Domingo 23 de diciembre de 2001 | ||
La infancia es decisiva en el aprendizaje de vincularse con el mundo |
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La ausencia de amigos revela siempre en un niño una gran pobreza simbólica alarmante digna de ser revertida |
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La infancia es la etapa en que comienza a pronunciarse la palabra amigos, aunque antes de que el mismo niño lo verbalice, los padres fueron quienes dijeron ya "éste es el amiguito", habilitando de alguna manera la posibilidad de que su hijo juegue con otro chico, ya que el juego en ese período es el factor que hace posible la vinculación. En la infancia "hay como dos momentos: primero, una dependencia absoluta de los papás; luego, a partir de los 5, 6 años, los chicos entran en lazos sociales con sus pares, ya instalados en el lenguaje; ahí es cuando se empiezan a establecer estos lazos, que se dan sin que ellos sepan que están construyendo amigos", destacó la psicoanalista Silvia Sisto. "El vínculo -continuó- es a través del juego, donde aparece la competencia, un mundo de fantasías, distintos roles; esto lo desarrollan con los amigos". Los niños se vinculan, juegan y crean relaciones entre pares que producen muchas veces un intercambio de información, que en algunos casos choca con un adelantamiento por parte de los padres que explican algunas cosas antes de que los niños pregunten, por ejemplo, en relación con temas sexuales. "Muchos chicos se enteran de un montón de cosas, de lo sexual, por sus pares, y después es cuando les preguntan; estos chicos son los que mejor se posicionan", explicó Sisto, y agregó que "por medio de su juego y de sus pares arman el sostén simbólico imaginario". Las condiciones para que sea posible jugar con otro niño tienen que ver en gran medida con la relación que ese chico tenga con su mamá. En ese sentido, la especialista precisó que "entre la mamá y el chico se genera un espacio en el que aparecen objetos transicionales, si no hay ese espacio no va a existir la posibilidad de establecer estos lazos entre pares". En este mismo sentido se expresó la médica psicoanalista Matilde Vitullo, miembro de la Sociedad Argentina de Psicoanálisis, al referirse a la primera etapa de desarrollo del niño como decisiva para su posterior sociabilidad. "La disponibilidad emocional de la persona encargada de la crianza parece ser el factor decisivo para la continuación de ese proceso que, en la progresión que va de la infancia a la niñez temprana, permite la instalación duradera de pautas vinculares dentro de cada sujeto", precisó. "Una vez que dentro de ese ser humano se halla la impronta de un vínculo de afecto puro y desinteresado establecido entre dos seres humanos ya independientes, existen grandes posibilidades de que pueda pasar al "nosotros" y tener amigos a quienes pueda amar y odiar desinteresadamente", continuó. A su vez, Sisto destacó que el modelo paterno, en cuanto a su propia socialización, también fija bastante el modo en que los niños se vinculan con el exterior. "En los casos de nenes que no tienen amigos, se ve muchas veces que los papás tampoco tienen amigos", destacó. Agregó que actualmente "hay una especie de repliegue hacia adentro, como que lo de afuera es peligroso, y entonces hay menos plaza, menos bicicleta, menos calle, y más computadora, televisión y juego solitario". "Es muy inquietante -añadió- ver a los chicos que no tienen amigos; algo grave que yo veo en el consultorio tiene que ver con esos chicos que no pueden establecer lazos, son chicos con una gran pobreza simbólica, que a veces la compensan con el desarrollo intelectual". Los espacios tradicionales en los que un niño suele encontrar un lugar donde jugar, compartir, estar con otros -que son los elementos que caracterizan la amistad infantil- son el barrio, la plaza, la escuela, los hijos de los amigos de los padres. No obstante, la idea de amistad con un sentido diferente, más fuerte, más consciente, más profundo, aparece en la adolescencia. "Los amigos son de la adolescencia -aseguró Vanina, de 15 años-. En la infancia no te das cuenta de que son amigos, no es esta cosa del amigo que te escucha, es más un hacer, un jugar, un compartir". Es en la adolescencia cuando aparece la amistad como un vínculo más idealizado, más fiel, y acompañado por la posibilidad de crear más cosas. No obstante, Sisto hizo hincapié en que cuando aquellas amistades de la infancia, que suelen perderse con el tiempo, perduran sin fisuras, "hay evidentemente algo que se ha podido retener, y esto es algo que en el trabajo con adultos es importante escuchar". |
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