Lunes 4 de febrero de 2002

MAS INFORMACION:

Las medidas. Pesifican depósitos, préstamos, contratos y liberan el mercado para que flote el dólar

 

Un respiro para la economía de la región

 

El plan anunciado por Remes Lenicov permite llevar tranquilidad a sectores productivos de Río Negro y Neuquén

  Los anuncios dados a conocer ayer por el ministro de Economía de la Nación, Jorge Remes Lenicov, dieron un respiro a la región.
Por un lado, el hecho de pesificar la totalidad de las deudas permite llevar tranquilidad a la fruticultura, el sector productivo más importante del Valle del Río Negro y Neuquén que genera divisas superiores a los 350 millones de dólares al año sólo por exportaciones.
Conforme a los datos suministrados por el Banco Central de la República Argentina, las deudas financieras de toda la actividad frutícola superaban, a noviembre del año pasado, los 200 millones de dólares.
La posibilidad de mantener la paridad 1 a 1 para estos créditos permite a muchas empresas y productores mantenerse dentro del sistema.
Si no se hubiesen pesificado la totalidad de los pasivos del sector, el sistema frutícola habría colapsado.
El otro punto importante anunciado por el ministro, es el hecho de que las pérdidas que tendrá el sistema financiero por la diferencia entre los depósitos, que se pesifican a 1,40, y los créditos, que se mantienen 1 a 1, serán absorbidas en su totalidad por el Estado Nacional.

No hay retenciones para petroleras

Inicialmente se había establecido que parte de esa diferencia iba a recaer sobre las empresas petrolíferas. El gobierno tenía pensado aplicar un sistema de retenciones a las exportaciones hidrocarburífera por un plazo mínimo de cinco años y con ello recaudar cerca de 5.000 millones de dólares durante ese período. Esta cifra iba a ser destinada íntegramente al sistema financiero.
Las pérdidas de los bancos por esta nueva pesificación anunciada anoche, alcanzan -según fuentes del ministerio de Economía- a los 10.000 millones la que será compensada en su totalidad por el gobierno nacional en parte con un bono a largo plazo y el resto a acordar con los bancos afectados.
De esta manera se libera a las empresas de energía de pagar retenciones por lo que se prevé que mantendrán los niveles de inversión que hasta la semana pasada estaban siendo revisados por todas aquellas firmas del sector que tienen intereses en el país y en especial en la cuenca neuquina.

El costado negativo de los anuncios

El lado negativo de los anuncios está dado por la continuidad del corralito. Si bien el gobierno a través de este sistema intenta controlar que no se dispare el tipo de cambio, los efectos en el corto plazo pueden llegar a profundizar la recesión que viene afectando desde más de tres años a la economía argentina.
Trascendió que el equipo del ministro de Economía Jorge Remes Lenicov intenta sostener el dólar entre los 1,60 y 1,90 pesos una vez que se lo deje "flotar" libremente.
Consideran que si liberan los fondos que hoy están dentro del corralito muchos de esos pesos irán a posicionarse en dólares y esto, inevitable, haría subir la moneda norteamericana por encima de los niveles proyectados dentro del presupuesto que ingresará al Congreso esta semana.
Pero una medida como esta afectará al mercado interno ya que se mantendrá la iliquidez en el mismo y la reactivación podría postergarse más de lo previsto. Para muchos economistas mantener el corralito es un error estratégico del gobierno ya que sólo con el incentivo que se le ha dado a las exportaciones la economía difícilmente pueda crecer como se espera a partir del segundo semestre del año.
El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, por su parte, afirmó que el plan incentiva la producción, fortalece las economías regionales y que el gobierno mantiene una proyección macroeconómica que contempla un crecimiento del 4 % del PBI para el último trimestre del año, lo que dejaría atrás la larga recesión económica argentina. (AR)

Consecuencias del nuevo paquete: ganadores y perdedores

Las medidas que exhibió el ministro Remes muestra una dirección orientada a solucionar, a cualquier costo, la crisis financiera y dejar para más adelante los gravísimos problemas estructurales de la Argentina.
La vida del plan dependerá del oxígeno financiero que le pueda inyectar el FMI a una economía asfixiada.
El gran interrogante está planteado por la vía del tipo de cambio de flotación que en lo inmediato y cuando se reanuden las operaciones cambiarias será el nuevo termómetro por el cual se expresará la confianza de los agentes económicos.
La flotación implica una nueva pérdida de poder adquisitivo para los magros salarios y jubilaciones y la prolongación del ciclo recesivo. La liberación del corralito para salarios sólo servirá para mitigar los efectos devastadores de esta nueva devaluación del poder de compra de los trabajadores. Dicho de otra forma, en un mes, los salarios en la Argentina se licuaron a la mitad.
La elección de la flotación no sólo pone de manifiesto que la devaluación de comienzos de mes no tuvo sentido y no respondió a ningún criterio econométrico sino también implica que resultó un detonador que agravó la crisis y la tensión social. Igualmente, habrá distintos mercados cambiarios en los inicios. Uno vinculado al comercio exterior y otro para el resto de las operaciones, bajo el control del BCRA. Y también un mercado informal.
Otro interrogante consiste en determinar si el FMI, el BM y el BID le darán financiamiento al gobierno para usarlo como stock de intervención en el mercado cambiario para evitar una escalada del dólar. La opción de la pesificación de la economía implica no sólo una medida de corte coyuntural sino que conlleva una profunda decisión de política de Estado. En una era de globalización monetaria -en rigor la única globalización-, la pesificación implica la salida de la Argentina de la zona del dólar. De allí que haya llamado la atención que insistiera en que el país iba a volver al mercado de crédito en las mismas condiciones que cualquier otro país. Estaba claro de antemano que cualquier medida que se implementara iba a tener un costo. El problema estaba en la determinación de quién iba a pagar el costo.
El ministro apeló a ejemplos a los cuales quiere emular como el caso de España y Alemania pero dejó, deliberadamente, para más adelante las soluciones a las crisis que concretaron esos países, en especial aquellas de tenor presupuestario y de sesgo estructural.
Por caso, el ministro sólo mostró pinceladas del presupuesto que llevará el martes al Congreso y omitió todo tipo de reformas estructurales que son las causas que generaron el déficit fiscal, la falta de confianza y la traumática salida de los ahorros del sector financiero.
En el ejercicio anterior, como dijo el ministro, se registró un déficit de 10.000 millones de pesos, que incluyeron casi 12.000 millones de pesos de pago de intereses de la deuda. Este año estimó un desequilibrio estimado en unos 3.500 millones de pesos, un 2,5 % del PBI, sin computar el pago de la deuda pública que como se sabe se decidió no pagar. La única referencia fueron subsidios, planes asistenciales y ni una sola reforma.
También el ministro mencionó que el déficit presupuestario será financiado con una emisión monetaria controlada, pero obvió toda proyección inflacionaria que será decisiva a la hora de las indexaciones.
Un capítulo aparte merecen los efectos de la pesificación a distintos valores de los préstamos y los depósitos. El ministro especificó que esa diferencia debería ser cubierta mediante el producto de la pesificación voluntaria de los contratos surgidos por el canje de la deuda.
El costo de la pesificación de los depósitos implicará una indexación por inflación minorista, más una tasa de interés que irá en línea con esa inflación en un sistema que se irá retroalimentando, generando una tensión financiera y cambiaria. Ambos fenómenos también tendrán una consecuencia muy seria sobre el sistema financiero, bancos y ahorristas, a pesar que el ministro machacó en que no hay licuación de activos. Con esta pesificación se licúan todos los activos.
La pesificación de los depósitos implica una licuación del activo de los ahorristas por la diferencia entre 1,40 peso y el valor que tendrá el dólar a partir de la semana próxima. La pesificación de los préstamos implica una licuación del activo de los bancos por la diferencia entre 1 peso y el valor que tendrá el dólar a futuro y que depende del flujo de la cuenta corriente y de fuertes estacionalidades. En ambos casos, la indexación va a la zaga del precio del dólar y no la alcanzaría nunca.
Remes insistió en que los que no quieran pesificar tendrán la opción de un bono dolarizado del gobierno que podría ser similar al BONEX.Pero hay más, la diferencia que se cubre a partir de los contratos en dólares, pesificados voluntariamente por el canje de la deuda, implica una licuación de activos para los bancos y ahorristas -titulares de los derechos de esos contratos.
Varios interrogantes muy delicados se plantean a esta altura. ¿Cuál será la pérdida que sufrirán los bancos por la licuación de los activos, léase préstamos y contratos de canje? ¿Cuál será el patrimonio neto de muchas entidades luego de la pesificación? ¿Cuántas entidades deberán cerrar ? ¿Cuánto perdieron los ahorristas de plazo fijo y tenedores de bonos? ¿Cuál será la pérdida neta del valor intangible confianza del sistema? ¿Cuánto tiempo pasará para volver a recrear una cultura del ahorro en Argentina? ¿Quién va a ahorrar y por consiguiente, invertir en el país si los propios argentinos quieren huir del ahorro? . Esto recién comienza. La pesificación presenta por ahora un escenario, cuanto menos traumático y muchísimos interrogantes. (DyN-M.A. Rouco)

     
     
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