Jueves 21 de febrero de 2002

 

Ventilan oscuras maniobras en la cartera laboral

 

Un ex juez laboral neuquino y dos abogados están acusados de cometer el delito de negociaciones incompatibles con el ejercicio de funciones públicas y por eso comenzaron a ser juzgados ayer. En su momento, el gremio ATE denunció la existencia de un "estudio jurídico paralelo" en la cartera laboral. Ayer se escucharon testimonios de empleados de Trabajo.

  NEUQUEN (AN).- La trama de manejos donde no se alcanza a divisar claramente la línea que divide la función pública del negocio privado, comenzó a ventilarse ayer en un juicio oral y público en el que un ex juez laboral de esta provincia y dos abogados están acusados de cometer el delito de negociaciones incompatibles con el ejercicio de funciones públicas.
Claudio Acosta, un ex juez amigo del poder que llegó a ocupar la secretaría de Trabajo en el último gobierno de Felipe Sapag, se sentó ayer frente a los jueces de la Cámara Penal en lo Criminal Dos junto a los abogados del foro local Alfredo Fager y Augusto Barona.
Los tres están imputados en una causa que se originó a partir de una denuncia pública de la Asociación Trabajadores del Estado y que de oficio recogió la justicia a través del fiscal Alejandro Cabral.
Es un juicio curioso el que ayer comenzó en esta Cámara que integran José Andrada, Roberto Fernández y Emilio Castro: todos los actores pertenecen a la corporación judicial en carácter de abogados, magistrados, fiscales y defensores. Incluso se observó un hecho inusual, porque uno de los acusados, el ex juez Acosta, tomó una de las dos riendas de su defensa al formular preguntas a los testigos. La otra está en manos de Gustavo Olivera.
Los hechos que se juzgan en este juicio ocurrieron entre fines de 1998 y principios de 1999. En ese entonces Acosta era secretario de Trabajo de la provincia y Fager y Barona fueron contratados para trabajar como asesores letrados en esa dependencia.
Los intereses de los tres imputados estaban unidos, además, en un estudio jurídico que aún funciona en esta ciudad. La conducción de ATE, que en ese momento se encontraba en conflicto por una reivindicación salarial en el sector, denunció la existencia de un supuesto "estudio jurídico paralelo" en la secretaría de Trabajo.
La Cámara escuchó ayer a los primeros cuatro testimonios de una serie de 17 que fueron citados para este juicio que culminará mañana con las exposiciones y el próximo viernes con la lectura de la sentencia.
Durante toda la tarde hablaron Oscar Soto, Lidia del Carmen Romero, Fabio Daniel Heredia y Dionisio Benjamín Tapia, todos empleados de la cartera de Trabajo.
Soto dijo que cuando ingresaron los nuevos asesores jurídicos cambiaron las condiciones de trabajo en su sector -reclamos- y que Barona y Fager "repartían tarjetas" entre la gente que concurría a la secretaría de Trabajo. Incluso ratificó una parte de su declaración testimonial incorporada al expediente donde asegura haber escuchado a hombres y mujeres con problemas laborales que no sólo recibieron la tarjeta de los asesores jurídicos de la secretaría sino que además le manifestaron "vaya a verme a la tarde".
Tapia, empleado a cargo del departamento de Policía de Trabajo, planteó la confusa participación de Fager en la resolución de un conflicto con empleados de una estación de servicio donde no queda claro si el abogado participó, en las distintas etapas del conflicto, por el Estado, a través de la secretaría o en su condición de asesor legal del gremio de los empleados de las gasolineras, a través del estudio jurídico que comparte con Acosta y Barona.
Lo que finalmente ocurrió, según se desprende del testimonio aportado por Tapia a partir de información que le dio el dirigente José Tello, del gremio de los expendedores de combustibles, es que Fager liquidó honorarios por 5.000 pesos por este caso, aunque el propio Tello logró una rebaja luego de visitar a Acosta en su domicilio particular.
La audiencia de este juicio continuará hoy a las 9 con más testigos aportados por el fiscal.

Los bombos molestan a los jueces

NEUQUEN (AN).- El juicio había comenzado a la mañana, pero al mediodía el ruido de una manifestación de estatales en la puerta del edificio donde funciona la Cámara llevó a los jueces a tomar la decisión de suspender la audiencia hasta la tarde.
Todos fueron convocados para las 14 pero, impuntuales, los magistrados reanudaron la sesión minutos antes de las 14.30.
El fiscal Ricardo Mendaña orientó su estrategia en preguntas directas, todas relacionadas a un mismo objetivo: intentar demostrar que Claudio Acosta, Alfredo Fager y Augusto Barona, mientras ocuparon cargos en la función pública mantuvieron sus intereses activos en el estudio jurídico que comparten. Y que además habrían utilizado al Estado para derivar juicios que, como se sabe, se transforman en dinero a través de los honorarios.
Por eso insistió en consultas sobre la distribución de tarjetas dentro de la cartera laboral, en conocer detalles sobre los cambios que se impulsaron en sectores internos de la secretaría y especialmente en el caso de asesoramiento a empleados de una estación de servicio (ver nota central).
Gustavo Olivera, el defensor de los tres acusados, empujó a los testigos a bucear en sus propias contradicciones -"me dijeron", "no me acuerdo el nombre" y otras generalidades por el estilo que se escucharon en varios pasajes de los testimonios.

Envuelto en polémicas

NEUQUEN (AN).- A fines de 1997, el entonces gobernador Felipe Sapag del Movimiento Popular Neuquino, eligió a Claudio Acosta para ocupar la secretaría de Trabajo, una cartera que se había creado para reemplazar a una dirección general.
Acosta abandonaba el cargo de juez laboral y había enfrentado, en 1992, un jurado de enjuiciamiento por su intervención en una causa vinculada a TCI, una empresa constructora vinculada a la familia Sapag. Del juri salió absuelto.
El ex titular de la cartera laboral renunció a ese cargo el 15 de abril de 1999 en medio del escándalo por las denuncias que involucraban a su función con el estudio jurídico que compartía con otros dos abogados (ver nota central).
En el juicio que comenzó ayer se le imputa un delito penal que contempla un castigo de reclusión o prisión de dos a seis años e inhabilitación absoluta para ocupar cargos públicos por un período que puede ir de un mínimo de tres a un máximo de diez años.
Pero la historia de Acosta no concluye allí.
El ex juez laboral reclama el beneficio de una jubilación de privilegio y el Tribunal Superior de Justicia declaró admisible, en diciembre del año último, un planteo que llevó Acosta.

   
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