Lunes 31 de diciembre de 2001

 

Más de 289 muertos por dantesco incendio en Lima

 

Piensan que aparecerán más cadáveres bajo los restos. La venta de pirotecnia estaba prohibida; nadie hacía caso.

  LIMA.- Un total de 289 cadáveres fueron recuperados de los edificios afectados por un incendio declarado el sábado en el centro de Lima, aunque se teme que esa cifra aumente a medida que se retiren más escombros. Los desaparecidos eran 20
El jefe de Defensa Civil, Luis Potestá, confirmó el hallazgo de 289 cuerpos calcinados en la vía pública y en algunos de los ambientes de las galerías comerciales incendiadas antenoche por la explosión de fuegos artificiales.
El Gobierno peruano declaró un duelo nacional de dos días por la tragedia y se comprometió a asumir con el costo del sepelio de todas las víctimas.
El gigantesco incendio fue provocado por el estallido de una caja de cohetes utilizados para las fiestas de fin de año y que era comercializada en la calle por un vendedor ambulante.
Los cohetes, según la versión, salieron disparados y estallaron como proyectiles dentro de los pisos altos de las galerías cercanas y en algunos vehículo. De allí en más, el infierno se extendió.
El incendio comenzó el sábado a las 17.30 hora local (19.30 hora argentina) en cuatro manzanas vecinas del centro de Lima y fue sofocado a las 3.30 de ayer (5.30 argentina).
La venta sin control de productos pirotécnicos había sido prohibida por la municipalidad limeña en esa zona. La directora de comercialización del municipio, Eva Céspedes, informó que los vendedores de fuegos artificiales invadieron la zona "porque el Gobierno retiró un cerco policial que impidió el ingreso de esos comerciantes hasta el pasado día 21".
Las autoridades intentaron secuestrar la mercancía explosiva el jueves pasado "pero los comerciantes reaccionaron con violencia y atacaron a los inspectores dos de los cuales se encuentran en grave estado", indicó Céspedes. La funcionaria agregó que los inspectores fueron agredidos debido a que la policía tampoco apoyó la intervención . Allegados a la investigación dijeron que los comerciantes de artículos de pirotecnia habían contratado a policías para que cerrasen el tránsito de vehículos, con el objeto de que más gente pudiera llegar a sus negocios.
La cantidad de muertos "puede aumentar cuando los bomberos y voluntarios ingresen a los sótanos y los pisos altos de algunos de los edificios siniestrados ya que se estima que hay más cadáveres atrapados", indicó un vocero del Instituto de Defensa Civil de Perú. Las autoridades de salud dijeron que la mayoría de los casi 200 heridos fueron dados de alta y los más graves ya fueron derivados a centros especializados en quemados.
Por su parte, el presidente del Perú, Alejandro Toledo, visitó ayer por segunda vez el lugar de la tragedia y agradeció la solidaridad internacional. En este sentido, el Papa Juan Pablo II, el primer ministro británico, Tony Blair, y otros jefes de Estado latinoamericanos y europeos hicieron llegar sus condolencias y ofertas de solidaridad. El presidente prohibió ayer la producción, importación y comercialización de juegos pirotécnicos. Medida unánimemente aplaudida, pero tardía. Ayer mismo incautaron más de 1,5 tonelada de pirotecnia.
El incendio fue el más trágico registrado en la historia reciente de Perú, por el alto número de víctimas El año pasado, en la misma fecha, ocurrió otro incendio en la misma zona, también ocasionado por artefactos pirotécnicos, que dejó un saldo trágico de once muertos. (DPA, Télam-SNI)

Tragedia anunciada

Lo más increíble es que la tragedia, al margen de las dimensiones, no sorprendió. Abundan los artículos de prensa que alertaban del peligro. Incluso, más allá de la pólvora, la zona era de gran riesgo por la masiva presencia de gente, sumada a la carencia de medidas de emergencia y de vías de evacuación.
Todo comenzó con un "chocolate". Los testigos coinciden: El artefacto, teóricamente inocuo, fue accionado en la calle y el efecto se extendió en seguida por entre todos los puestos de venta de juegos pirotécnicos. Los bomberos tardaron. No es fácil llegar rápido a ese espacio, en las muy concurridas calles Cusco y Andahuaylas, pleno centro de Lima, a unos 600 metros de Palacio de Gobierno. Las vías son estrechas y el tráfico demasiado intenso. Avanzar una cuadra en automóvil puede llevar gran tiempo, en especial en las llamadas "horas pico".
Primero fueron los edificios de galerías Mina de Oro y Lucero, luego otros y también las viviendas próximas, todas de gente pobre. Las llamas se tomaron las calles y convirtieron en teas a peatones y pasajeros de automóviles, sobre todo taxis.
En un par de edificios de galerías los porteros cerraron las puertas porque temían que la multitud aprovechara para saquear los puestos. Así murieron decenas de personas. Todo era un infierno. Muchos saltaron por ventanas desde pisos altos en busca de una salvación imposible o al menos de una muerte no tan atroz. Los niños que habían ido con sus padres a comprar los juegos pirotécnicos que usarían en Año Nuevo quedaron carbonizados.
"Mi hija de 17 años quedó atrapada en el fuego, se extravió y hasta ahorita no la encuentro, ayúdenme por el amor de Dios", suplicaba una mujer que dijo ser vendedora ambulante en la zona de desastre.
Y en medio de la catástrofe, emergían como siempre los héroes anónimos, como Dennis Vargas, humilde obrero que dominó sus nervios y entró en los locales para ayudar a salir a la gente. Dicen que sacó a más de 30. Después dio algunas declaraciones y se fue a casa. (Reuters, DPA)

Foto: Una mujer es ayudada por un bombero a escapar del fuego. Cuatro manzanas del centro de Lima se transformaron en instantes en un infierno.

   
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