Sábado 9 de febrero de 2002
 

Sistema monetario y base monetaria

 

Por Francisco Tropeano

  Ningún poder monetario (Banco Central), por muy poderoso que sea, puede por sí mismo generar una expansión de la producción de mercancías. El impulso productivo está en la acumulación, por medio de la producción y el intercambio. Por lo tanto creer, como lo hacen algunos teóricos monetarios, que el abastecimiento de dinero puede crear valores es un error. Sin embargo, un abastecimiento inadecuado de dinero, una mal estructura financiera, o políticas monetarias inadecuadas y restrictivas en un contexto depresivo, pueden constituirse en una barrera a la expansión productiva. Pueden incluso aumentar la crisis. Esto ha ocurrido en la Argentina y hoy todavía no está resuelto, más bien se ha agravado, al inmovilizar los depósitos. El gobierno enfrenta hoy cinco problemas (por lo menos). 1) La desmonetización de la economía con un índice alarmante, 4/5 veces menor al necesario y corriente en países desarrollados, herencia y fruto de la convertibilidad. 2) Falta de credibilidad en el dinero nacional como reserva de valor (después de todo el dinero representa el valor de cambio por excelencia) y por lo tanto cualquier ahorrista que dispusiera de pesos compraría dólares u otras divisas. 3) El riesgo de la devaluación permanente del papel emitido por el Estado como problema, con claras consecuencias sociales distributivas (inflación). 4) La falta de credibilidad y confianza en los bancos y en el sistema monetario central (modificación carta orgánica Banco Central), con la duda de que esa banca central pueda defender la calidad del dinero nacional (facultad delegada por el Congreso). Por último 5): la falta de credibilidad política, que tiene que ver con la legitimidad y representatividad política.

Contradicciones

¿Puede el orden jerárquico de las instituciones financieras (bancos vs. Banco Central) garantizar la calidad del dinero en la cúspide de estas jerarquías? ¿Qué es lo que asegura esa calidad? ¿el oro?, ¿el papel oro?, ¿los dólares? ¿Cómo contestar estas preguntas si no comprendemos al dinero como medida necesaria del valor que los monetaristas niegan? Sólo en el mercado mundial es donde el dinero se manifiesta como la mercancía cuya forma natural es al mismo tiempo forma social del trabajo humano abstracto. Las instituciones monetarias (incluido el FMI) no pueden resolver, no lo han resuelto hasta ahora, las contradicciones entre las formas equivalentes y relativas del valor del dinero. Sólo lo pueden resolver como medida de valor y medio de circulación, en los ámbitos nacionales, pero no en la arena internacional, donde el dinero funciona en toda su plenitud. El carácter no previsible y "sin leyes" de la producción e intercambio lleva a los agentes económicos a demandar diversas clases de dinero como "lubricante" del intercambio, y para propósitos definidos por la coyuntura particular. En tiempo de auge de la producción, donde proliferan las relaciones de intercambio, aumenta la demanda de dinero-crédito. Pero en épocas de crisis se buscan formas más seguras de dinero (divisas, oro, etc). La contradicción entre el sistema financiero y su base monetaria se corresponde con las funciones duales del dinero, como medida de valor y como medio de circulación de las mercancías. Cuando el dinero actúa como medida de valor, necesariamente deben respetarse los valores que ayuda a circular y la razón que liga esa medida de valor con el oro o con divisas "fuertes" de reserva internacional es el que debe asegurarse de que ese patrón sea tan preciso y universal como sea posible. Cuando el dinero actúa como medio de circulación, se "divorcia" de la representación de valor para permitir que los precios del mercado se desvíen de los valores; se flexibiliza y se convierte en el "lubricante" de un proceso de intercambio que varía permanentemente. Entonces el papel moneda (que emite el Estado) y el crédito que otorgan los bancos pueden operar sin restricciones y en forma creativa en la producción. Pero el capitalismo puede crear, y de hecho siempre lo hace, formas "ficticias de capital" para poder sobrevivir y este capital "ficticio" dinero, como el crédito (letras, etc.) junto con el papel "dinero" se extienden y generalizan al extremo, separándose de los lazos con la realidad del trabajo social. Esta separación se profundiza cada día más, por la circulación del capital mismo. ¿Qué ocurre cuando esta forma de "capital ficticio" (creación de crédito en todas sus formas imaginables ej. tarjetas, etc.) no concuerdan con el ritmo de trabajo socialmente necesario realizado por toda la sociedad? Ocurre que se vuelve perjudicial (sin embargo es muy poco lo que se puede hacer para evitar que salga fuera de control, porque se corresponde con la naturaleza misma del sistema), porque al no estar respaldado por los productos del trabajo social (o cualquier otra razón de confianza política, miedo a una guerra, etc.), el capital debe encontrar la forma de volver a su base monetaria. Hay dos formas de lograrlo: a) ligarlo en todas sus operaciones a la mercancía-dinero: el oro, como medida de valor; b) Buscar alguna forma de ligarlo a los procesos de producción con base en divisas fuertes convertibles internacionalmente o de reserva mundial.
Cuando hay crisis y el crédito se estremece, todos pretenden buscarle refugio a la riqueza, de forma de mantener el valor con demanda de liquidez y convertibilidad universal. Pero el hecho sobrepasa a las disponibilidades de los bancos, que sólo disponen de una pequeña parte del volumen de depósitos recibidos. En estos casos -cuando la moneda es convertible- el dinero se enfrenta a las mercancías, como verdadera existencia del valor. Pero ¿qué pasa cuando el papel moneda que emite el Estado es inconvertible y sólo respaldado por el poder del Estado? La carga de disciplinar al sistema cae en el Banco Central (como ahora en la Argentina), que debe manejar (con mucho juicio y prudencia) la tasa de interés y la oferta de dinero, para que éste se corresponda con el crecimiento de la productividad de la economía. Esto ha sido la regla desde la crisis del "30. Sin embargo el Banco Central no puede aislarse totalmente del comercio mundial y cortar sus lazos con algún tipo de sistema monetario internacional. Su autonomía está limitada por su posición en el tipo de cambio con el extranjero. La restricción del poder del Banco Central está vinculada con las relaciones entre las monedas nacionales e internacionales. El propio sistema monetario internacional ha entrado en crisis permanente desde 1973, porque no hay una definición clara del dinero mundial, que hoy descansa en una muy endeble situación de inconvertibilidad del dólar y su muy escaso respaldo. Bajo las condiciones de acumulación capitalista concentrada con crecimiento vertiginoso, como ha ocurrido en la Argentina en los 10 años últimos, sin volcar ese excedente a la producción, sino "exportándolos" o aplicados al juego especulativo con el Estado principalmente; la opción entre devaluar las mercancías o productos del trabajo e inversión por depresión (desocupación); o de devaluar el dinero con inflación, es inevitable. Pretender evitar ambas cosas como intentó hacer varios años Cavallo, y ya "fuera de sí" en forma paranoica en el gobierno de De la Rúa, era conducir al proceso (a la Nación) para que ocurrieran ambas cosas a la vez, como ocurre hoy. Debe quedar claro que ninguna legislación bancaria (Banco Central) puede eliminar una crisis, pero una mal legislación, como es la de Argentina, sí puede empeorarla. Todo esto vale para cualquier conjunto de medidas posibles de política monetaria.
     
     
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