Jueves 27 de diciembre de 2001

 

Indignación y dolor por la muerte del donante

 

Lo mataron en el marco de las guardias para prevenir saqueos en el gran Neuquén. Le había dicho a su esposa que "si pasaba algo", donara sus órganos. Fue salvajemente agredido el sábado.

  NEUQUEN (AN) - Un chico luce una camiseta de Boca, uno la de Ríver, otro la de la selección argentina y otro, montado en una bicicleta, la celeste de vivos blancos que identifica a los equipos de Deportivo Alto Godoy que entrenaba Juan Rufino López, el donante del hígado que le transplantaron a un desocupado bonaerense y le salvó la vida. Tal vez como nunca esas casacas sintetizaron su pasión por el fútbol. "Era su vida, le encantaba jugarlo y enseñarlo a los chicos, para a la vez sacarlos de la calle y evitar que fueran víctimas de tantas cosas malas que pasan hoy en día", reflexionó ayer Marta sobre su esposo muerto, rodeada de niños y vecinos que espontáneamente se acercaron a brindarle afecto y respaldo.
Alrededor de las 3 de madrugada del sábado, en medio de la fiebre "antisaqueos" que se generó en los barrios, como el resto de los vecinos de Gran Neuquén Norte, López salió a la calle junto a su mujer y Nadia, la hija mayor, a prevenir los ataques.
Cuando parecía que volvía la calma, contó ayer Ana, una vecina, un sujeto atacó salvajemente al instructor barrial de fútbol. Las lesiones cerebrales resultaron irreversibles y falleció a la 7 del lunes, tras dos operaciones.
Sin dudarlo, Marta autorizó la ablación de los órganos y el hígado fue llevado de inmediato al hospital de San Martín de Buenos Aires, para ser trasplantado a Marcelo Martínez, de 32 años, padre de siete hijos pequeños.
"Por supuesto que me dolió mucho la decisión, pero no dudé porque hacía justo una semana mi marido me dijo que si le pasaba algo, que donara sus órganos. "Si algo mío puede servir, que sirva", me dijo. Horas antes había visto en el centro una mesa donde anotaban donantes de órganos, él no se anotó, pero esa era su voluntad y ya la respeté", comentó la mujer, de 34 años.
Se habían conocido el 5 de marzo de 1985, a poco de llegar él de Zapala y ella de Chos Malal. "Nos presentó una prima y formamos pareja", recordó. Nadia, de 15 años, la acompañará a visitar a los familiares de Martínez en la ciudad de San Miguel, en un viaje promovido por una canal de TV porteño. También estaba previsto que viajara la madre de la víctima. Lucas de 14 años y Juan Cruz de 7 son los restantes integrantes de la familia. Todos son "fana" de Boca.
Una de las ilusiones de Juan, cuenta su esposa, era conocer personalmente a Diego Maradona, el ídolo indiscutido.
Hacía diez años que la víctima vivía en el barrio y desde entonces le sacaba horas al descanso para dedicárselo a los chicos, a quienes entrenaba en la canchita vecina, de la calle Pérez Novella.
Desde que llegó de Zapala -donde tiene ocho hermanos-, López (42 años) trabajaba en una clásica panadería del centro de la ciudad. Entraba a las 2 de la mañana y salía a las 13. Comía, descansaba un poco y... a la canchita. Instruía a más de cien chicos, "no les cobraba un peso y hasta ponía de su bolsillo", dijo un vecino.
El trágico episodio provocó la indignación de los vecinos, que ayer manifestaron su dolor y bronca por lo ocurrido, un total respaldo a Marta y sus hijos y el reclamo de respuestas de parte de los funcionarios. El viernes harán una marcha por la calles del barrio.
"Hoy -por ayer- nos enteramos que el corazón de Juan iba a ser implantado a un señor de Santa Fe que, como él, también se llama Rufino. Nos dijeron que el riñón sería destinado a los inscriptos en listas de espera", indicó Marta.
La mujer acompañaba a su esposo en todas prácticas de los chicos, es la encargada de lavar el equipo y más de una vez resignó alguna compra para la casa, hasta la más elemental, y destinar la plata para pagar el colectivo que llevaría a los equipos a los torneos en otros barrios o ciudades vecinas.
Marta y su hija presenciaron la trágica agresión que sufrió la víctima, a manos de un joven del barrio. "Ponga que no hubo riña, ni pelea ni, discusión ni nada. El muchacho lo tomó de atrás por el hombro, lo pegó dos trompadas en la cabeza y lo tiró al piso, donde le volvió a pegar. No nos dio tiempo a hacer nada", dijo una vecina.

Los vecinos reclaman justicia

NEUQUEN (AN) - "Su muerte es muy injusta y si bien nadie le devolverá la vida, por lo menos exigimos justicia", dijo uno de los vecinos de Juan López, el instructor de fútbol del Gran Neuquén Norte, muerto el lunes después de una brutal agresión a manos de otro hombre del lugar. Los restos de la víctima fueron donados como lo había pedido días antes de morir, el hígado le fue implantado a un desocupado bonaerense que sufría una hepatitis fulminante y ahora lucha por sobrevivir.
Las expresiones de los vecinos de López trasuntaron una mezcla de reconocimientos a la personalidad de López y la indignación contra el agresor, un joven del mismo barrio.
"Estamos muy mal, porque a Juan lo queríamos todos entrañablemente. Por su bondad, por su hombría de bien, por su disposición a ayudar al que lo necesitara. Ahora queremos a Marta le aseguren un medio de vida. No un subsidio, porque tiene tres hijos y no le alcanza, sino un trabajo digno", remarcó una mujer.
Ayer a la siesta los vecinos se reunieron espontáneamente a la vivienda de López y desgranaron su dolor e indignación. Tenían pensado marchar en horas de la noche para reclamar justicia, pero lo postergaron para el viernes a las 20, porque la esposa de la víctima y su hija viajaban a Buenos Aires.
"Esto es culpa de la inseguridad que sufrimos y por lo tanto es responsabilidad de los funcionarios. A la comisaría 18 la instalaron porque reclamó el barrio. Ahora será necesario que aporte el personal y los medios para que funcione como corresponda", dijo un joven indignado. Otro vecino señaló que el agresor de López debe ser enjuiciado y castigado con todo el rigor de la Ley.
"Quiero que señalar que no fue una pelea y más aún, que Juan no estaba tomado. Yo le había alcanzado un mate y estábamos hablando con naturalidad cuando el agresor apareció sorpresivamente y lo golpeó", señaló una mujer.
Añadió que "los efectivos de un patrullero nos dijeron que estuviéramos atentos y que nos defendiéramos con lo que tuviéramos porque venía un grupo de saqueadores. Dijeron que en la comisaría 18 sólo había tres efectivos y no tenían cómo darnos protección".

Fotos: Marta acompañó durante años la pasión que Juan López sentía por el fútbol y sus ganas de enseñarlo.

   
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