Análisis: Habló la Corte, el presidente, la gente: ¿y ahora?
Porque abogado al fin, Eduardo Duhalde no ignora que el fallo de la Corte Suprema tiene solidez jurídica, pero está alentado por una razón política: evitar el juicio a la Corte.
Entonces, habló desde la política.
Y desde ahí, apelando al método elíptico, le transfirió a la Corte Suprema dos responsabilidades:
Una- ilusionar a la gente de que en horas más puede recuperar sus depósitos.
Otra- tener mucho que ver con la eventual convulsión que se genere ante la imposibilidad de cumplir aquel deseo.
Porque claro está -y el presidente lo dijo sin eufemismos-, los bancos no tienen plata para devolver los depósitos. Y en ese tránsito de palabras, usó un término muy latente para diagnosticar a la Argentina de estos tiempos: anarquía.
En todo esto puede resumirse lo esencial del discurso de Duhalde.
En todo caso debe sumársele la advertencia sobre lo que sucede cuando el sistema bancario se derrumba: los acreedores cobran migajas.
Pero lo concreto es que el presidente habló desde un rencor que le costó disimular: la Corte Suprema le amargó - estima él- las buenas noticias que -dijo- tenía para comunicar al país.
Poco le faltó a Duhalde apelar a la calificación de "golpe institucional" para definir la determinación del supremo tribunal.
En fin, habló la Corte, habló el gobierno y al cierre de esta edición estaba hablando la gente en las calles.
Pero anoche se aceleró lo que desde hace semanas es para los argentinos un tiempo plagado de incógnitas sobre qué sucederá en todo este tema de aquí en más.
Los bancos, sin plata que devolver.
La gente, con la decisión de la Corte en la mano.
El gobierno, desorientado.
Y el poder, diseminado aquí y allá.
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