Miércoles 13 de marzo de 2002

 

El sargento Roumec dijo que lo acusan por envidia

 

Es juzgado desde ayer por amenazas y fraude a la administración pública. Un testigo ratificó que fue "apretado" para que deje de trabajar en una gasolinera.

  VIEDMA (AV).- El sargento Oscar Roumec negó haber amenazado a un empleado de una estación de servicio en Viedma y haber prestado servicios privados al propietario de esa expendedora de combustible.
Al sargento se le imputan los delitos de "coacción agravada" y "fraude a la administración pública" por haber amenazado a un empleado para que renunciara y por cumplir funciones en una empresa privada cuando debía cumplir con su actividad de policía por la cual el Estado le pagaba un sueldo.
Roumec no sumó datos nuevos a los ya aportado durante la instrucción, aunque se explayó en detallar el trabajo desempeñado en su paso por la Brigada de Investigaciones en Viedma.
Por su parte, Jesús Muñoz también se mantuvo en sus dichos y reiteró que Roumec lo amenazó para que dejara el trabajo en la estación de servicios porque de lo contrario lo denunciaría ante la Justicia.
En la audiencia de ayer declararon cuatro testigos que se desempeñaban en la expendedora cuando el imputado mantuvo una charla a solas y en privado con Muñoz en una de las oficinas de la planta alta del comercio.
El Tribunal integrado por María del Carmen Vivas, Eduardo Giménez y Susana Milicich escuchó por más de una hora al sargento Roumec, quien no sólo se refirió al hecho sino a su relación laboral con el exjuez Víctor Ramírez Cabrera que se trasformó luego en amistad.
Habló de envidias, celos profesionales y dijo que cuando los comentarios lo relacionaron como el guardespaldas del juez intentó alejarse de su actividad pero que Ramírez Cabrera lo convenció de permanecer por ser necesario para la función que cumplía en la Justicia.
Recordó que antes de aquella charla privada había cargado nafta en su auto particular -un Vectra que "me costó sudor y sangre"- y que Pedro Pérez le comentó tener inconvenientes con los vales de nafta de la Policía por el aparente canje por dinero que realizaba con ellos uno de sus empleados. Aseguró que esa fue la razón de la entrevista privada con Jesús Muñoz de quien dijo fue amigo, graficando que lo llamaba "hijo Jesús".
Roumec detalló que en esa oportunidad le pidió a Muñoz que le confiara quién era el policía que le canjeaba los vales pero negó haberlo amenazado. Este relato no coincidió con lo señalado por Muñoz en la audiencia de ayer donde el denunciante confirmó las amenazas.
Otro de los testigos, Lelio Arango compañero de trabajo del denunciante, relató que se enteró de las presiones por los dichos de Muñoz quien le comentó el diálogo mantenido con Roumec sin manifestar temor por lo sucedido.
El Tribunal se vio obligado ayer a recordarle a uno de los testigos -Carlos Morón un empleado de la estación de servicio- que es causal de detención el falso testimonio. El hombre que contestaba antes que los jueces terminaran de preguntar, reiteró que conocía a Roumec de "haberlo visto a la pasada".
   
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