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Domingo 3 de febrero de 2002 | |
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Bichos raros |
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Por Arnaldo Paganetti
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| n los momentos difíciles sale a relucir lo mejor y lo peor de una Nación. A punto de subirse el gobierno transitorio de Eduardo Duhalde al carro de Estados Unidos, la Corte Suprema de Justicia aportó más confusión a los argentinos encerrados en su propio laberinto: declaró inconstitucional el "corralito" de los depósitos bancarios que produjo ya el levantamiento sin timón, y a cacerolazo limpio, de la clase media. "Es un golpe de Estado...cuando se habían encarrilado las conversaciones con el FMI, esta decisión solo busca provocar más desquicio...", arriesgó alelado un exponente de la nueva coalición peronista-radical, al ser consultado a boca de jarro por "Río Negro". "La correntada de esta medida puede llevarse todo...", aportó un legislador oficialista que poco antes de que se conociera la sentencia del cuestionado tribunal, había realizado un análisis tenuemente esperanzador a partir del cambio de caracterización política que de Duhalde hicieron las primeras espadas de la administración norteamericana: el mote de populista, cercano a Chávez, de Venezuela y Castro, de Cuba, dejó paso al de pragmático o realista. Pero se descartó la calificación primigenia de enemigo de las empresas y sectores financieros internacionales. Técnicamente irreprochable, según la manifestación de varios juristas, el fallo de la Corte sobre cuyos miembros pesan 28 pedidos de juicios políticos, es de cumplimiento imposible ya que según datos que obran en poder del Banco Central, el 80 por ciento de las entidades están incapacitadas de devolver el dinero a los ahorristas. Cuando Duhalde se enteró por la mañana del viernes de la inminencia del dictamen hizo movimientos para pararlo. Tenía que anunciar por la noche reformas estructurales para bajar el gasto público. Ayer, el ministro de Economía Remes Lenicov, debía esbozar el plan sustentable, antes de viajar a Estados Unidos. Todo quedó en suspenso. Al comprobar que sus intentos eran vanos, el jefe de Estado amagó con su renuncia. Los duhaldistas más duros, que suspendieron la "plaza del sí" para no fomentar la desunión en un ambiente por demás caldeado, le llegaron a decir que se estaba comportando como un timorato. "Te estás pareciendo mucho a De la Rúa", se envalentonaron y exigieron la salida del ministro radical Jorge Vanossi, por tratar con algodones de seda a una Corte que sabe que tiene los días contados en esta crisis terminal. La emergencia demanda respuestas urgentes y drásticas. Y ejecutividad, le puntualizaron. Inmediatamente, se elaboró una táctica para neutralizar a los jueces que, con Julio Nazareno a la cabeza, están sospechados de vínculos con el ex presidente Carlos Menem. Habrá feriado cambiario los primeros días de la semana, mientras se elabora un nuevo plan Bonex, solución por la que no apostaba inicialmente Duhalde. "La gente no tolera más nada", opinó en privado. En público, en un mensaje repetitivo con talante duro, dijo que debía garantizar los derechos humanos básicos a 14 millones de ciudadanos y señaló la gravedad de la decisión de la Corte que, según su impresión, conducirá a la defraudación de lo depositantes que hoy protestan a lo largo y lo ancho del país. Consciente que afuera se mira a la Argentina como un bicho raro, Duhalde prometió desarmar "la bomba de tiempo" que significa "el maldito corralito de De la Rúa y Cavallo". Volvió a decir que no es un Presidente débil y reiteró que se está al borde de la anarquía. "Mi obligación es mantener la paz social", enfatizó. No fue nada explícito sobre la supuesta connivencia entre Menem, Nazareno y otros miembros de la Corte. Sin embargo, sus colaboradores acusaban al riojano ex mandatario de alentar a su comprovinciano a patear el conflicto hacia adelante con una medida popular, "total ustedes no pueden durar más de tres meses". En los pasillos de los tribunales, por la mañana, un cronista de "Río Negro", escuchó que los sospechados magistrados difundían que querían "lavar su honor" y no cargar "con el peso político" de un "corralito" que aniquila el derecho de propiedad. El conflicto institucional abierto mantiene latente las definiciones sobre la pesificación de la economía nacional, que había sido resuelta luego del encolumnamiento hemisférico detrás de Estados Unidos, con el objetivo de que los organismos financieros liberen cuanto antes entre 12 mil y 15 mil millones de dólares. "Por qué no se sale sin la ayuda del Fondo", aseguró Lenicov, encerrado también entre intereses lobbistas muy poderosos. Nadie, o muy pocos, están dispuestos voluntariamente hacer renunciamientos, como señaló la Iglesia empeñada en el diálogo social. Es una incógnita lo que sucedería si Duhalde se ve compelido a tirar la toalla. En Estados Unidos preocupa el efecto dominó que acarrearía un colapso mayor en la Argentina. En Brasil hay elecciones dentro de 9 meses y crecen las chances de Lula, del PT. Colombia está al borde de la guerra civil. Y Perú, Bolivia y Paraguay son democracias muy endebles. En tanto la Corte abrió el cerrojo del "corralito", y el gobierno ya piensa en confeccionar nuevas restricciones monetarias. Duhalde invoca un patriotismo, que por ahora se presenta difuso y sin conducción unificada. Los técnicos del FMI que visitaron Buenos Aires la semana pasada trajeron su lista de exigencias: más esfuerzos y ajustes y menos cacerolazos. La solución - expusieron -, la tienen ustedes. Charles Calomiris, el economista norteamericano ortodoxo que mortificó a Cavallo y Julio Aurelio, el sociólogo vinculado con el peronismo, al sumergirse en el análisis de la anormalidad criolla, coincidieron en algo: la Argentina es un país donde viven los corruptos más cultos del mundo. Muchos de los que pueden servir están en sus casas, y los inservibles, en la función pública o en los partidos. Arnaldo Paganetti |
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