Lunes 24 de diciembre de 2001

 

Casas tomadas, refugios de excluidos

 

Se los llama "ocupas" y la mayoría está sin trabajo o salario digno. Por esto, son marginados y catalogados como delincuentes. "La persona humilde no tiene justicia", aseguran.

  Rubén se despierta cada mañana con la esperanza de poder dejar la casa tomada en la que vive con su mujer y sus cinco hijos, pero la crisis económica que azota al país desde hace más de tres años no le permite salir adelante.
"Yo trabajo de mecánico. El año pasado me entraban unos 15 coches por semana. Sacaba un promedio de 100-180 pesos por semana. Este año me entra un auto por semana más o menos", dijo a Reuters Rubén Yrizarri, de 44 años, con resignación.
En los últimos años, la ausencia de crecimiento elevó el índice de desempleo al 18 % de la fuerza laboral, en un país donde un tercio de la población vive en la pobreza."Llegamos acá cuando empezaron los problemas económicos. Estábamos pagando un hotel por 600 pesos. Acá había expectativas de que se reciclara el lugar, pero nunca se concretó", explicó Rubén.
Mientras habla, sus cinco hijos, su mujer embarazada y un conejo se pasean por la casa con el ruido ensordecedor de un viejo ventilador de fondo.
Desde hace 10 años, Rubén comparte su hogar en el ex Patronato de la Infancia del antiguo barrio de San Telmo de Buenos Aires, junto a otras 135 familias, compuestas por unos 400 mayores y 415 menores.
Según datos del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, entre 100.000 y 150.000 personas viven en casas tomadas en la Capital.
"Es un fenómeno de la ciudad de Buenos Aires bastante viejo, de unos 15 ó 20 años atrás que fue "in crescendo" a lo largo del tiempo", explicó Mónica Desperbasques, subsecretaria de gestión de Acción Social.
Los ocupantes de casas son conocidos como "ocupas", y algunos de ellos hasta fueron protagonistas de una serie de televisión que intentó retratarlos. Pero el término nació en la ciudad española de Barcelona en la década de los "80 y hacía referencia a los jóvenes, en general anarquistas, que vivían en comunidad.
La mayoría de los "ocupas" son desocupados o consiguen empleos no registrados, en un país donde el salario mínimo ronda los 200 pesos por mes y el alquiler de un departamento de dos ambientes oscila entre 350 y 450 pesos.

Discriminación

Los habitantes de las casas tomadas son generalmente estigmatizados como delincuentes y en consecuencia deben lidiar con prejuicios en hospitales, escuelas, comercios y trabajos. "Hay una cosa de mucha discriminación, que sí pasa con la pobreza en general (...) Hay algunos sectores que plantean un prejuicio muy alto al asociar a la pobreza con la delincuencia, como una simplificación muy grande", explicó la funcionaria.
"En la escuela te discriminan porque vivís acá. En todos lados te discriminan, en realidad es generalizado. Te tildan de que sos de acá y es negativo porque estás marcado para cualquier trabajo", señaló, por su parte, Rubén. Mientras, un hombre de mediana edad se afeita despreocupado en una pileta del patio de la casa semiderruida.
Los alrededores están rodeados de policías a quienes los habitantes acusan de estar en complicidad con los delincuentes. "No tenemos derecho a ayuda social, a trabajar, a la libertad, a la vida, porque tenemos policías que anotan todo lo que hacemos. Encima la policía está de acuerdo con los que venden drogas", dijo Sandra, la esposa de Rubén, una colombiana de 32 años.
Los vecinos, entre los que hay un alto porcentaje de inmigrantes bolivianos, paraguayos y peruanos, se quejan de la inacción del gobierno para ayudarlos a salir de ese lugar. "Hay grupos que aprovechan esa situación de ilegalidad a la cual fueron empujadas las familias para desarrollar actividades ilegales, que van desde robo hasta traficar", destacó Desperbasques. (Reuters)

Viven hacinados y con el permanente miedo al desalojo

Muchas familias viven hacinadas en pequeñas habitaciones, que cierran con candados oxidados."¿Usted cree que si nosotros pudiéramos vivir mejor viviríamos acá?", dijo otra vecina, madre de tres niños.
"La persona humilde no tiene justicia (...) Nosotros los grandes tomamos mate o agua y pasamos sin comer, pero los chicos necesitan comida, no aguantan", agregó.
Los ocupantes de las casas tomadas viven, además, con el constante temor al desalojo. En Buenos Aires ya hubo este año 35 desalojos y casi 500 están en trámite, pero el gobierno de la ciudad asegura que tiene previsto alternativas para conseguirles un albergue temporario. "Cuando estamos por concretar el desalojo y la recuperación del bien, nos ponemos en contacto con Promoción Social para lograr la recuperación de los ocupantes porque en ningún caso hacemos desalojos de tipo compulsivo dejando a la gente en la calle", dijo Déborah Cohen, directora general de Administración de Bienes del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
"La crisis agudiza la problemática habitacional. En Buenos Aires tenemos una problemática habitacional muy grande, hay una crisis muy grande en este sentido", agregó.
Sin embargo, los habitantes de las casas tomadas consideran poco realistas estas alternativas.
Sandra sostiene que el gobierno los está extorsionando porque les ofrecieron pagar un crédito que no pueden afrontar. Y si no lo pagan el paso siguiente es el desalojo. "Si nosotros no sacábamos el crédito nos dijeron que nos sacaban por la fuerza pública, pero nosotros no podemos asumir una responsabilidad de la que no podemos hacernos cargo (...) Si nos dieran un trabajo digno, no tendríamos problemas en pagarlo", aseguró.
"Si viene un desalojo, te ofrecen un hotel y a los 20 días estás de nuevo en la calle y no solucionás nada. Lo único que hacen es agravarlo, patearlo para adelante", concluyó. (Reuters)

   
    ® Copyright Río Negro Online - All rights reserved    
     
Tapa || Economía | Políticas | Regionales | Sociedad | Deportes | Cultura || Todos los títulos | Breves ||
Ediciones anteriores | Editorial | Artículos | Cartas de lectores || El tiempo | Clasificados | Turismo | Mapa del sitio
Escríbanos || Patagonia Jurásica | Cocina | Guía del ocio | Informática | El Económico | Educación