Domingo 16 de diciembre de 2001 | ||
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Tragedias y proezas en el Nahuel y Limay |
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Por Francisco N. Juárez fnjuarez@interlink.com.ar
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La muerte por inmersión fueron tragedias padecidas en escenarios que a la vez sustentaron proezas de exploración y deportivas, como los primeros y audaces descensos en bote por el turbulento Limay sin represas hasta Neuquén. O los intentos de cruzar el lago Nahuel Huapi a nado de Lita Tiraboschi de Grim, quien se lanzó a las aguas a las 13 del 27 de diciembre de 1943 en el kilómetro 2. Lita nadó cinco kilómetros –una hora y cuarenta- acompañada audazmente por su esposo que se acalambró y debieron abandonar el intento (Lita prometió volver para triunfar). Pero cuando en el verano de 1900 San Carlos era apenas el aserradero aglutinante de Carlos Wiederhöld y todavía no había pueblo -en los papeles oficiales-, se ahogó el pionero germano José Tauscheck. Claro que la tragedia más resonante fue la que en estos días de 1935 conmocionó no sólo a los barilochenses sino a distinguidos miembros de la sociedad porteña: la de Carlos Ortiz Basualdo, el más enamorado de la región entre cuatro hermanos varones y una mujer, todos sobrinos y asociados de Aaron de Anchorena, deportista y expedicionario que llegó en 1902 y se enamoró de la Isla Victoria. Los Ortiz Basualdo y Anchorena se asociaron en el asentamiento de la península Huemul tiempo después que este último dejó el usufructo y mejoras de la isla Victoria tras el ataque periodístico que emprendió Paul Groussac contra su privilegio insular. Maleficios y naufragio Era conocida la temprana pasión de Carlos Ortiz Basualdo por la región del Nahuel Huapi, en promoción y generosidad pecuniaria (Fermín, Luis y Nicolás Ortiz Basualdo figuraban como socios "protectores" del Club Andino Bariloche en el anuario de 1936 encabezado con la semblanza de Carlos). Aquel fervor lo supo Exequiel Bustillo –luego presidente fundador de Parque Nacionales- desde un encuentro en mayo de 1920 en el hotel Ritz de París. Era un divulgador obsesivo de la zona y se transformó en un investigador paracientífico del pasado lugareño. El hurgar en su península le trajo éxito. Descubrió despojos aborígenes y huellas de las misiones trasandinas que predicaron junto al lago, pero también la susurrada y tradicional condena aborigen que depara maleficios a quienes consideraban profanadores. En La Prensa del 13 de diciembre de 1935 se publicó el obituario de Carlos Ortiz Basualdo -con una síntesis de sus atributos personales e intelectuales- en nota aparte de los detalles del accidente. Esta última, despachada en Bariloche el 12 de diciembre, decía: "Hoy a las 17 y 30 ocurrió un trágico accidente en el lago Nahuel Huapi en el cual perdieron la vida el señor Carlos Ortiz Basualdo y el mecánico Ernesto Kleber". También se señalaba que las víctimas tripulaban la lancha Galera de propiedad de Ortiz Basualdo. Tres décadas después, Exequiel Bustillo evocó el naufragio (pero no fue testigo). Dijo que fue en la lanchita Huilín II y que el mecánico se llamaba Kleba. El diario agregó que los "hijos Carlos y María estaban alojados en un hotel de esta localidad. El personal de la prefectura efectúa rastreos para rescatarlos". Penoso rescate La búsqueda se intensificó. El ingeniero Emilio Frey, intendente del parque, remitió el telegrama1095 dirigido a Posadas 1053, casa de Bustillo, que comenzó lacónico: "Carlos Ortiz Basualdo sufrió accidente ahogándose. Recomendamos prudencia referente noticia a familiares". Seguían las medidas que tomó: el pedido telegráfico al Ministerio de Marina para que despachara en el tren del mismo día a buzos dispuestos a trabajar a 70 metros de profundidad. Los cuerpos no aparecían. En una nueva comunicación, Frey dio cuenta del trabajo que emprendieron las lanchas de Frattini, Walter y la sucesión Capraro junto a las de Parques y Prefectura. Trabajaron de noche con focos, pero fue recién a las 19 y 30 del cuarto día (el 16) que apareció el cuerpo del mecánico Kebler. De la memoria oral se evocaba a un lago tormentoso y gran oleaje. Bustillo detalló la tragedia en su libro Despertar de Bariloche, pero con algunos datos dudosos. Sostuvo por ejemplo que el cuerpo de Carlos Ortiz Basualdo apareció recién en Navidad. Los diarios de Buenos Aires publicaron el hallazgo en ediciones matutinas del 22. El corresponsal de La Prensa telegrafió el 21 asegurando que esa tarde a las 17 y 45 pudieron "extraer de las aguas los restos del señor Carlos Ortiz Basualdo". Treinta y cinco años antes que Ortiz Basualdo, pero en el río Limay, se ahogó el pionero José Tauscheck, natural de Bohemia pero llegado desde Chile en 1892. Cayó del bote el 12 de diciembre de 1900 mientras ayudaba a cruzar elementos para el Regimiento 3ro. de Caballería que levantaba sus instalaciones junto al lago. Era no lejos de la propia casa que erigió en la costa del lago, a dos leguas del río e igual distancia de la incipiente San Carlos. El auxilio al regimiento demostraba haber olvidado cuando Tauscheck fue apresado en 1894 y debió declarar detenido en Junín de los Andes ante la requisitoria del capitán Fosbery por ayudar a exploradores chilenos que recorrían la frontera. Pero también había auxiliado al Perito Moreno, que –como consignó en sus "Reminiscencias"- lo visitó el 8 de marzo de 1896 "al pié de la barranca donde en 1880 tuve mi campamento; en la choza abandonada del indio valdiviano Guaito cacareaban las gallinas y se oía el mugido de las lecheras; esa choza había sido reemplazada por cómodas casas de madera, habitación del colono don José Tauscheck, cuyos cultivos y productos pastoriles tienen ya fama entre los colonos alemanes de Llanquihue". No sólo ellos. Esos productos beneficiaron al entonces solitario texano Jarred Jones: por esa granja –regada por canales derivados de un arroyito sombreado por maitenes y manzanos-, el cowboy volvió a comer huevos fritos con tocino. Se ahoga un bohemio Tauscheck había llegado de Osorno por el paso Tromen con su esposa, un hijo y una hija. Pero esta última, muy atractiva, se casó en 1893 con un comerciante valdiviano de apellido Kramer que la arrancó del lago. La familia quedó y luchaba por su nuevo y bello terruño, pero asentada en tierras que resultaron parte de las "inconcebibles concesiones" (al decir de la protesta que clamó el perito Moreno), de 32 leguas cuadradas otorgadas al general Liborio Bernal. Recién el martes 16 de enero de 1900 se presentó Guillermo Tauscheck a denunciar la muerte de su padre. Dijo tener 25 años, ser chileno y vivir en la costa del lago. Detalló que a las 10 de la mañana del día 12 había fallecido su padre José, ahogado, según lo habían declarado los testigos Lino C. Millán, de 20 años, militar, y Faustino Valdés, chileno y marinero de 26 años. José Tauscheck tenía 55 años, era hijo de Wenseslao Tauscheck y de madre de apellido desconocido. En esta misma semana de 1903, el joven Guillermo Tauscheck –ya vivía en Ñorquinco- se presentó a denunciar la muerte por hidropesía de su abuela Beatriz Ham de Gerstmann, alemana de 88 años, acaecida en la costa del Limay y el lago, lo que testimonió nada menos que José Alanís, a quien más tarde llamarían "el mejor comisario del pueblo". En cuanto a otros episodios trágicos, de exploración o deportivos, hay una muy larga historia que conviene también surcar. Es una sucesión de noticias y testimonios que arranca con la dudosa incursión –en descenso- del Limay del padre Segismundo Guel a principios de 1767. Lo trepa Basilio Villarino y lo desciende -con naufragio con suerte- el explorador Guillermo Cox. De allí en adelante, el lago y el río que aparecen en todo relato de la región, suma infinidad de historias que merecen ser contadas. (Continuará) Sociales de esta semana • En estos días de 1902 hubo 5 días de cuadreras en Ñorquinco. Participaron los comisarios local, de Bariloche y de Colonia 16 de Octubre (E. Humphreys, juez de largada). Estaban en marcha desde Neuquén 20 carretas, carga, personal y jefe (Conrado Goitía) del telégrafo a construir desde el lago a la Colonia. Algunos pobladores peregrinaban a "Pilca" a ver la potranca de Domingo Lucero nacida con 2 bocas y 3 ojos. |
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