Miércoles 20 de febrero de 2002
 

Lo que Bush podría
aprender de Europa

 

Por Andrés Oppenheimer

  Observando las relaciones de Estados Unidos con América Latina desde este lado del océano, es difícil no concluir que el presidente Bush podría aprender algunas lecciones de la forma en que la Unión Europea logró integrar exitosamente a sus miembros más pobres.
La principal enseñanza podría ser que el plan de Estados Unidos de crear un Area de Libre Comercio de las Américas en el 2005 carece de un elemento clave que ayudó a las economías menos desarrolladas de Europa a crecer rápidamente en los últimos años: un aporte masivo de fondos para construir carreteras, puentes y aeropuertos, a cambio de políticas económicas responsables.
España, al igual que Portugal, Grecia e Irlanda comenzaron a recibir los así llamados Fondos de Cohesión de la Unión Europea en 1993. Desde entonces, España ha recibido unos $1.500 millones anuales para costear proyectos como la carretera de Madrid a Barcelona y la frontera con Francia, y la línea de metro que va desde el aeropuerto de Madrid a la ciudad.
En una entrevista en su despacho, el ministro de Relaciones Exteriores de España, Josep Piqué -el actual vocero de los 15 países de la Unión Europea-, me señaló que la ayuda europea no fue la clave del reciente crecimiento económico español, pero dejó entrever que Washington bien podría aprender algo de la experiencia europea.
"La clave del éxito de España en los últimos años no fueron los fondos europeos, sino el hecho de que España abrió su economía al mundo"", dijo Piqué. "Pero la ayuda europea para obras de infraestructura ha sido muy importante para nosotros, y también para Europa. Todo lo que ayude a integrar a un mercado termina siendo bueno para todos"".
A diferencia del modelo europeo, el plan de Bush para crear la zona de libre comercio de las Américas no prevé una transferencia de fondos para ayudar a los países más pobres a construir obras de infraestructura.
Los países más pobres de América Latina temen que el libre comercio solo no los sacará del pozo, porque los inversionistas tienden a montar sus fábricas en las zonas más desarrolladas, con mejor acceso a los mercados externos. Citan el caso de México, cuyo exitoso acuerdo de libre comercio con Estados Unidos benefició sobre todo a los estados más ricos del norte mexicano, ya que fueron pocos los que establecieron sus fábricas en los empobrecidos estados del sur de México.
¿Podría haber crecido España sin la ayuda económica europea?, le pregunté a Piqué. ¿Podrán los países más pobres de América Latina -y las regiones más pobres dentro de los países más desarrollados- beneficiarse del libre comercio hemisférico si carecen de los puentes y caminos para llevar sus productos al mercado internacional?
Piqué dijo que, aunque no sería correcto para él comentar sobre un proyecto del que no forma parte, "es muy importante que en todos los procesos de integración se les ponga un gran énfasis a las obras de infraestructura que ayudan a conectar los mercados, para que los beneficios del libre mercado lleguen a todos lados"".
Mire lo que sucedió en España, prosiguió. En los cinco años últimos, España ha acortado la brecha que la separaba de los países más ricos de Europa. El ingreso per cápita de España subió del 75% al 85% del ingreso medio europeo, y el desempleo en el país bajó en el mismo período del 23 al 13%.
Efectivamente, España está pasando por un buen momento. Y aunque su economía se está enfriando un poco, se calcula que crecerá un dos por ciento este año, muy por encima del 0,7 proyectado para Alemania.
Para ser justos, Europa no es generosa en todos los frentes. Estados Unidos sigue siendo mucho más abierto que la Unión Europea cuando se trata de importar productos latinoamericanos. El proteccionismo europeo en materia agraria es un castigo para América Latina.
Y también es cierto que pocos en Washington apoyarían regalar fondos a gobiernos que se han robado o han despilfarrado la ayuda externa en el pasado.
Sin embargo, si se imitara el modelo europeo, Washington no daría fondos a cambio de promesas de un buen comportamiento económico, sino a cambio de la efectiva implementación de políticas responsables. Bajo el sistema europeo, los fondos de cohesión se suspenden inmediatamente si el gasto público de un país receptor supera el tres por ciento de su producto bruto interno.
En momentos en que el colapso económico de la Argentina le ha dado nuevos bríos a los críticos del libre comercio, un plan de obras de infraestructura ayudaría a convencer a los países de la región a no dejarse tentar por modelos proteccionistas, que a la larga los empobrecerían aun más. La experiencia reciente de España habla por sí sola.
     
     
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