Lunes 21 de enero de 2002

 

El fuego dejó sin casa a una madre y 8 chicos

 

Una chispa de una "choripaneada" inició el incendio que consumió la casilla. "Quedaron con lo puesto" se lamenta la abuela de los niños. Imploran ayuda.

  CIPOLLETTI (AC).- El espectáculo era desolador. Chaperío consumido por el fuego, ropa de pibes por todos lados, la mayoría quemada y llena de hollín y agua, maderas y cartones consumidos. Este fue el saldo -por suerte, sólo material- del incendio que se desató anoche en una humilde casilla cerca de las 1200 Viviendas de Cipolletti, y que dejó sin casa a una madre y sus ocho hijos.
La mamá, María Melo, de 37 años, se moviliza en una silla ortopédica y para colmo de males tanto ella como sus hijos no sabían hasta ayer lo que había sucedido porque desde hace tres días están en la casa de una hermana, en una localidad vecina.
"No ha quedado nada. Mire qué desgracia. Todavía no vino nadie de las autoridades a vernos y necesitamos ayuda urgente", dijo Inés Pincheira, madre de María, mientras caminaba de aquí para allá como si no pudiera creer lo acontecido.
Como adelantó este diario, cerca de las 23 del sábado y -según Pincheira- por una "choripaneada" que estaban haciendo "unos pibes, y algunos primos" de María cerca de la casilla se fueron recalentando las chapas y bastó que una chispa tomara contacto con la madera y el cartón para que las llamas se devorasen todo, pese al esfuerzo desesperado que hizo la abuela Inés y los vecinos.
La casilla destruida se levantaba en un sector muy humilde, casi escondido, al fondo de la calle Don Bosco, sobre una especie de callejón, donde también hay otras viviendas precarias de materiales altamente combustibles, aunque el fuego logró ser controlado y no se expandió hacia los aledaños.
"Mire, era impresionante. Las llamas se levantaban hasta allá", relató una vecina, levantando las manos hacia muy arriba.
Las edades de los hijos de María van de los dos años de los mellizos Ezequiel y Maggi más pequeños hasta los 17 del mayor. Ninguno de la familia ha logrado trabajo, por lo que la situación se complica al extremo.
"Quedaron con lo puesto. Ellos se mantenían con la ayuda que le damos nosotros, cuando tenemos, porque muchas veces no hay", comenta Inés Pincheira, mientras seguía clamando por la presencia de alguna autoridad que le garantice apoyo a su hija y a sus nietos.
"Si los pibes y la señora hubieran estado adentro habría pasado cualquier cosa. No quiero ni pensar, porque el fuego, el humo y el calor eran insoportables. No podíamos ni acercarnos primero, después todos colaboramos", consignó un hombre mayor, con la vista perdida entre los escombros.
En Cipolletti, en los barrios La Costa Sur, Calle Ciega -cerca del puente 83- y Anai Mapu ocurrieron incendios en los últimos tres años que dejaron al menos cuatro víctimas fatales.
La abuela, acompañada de otros purretes del lugar que se arremolinaron ante la llegada de los periodistas, no encontraba las palabras para expresar su desconsuelo.
"¿Qué van a hacer ahora?. ¿Cómo van a vivir, dónde, de qué forma?, eran preguntas sin respuestas de la señora, que sin embargo sacaba fuerzas de flaquezas para pedir "que alguien nos ayude a volver a hacerle una casilla para María y a los chicos".
Se quemaron la ropita de los pibes, las de la mamá, los pocos muebles, los colchones, en fin, todo lo que durante años se puede ir almacenando en una casilla precaria. "Por suerte llegaron todos los vecinos, la gente de la iglesia de acá cerca, mi otro hijo, mucha gente que hizo lo que pudo y el fuego no avanzó más", expresó Pincheira.
Para hoy esperan la llegada de funcionarios de Acción Social del municipio.
   
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