Sábado 29 de diciembre de 2001

 

SAO: clausuran fábrica por malos olores

 

La empresa se dedica a producir harina de pescado. El municipio ya había intimado a la firma

  SAN ANTONIO OESTE (ASA)- Los fuertes hedores que emana desde hace años la fábrica de harina de pescado ubicada en el sector industrial de San Antonio, obligó a la municipalidad a tomar la decisión de clausurar las instalaciones hasta tanto los propietarios busquen los mecanismos para solucionar el problema, que aqueja diariamente a buena parte de los vecinos del barrio La Loma.
"La decisión se toma por un problema evidente: había muchas familias que no podían seguir viviendo allí, por eso después de varias recorridas por el lugar, charlas con los propietarios y una intimación, ayer al mediodía -por el miércoles- se procedió a la clausura", sostuvo Cristian Mora, titular de la dirección de Inspección General del municipio.
Todos los días, en especial cerca del atardecer, un profundo olor a pescado en mal estado envuelve todo el sector oeste de la ciudad, desde la calle De Vicenzi, hasta el barrio Mario Michelli, a veces hasta pasando las vías del ferrocarril y la calle de acceso, en dirección al norte.
La intensidad y la dirección del viento, en algunas ocasiones hacían llegar las emanaciones hasta el propio centro de la ciudad y la problemática cada día involucraba a más damnificados.
"Los inspectores hacían recorridas, un par de veces me hice presente personalmente, hasta que el jueves 20 intimé a los responsables de la firma a que en 48 horas hábiles solucionen el problema del olor", indicó Mora.
Vencido el plazo, el miércoles al mediodía la planta fue clausurada. Según el funcionario, los propietarios -una familia tandilense de apellido Ballini- argumentaron que desde hace tiempo invirtieron entre 25 y 30 mil pesos para resolver el problema de los malos olores. "Compraron e instalaron un filtro en las chimeneas pero aducen que aún les falta tiempo para que empiece a funcionar bien. Sin embargo, aparentemente los tiempos de ellos no son los mismos que los nuestros", sostuvo Mora.
Por ordenanza, las fábricas procesadoras de pescado radicadas en esta localidad tienen la obligación de enviar todos sus desechos a una planta de harina, que no necesariamente debe ser la que se radica en esta ciudad. Hasta el miércoles las pesqueras llevaron sus residuos a la fábrica local pero ahora se suscita el inconveniente de que no tienen donde enviarlos.
Antiguamente, los residuos se depositaban a cielo abierto en un lugar ubicado a unos 10 kilómetros al sur de esta ciudad, por la ruta 3.
"Provisoriamente, los desechos se llevarán durante esta semana a aquel campo particular que se usaba antes, pero ahora los vamos a tapar con tierra todos los días, para reducir los problemas", indicó el funcionario.
Por el momento, una faja de clausura en el portón y tres temibles perros dobermann es lo único que se ubica en el acceso a la planta. Nadie responde al toque del timbre, mientras el olor continúa sintiéndose -al menos hasta ayer- en las inmediaciones.

El dilema ahora es qué se hará con los desechos

En la planta de harina de pescado trabajaban hasta el miércoles menos de 10 personas que se dedicaban a la descarga de los residuos y al procesamiento de la materia prima para obtener el producto final. Pudo saberse que la fábrica, perteneciente a la firma Harinas San Antonio, estaba equipada para producir entre 30 y 40 toneladas de harina semanales y recibía de las industrias locales los desechos diarios.
Los propietarios habían invertido en una pequeña flota vehicular para evitar que el flete corriera por cuenta de las pesqueras.
De esta manera, la labor industrial estaba en marcha, con vaivenes, pero relativamente firme.
Sin embargo, una falla técnica hasta ahora insuperable terminó por lo pronto con el negocio. Los olores nauseabundos que impregnan las viviendas cercanas -y hasta algunas ubicadas a más de 2.000 metros- obligaron a que el municipio tomara cartas en el asunto y procediera a la clausura.
Ahora los problemas serán otros: por un lado, definir dónde depositar los residuos de las plantas sin generar contaminación, malos olores, proliferación de moscas y gaviotas. Y por otro, tomar una decisión final sobre el futuro de la planta o, en su defecto, lidiar con los propietarios en la Justicia. "Una alternativa es exigirles que pongan una cámara de frío para evitar el estacionamiento del pescado que genera la mayor parte de los olores", sostuvo Mora.
Recién en el transcurso de la próxima semana la municipalidad decidirá qué hacer con Harinas San Antonio. (ASA)

     
     
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