Martes 4 de diciembre de 2001

 

"Se le puede ganar a la discriminación"

 

Eduardo Romero, un enfermero que además es bañero y trabaja en Defensa Civil, habla sobre su experiencia

  NEUQUEN (AN).- Fue la poliomelitis la que tomó la pierna izquierda de Eduardo Romero "cuando era chiquito". Pudo y puede ser otra cosa, en cualquier momento. Incluso antes de nacer.
Romero tiene flamantes 43 años (los cumplió el sábado), siete hijos, mil proyectos y una familia "y una esposa (Miriam) maravillosa que me ayuda y me apoya en todo lo que hago".
Para Romero -quien no estaba "ni enterado" de que ayer se conmemoró el Día internacional de las personas con discapacidad- "la autormarginación y la sobreprotección de la familia son tan o más malas que la marginación".
"Yo no me siento marginado, creo que tiene que ver con la seguridad que me dieron desde que era muy chico, me han pasado algunas cosas feas pero siempre me sobrepuse", dice el radio operador de la dirección municipal de Defensa Civil, bañero y enfermero, entre otros "títulos" .
"Hace unos años trabajaba en la pileta de un club privado: uno de los encargados se me acercó, miró mi pierna más delgada y sin músculos y me dijo que yo no podía trabajar como bañero, yo sólo le dije que estaba capacitado. Me tocaron varios rescates, me pidió perdón y lo acepté. Terminamos siendo amigos", recuerda Romero quien este año trabajará en el operativo seguridad de los balnearios. Estará en una casilla y operando un equipo de radio.
"Es una gran responsabilidad operar una radio o atender el teléfono de Defensa Civil, hay algunas emergencia que ponen en el medio, para que seas el nexo entre la vida y la muerte. Todo queda en en tus manos", agrega Romero. El hombre cree que "las cosas están cambiando, las barreras arquitectónicas y burocráticas cada vez son menos, aunque siguen estando". En ese tren, recuerda que hace algunos años había una delegación de Acción Social en un primer piso.
"Mi gran cambio y el que más sufrí se dio en la adolescencia, creo que mis padres me sobreprotegían y de alguna manera me estaban perjudicando. Cuando era chico, si me caía o me pasaba algo se las agarraban con mis hermanos aunque ellos no tenían nada que ver. En la adolescencia dejé los zapatos ortopédicos, las muletas, todo... y empecé a rebuscármelas solo, fue difícil, sin dudas que fue difícil", recuerda el operador que en diez minutos atendió siete llamados. Fueron de bromistas, chicos que insultan y una mujer jadeante.
"De cien llamados diarios, cincuenta son bromas, es increíble pero es así", se lamenta Romero al tiempo que aclara que -a través del identificador de llamadas- "cuando se trata de algo muy pesado, ubicamos hasta que encontramos a los que nos llaman para hacer una joda". Hay hechos que marcaron la vida de este hombre con discapacidad para movilizarse. "Una vez hubo un incendio en la estación de servicio de la municipalidad, apenas me terminaron de avisar desde acá ordené evacuar el edificio", comenta. Hace unos meses, atendió el llamado de un hombre que avisaba de un accidente: hice lo que hago siempre, mandé ambulancia y policía, yo no lo sabía pero después me enteré que el que había llamado era el intendente. Me mandó a felicitar".
"Hay marginación, automarginación y también discriminación, creo que hay que pelear contra todo y creo que se puede ganar", finalizó.

Foto: Romero: "No me siento marginado, pero creo que tiene que ver con la seguridad que me dieron de chico".

   
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