Domingo 24 de febrero de 2002 | ||
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Una charla sin sotana con el obispo Melani |
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Marcelo Melani tiene buen humor y no le teme al futuro, aunque sí, a nivel personal, le inquieta no ser capaz de cumplir con las expectativas que los demás y el Señor depositen en él. |
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VIEDMA (AV)- Un hombre de fe pero, sobre todo, de valores inquebrantables. Esa es la sensación con la que uno se despide de una extensa charla con Marcelo Melani, el obispo de Viedma y que desde el sábado seis de abril lo será de Neuquén. Es una persona sencilla que si no fuera por el cuellito blanco de su camisa gris y porque es una figura conocida nadie podría decir que es el obispo cuando por la calle se confunde con la gente. La sotana la viste sólo para los actos solemnes. Es más, ni siquiera tiene la que usan los obispos. Sólo cuenta con la faja púrpura y en las oportunidades en las que no puede obviar usar ese largo traje negro -como en una entrevista con el Papa- uno prestado siempre lo saca del paso. Para su alta estatura no es fácil conseguirlo pero un párroco con el mismo talle es la solución. En Río Negro hay uno que siempre le cede la oscura sotana. Su sencillez esconde un hombre de sólidos valores mamados en Florencia, su tierra de origen, "la ciudad más linda sin temor de ser desmentido", donde todavía es una costumbre familiar ir a misa los domingos. Hace más de 30 años que está en la Patagonia donde cosechó amigos y un paisaje que lo conmueve. Cuando en el `70 se ordenó sacerdote pidió ser designado en un país latinoamericano "porque siempre me costaron las lenguas extrajeras cosa que se comprueba ahora", bromeó al no poder disimular que perduran esos inconvenientes a pesar que los años han familiarizado su marcado italiano con el español. Melani es un hombre con humor que se divierte jugando de vez en cuando al truco con amigos o mirando fútbol por televisión. Es hincha de San Lorenzo, equipo que, admite, no le ha dado muchas alegrías. Pero parece que hasta en esta elección tiene que ver su férrea fe. Hoy su miedo personal "es no ser capaz de cubrir las expectativas y esperanzas de los demás, fallarle al Señor" y respecto de la sociedad "que se vuelva a pensar que la violencia pueda solucionar los problemas". Dijo no temerle al futuro porque "tengo la certeza que el Señor nunca me deja solo" ni tampoco a la muerte aunque "sobre esto tengo como un sentimiento de curiosidad de qué es lo que sucede en ese momento y de esperanza de poder encontrarme con ese Señor que amo, que he tratado de hacer conocer a lo largo de mi vida. Por otra parte entiendo que es el comienzo de una nueva vida plena y total". Comparó el pase de la vida a la muerte con el movimiento de un trapecista que se lanza al vacío sin nada pero con la seguridad que estarán las manos de su compañero que lo agarrará. La incoherencia es lo que más le molesta "entre lo que se dice y lo que se hace y en esto me refiero a todos: sacerdotes, amigos, gente en general y políticos". Melani se levanta temprano. Al desayuno sobrevienen las oraciones y la atención de la actividad diaria. A las 12.30 camina los cientos y tantos metros que separan su oficina de la cocina y almuerza con otros dos sacerdotes que viven en el obispado. En la siesta lee el diario sentado en un sillón donde a veces el cansancio lo vence y dormita un rato. Toma mate y en la tarde dedica un tiempo a la lectura en un rincón de uno de los balcones internos del obispado. "Este es el mejor invento para los solteros", bromea al señalar el microondas en la cocina donde calienta la cena. Le gustan las cosas simples como disfrutar del mar y la montaña. Desea que "ojalá seamos capaces de mirarnos en el espejo" en referencia a que todos tenemos algo malo pero que siempre lo miramos en el otro. En la generalizada falta de credibilidad que hoy atrapa a la sociedad rescató que "hay mucha gente que cree que la Iglesia todavía puede aportar algo pero puede que también ingrese en esa sensación. Todo depende de nosotros mismos". "Es común el sexo, no el amor" Melani no dejó de responder ninguna pregunta. Ni siquiera esa de por qué los sacerdotes no se pueden casar: "La Ley de la Iglesia mantiene una larga tradición y el mismo Papa ha declarado hace años que no se sentía con la autoridad de poder cambiarla. Creo que en este momento la Iglesia católica no está preparada para un cambio de esta naturaleza". Biografía Marcelo Melani nació el 15 de setiembre de 1938 en Florencia, Italia. Su padre Dino tenía una agencia de seguros y su madre Andreína era docente. María Grazia, también docente, y Mario, un ingeniero electrónico, son sus hermanos que junto a sus cuatro sobrinos constituyen su familia. foto: en el Obispado de Viedma, su casa que en pocas semanas dejará para irse a un nuevo hogar en Neuquén. |
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