Domingo 30 de diciembre de 2001 | ||
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"Es como si nos declararan muertos" |
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Testimonio de algunos de los que diariamente caen en la indigencia. En Roca, un grupo de hombres y mujeres vive con 60 pesos al mes. Carecen de todo y desde el gobierno sólo reciben promesas. |
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ROCA (AR).- Cada día, 8.040 argentinos caen en la indigencia. "Es como si nos declararan muertos. Como si ya no existiéramos para nadie" cuenta uno de ellos. Casi sin darse cuenta y prácticamente de un día para otro, pasan a sentirse ignorados por las instituciones, los planes sociales, los discursos políticos y hasta por las planillas censales. Roca no es ajena a esta crisis que todos los días pareciera condenar a una definitiva exclusión a los más pobres entre los pobres. Amontonados en las calles y siempre manteniendo vivos el momento y los motivos por los que debieron cruzar esa franja que los convirtió en uno más de los millones que en Argentina viven con poco más de sesenta pesos al mes, parecen no ignorar que de a poco dejan de ser ciudadanos para ser "los nuevos desaparecidos de este país" como alguien los llamó alguna vez. "Hasta que consigamos una casa los vamos a poner acá. Ustedes se merecen vivir como seres humanos, no estar dando vueltas por ahí como si fueran perros". Julio Labrín jura que ese es el motivo que esgrimió un funcionario de la municipalidad de Roca cuando en octubre pasado lo autorizó junto a otros cinco indigentes a pasar "unos pocos días" en una de las dependencias de la comuna en la ciudad. A poco más de dos meses de aquella decisión aún continúan viviendo en lo que solía ser el corralón municipal. Un lugar semidestruido, sin puertas ni ventanas y con los techos a punto de desplomarse, sin agua potable, energía eléctrica, baños, control sanitario, asistencia social por parte de los mismos funcionarios que allí los enviaron, ni atención médica, a pesar de que Labrín sufre una enfermedad terminal y está postrado en un colchón desde el primer día. Es decir, de nuevo en la indigencia. Esta vez bajo control municipal. Linyeras y chicos Es tal el abandono que, según cuentan los mismos empleados municipales, en ese lugar han llegado a pasar la noche muchas más personas de las que en la municipalidad de Roca se podrían llegar a imaginar. "Acá no sólo vienen linyeras o changarines, también pasan la noche muchos chicos de la calle que se refugian del frío o la policía. Un día llegamos a contar como veinte personas, y algunos de ellos eran menores" contó a este diario un empleado que también alertó. "En realidad es muy peligroso ya que al lado funciona la carpintería municipal y la mayoría de las veces ellos están muy borrachos y como nadie los controla o vigila, no se sabe qué es lo que puede llegar a pasar" aseguró. El miedo del empleado era más que fundado. El viernes pasado Labrín y media docena de "sin-hogar" debieron abandonar el refugio porque un incendio que nadie puede explicar cómo se originó los puso en riesgo. En realidad este nuevo hecho deja de ser menor si se tiene en cuenta lo sucedido hace apenas un par de meses. A mediados de septiembre ellos mismos denunciaron que, en medio de un brutal ataque y sin motivos aparentes, dos personas los golpearon salvajemente y prendieron fuego la precaria casilla en la que vivían a 800 metros de la alcaidía, en un terreno cedido por la comuna. A esa zona de la ciudad habían ido a parar luego de que el municipio intentara calmar la bronca de los vecinos y padres de una escuela de Roca que no querían convivir con los "sin-hogar" en sus veredas. "Por eso los habíamos puesto bien lejos", confesó Isabel Martínez, Secretaria de Acción Social local. "Les habíamos hecho una casillita. Es que antes que ellos hay un montón de familias y madres solteras que precisan vivienda. No les podemos hacer un chalet americano" soltó la funcionaria. "En realidad no es lo que más lástima me da de lo que está pasando en Roca. Estamos en un momento tan especial que a las chapas se las daría a una señora que tiene goteras en la casa y a las bolsas se las daría a quienes no tienen para comer, no a ellos que a lo mejor podrían estar trabajando, son jóvenes". En verdad, sólo uno de ellos está por debajo de los 55 años. Se llama Julio Labrín, tiene 24 años y desde hace meses que está postrado en un colchón por un insoportable dolor que le paralizó las piernas y no lo deja caminar. De hecho, el viernes cuando debió abandonar el corralón corrido por las llamas lo hizo arrastrándose ayudado por las manos. "En el hospital me dicen que tengo cáncer" contó. Pese a eso no recibe tratamiento médico y desconoce cuán avanzada está una enfermedad de la que parecen sólo ocuparse quienes comparten con él un único colchón que los acompaña a todas partes y que se turnan para usarlo. Es que cuando unos duermen los otros permanecen sólo despiertos o salen a buscar comida, ropa o calzado entre las bolsas de basura que los camiones del municipio no llegaron a recoger. Cuando vuelven a dormir, los otros se preparan para hacer lo mismo. En el medio, otros miles de argentinos empiezan a acostumbrarse a ser indigentes. Su condición genera el rechazo de algunos vecinos El peregrinar de los indigentes en Roca debe adoptar muchas veces los caminos que el rechazo de los vecinos traza. Arman historias que niegan su pobreza "Así como me ves yo soy pariente de Alberto Olmedo", asegura Enrique Olmedo, anclado desde hace poco menos de diez años en la más extrema indigencia. Foto: Indigentes pasan su vida en Roca en un lugar semidestruido, sin puertas ni ventanas y con los techos a punto de desplomarse. |
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