas bancarias existentes con Banco Nación Argentina, Banco Residual de Río Negro, Banco Provincia del Neuquén y bancos privados, reestructurando las actividades frutícolas con fideicomiso y/o cambio de titularidad a pymes, cooperativas o sectores laborales, normalizando el estado de abandono contaminante de más de 60.000 hectáreas en estado terminal y bajísimo índice de productividad.
10) Estimular la producción de variedades frutícolas en contra estación, en características agroecológicas óptimas: orgánica e integrada, y fiel cumplimiento de las normas internacionales de "trazabilidad".
11) Integración de los productores, especialmente los pequeños, en cooperativas comerciales, tal como se hace en Italia, Alemania y España, para evitar su creciente deterioro.
12) Promoción de un programa integral de exportaciones, basado en crecientes volúmenes y calidad óptima, fomentando la denominación de una marca patagónica.
La experiencia de nuestro país disolviendo organismos de planificación y desarrollo, como por ejemplo el Consejo Nacional de Desarrollo, ha contribuido a su atraso y pérdida de competitividad.
Si bien se está considerando la constitución del instituto de carnes, la liquidación en 1991 de la Junta Nacional de Carnes precipitó la caída de nuestras exportaciones cárneas, cierre de empresas, alto grado de desocupación y pérdida de mercados cuya captación requirió décadas de agresividad comercial.
Idealizar el futuro de las provincias de Río Negro y Neuquén, cuando se agoten los yacimientos de gas y petróleo, cuesta imaginarlo sin que participe la actividad frutícola.
En el caso de Río Negro, ya resulta inviable la subsistencia de casi medio millón de habitantes de su población actual si no se reactiva abruptamente la producción frutícola y, para lo cual, la creación del instituto frutícola regional es el pilar de su desarrollo económico y social.



(*) Ex asesor coordinador del Consejo Nacional de Desarrollo
     
     
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