Lunes 11 de marzo de 2002

 

Sam Neil, el dinosaurio mayor

 

En la tercera parte de "Parque Jurásico" vuelve el excelente actor.

 
"Parque Jurásico: el mundo perdido", precisamente perdió mucho sin la figura de Sam Neil dando vueltas por allí entre las patas de los dinosaurios. Por motivos extra paleontológicos, se lo extrañó. Neil es un actor capaz de otorgarle una cuota de realidad a ese escenario poblado de colosos que están donde no deberían merced a las habilidades de un grupo de científicos. Sin demostrar las habilidades de un Indiana Jones, Neil, consigue escapar del hambre del Tiranosaurus Rex (¿para cuando el Carolinii que como si fuera poco era más grande?) y la lucidez de los velocirraptores.
Esa morbosa situación de verlo a él y a los críos, que por lo general lo acompañan en sus cruzadas, escapando de las dentelladas es responsable de la adrenalina que volvió exitosas a estas películas. El hombre ha vuelto para nuestra tranquilidad. Con el rostro intacto después de atravesar auténticos infiernos como los filmes basados en las novelas de Stephen King (la brillante "En la boca del miedo", por ejemplo) y la saga de "La profecía", donde efectivamente encarnó al demonio.
Para los fanáticos del rubro terror, Sam Neil es un símbolo. En este tercer capítulo, da gusto verlo intentar comunicarse en términos científicos con el hijo de la profesora que debió haber sido su mujer. Y ese su hijo. Pero no, ahora ella tiene marido, y él continúa en la tarea de sacarse de encima la experiencia de Costa Rica. No lo consigue, obviedad necesaria.
Después de una conferencia, en la que todos los presentes quieren saber algo más de lo ocurrido hace unos años, el antropólogo recibe una oferta irresistible. La idea es sobrevolar el territorio prohibido para que un par de excéntricos apunten en su agenda un logro extremo más. Para suerte de los espectadores todo sale fantásticamente mal. Entonces regresa el espíritu de "Parque Jurásico", ese intríngulis en el que Sam Neil -el auténtico héroe que ha sobrevivido a todas las catástrofes, y a los Brad Pitt y Keanu Reeves y demás protomachos del escenario cinematográfico- se pone la mochila, los críos (otra vez los críos, ¡Dios santo!) y la película al hombro para volverla entretenida. Como debe ser: hay persecuciones, quijadas de siete metros, orines de T-Rex, estampidas (quedarán como una marca registrada por esta saga y las película de vaqueros, el concepto es el mismo) y los imposibles duelos con los velocirraptores que, aseguran, pudieron ser mucho más inteligentes que un simio.
"Si un cataclismo no hubiera acabado con ellos, creanmé, serían ellos los que dominen la faz de la tierra y no nosotros", dice el profesor en su conferencia universitaria. Si, serían ellos.

Claudio Andrade

   
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