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El cierre de Zanon desencadenó una revuelta callejera, con varios heridos y detenidos

Chicos de jardín corridos por los gases

Los efectos de la represión alcanzaron a mucha gente que no tenía nada que ver

NEUQUEN (AN) - El denso humo de las cubiertas encendidas por los manifestantes y el efecto penetrante de los gases lacrimógenos lanzados irracionalmente por los policías antimotines, se convirtieron en una trampa insavable para los pequeños que llegaban al jardín de infantes de Santiago del Estero y Roca. Padres desesperados que corrían en busca de los chicos, maestros que no sabían si entrar al edificio o salir corriendo y choferes de transportes escolares que quedaron encerrados en los piquetes, las corridas y el avance policial, conformaron la imagen del caos y la violencia que ayer se apoderó de las calles que rodean la casa de gobierno.
Cuando tras un tenso duelo de amenazas entre un grupo de la columna de obreros ceramistas y una decena de efectivos que se alinearon a lo ancho de la calle frente al EPAS, se desató la represión, comenzaron a salir chicos de la escuela 201, a cien metros del epicentro de la refriega. Ahí se vivieron también momentos de dramatismo, con corridas de escolares en medio del aire irrespirable por los gases, el retumbar de los disparos de bombas de lacrimógenos y las balas de goma que eran disparadas sobre los obreros.
No sólo los que iban vestidos con la ropa de grafa beige que identifica a los obreros de Zanon fueron blanco de los balazos. También algunos periodistas y particulares quedaron "marcados" por los impactos. Un periodista recibió una bala de goma en una pierna
Los policías antimotines, con sus característicos uniformes negros y cascos de acrílico, avanzaron desde distintos puntos para sorprender a los manifestantes. Los primeros gases fueron disparados por una formación que apostada en Belgrano y La Rioja, se vio imprevistamente cercada por ceramistas de un lado y una columna de estatales que llegaba para solidarizarse con los primeros.
En pocos minutos la zona se convirtió en un campo de batalla, con un bando haciendo uso de las balas de gomas y gases lacrimógenos y el otro apelando a trozos de baldosas que iba levantando a golpes de las veredas. Por momentos el enfrentamiento fue feroz, en medio de una gran confusión producida por las corridas de los manifestantes y el descontrol de los particulares que no sabían para qué lado disparar.
Un obrero de Zanon, a quien un compañero identificó como Alejo, tenía el rostro y la remera ensangrentado una bala de goma que le dio en la cara. A otro se le vio el "piquete" rojo de un impacto en una pierna. La violencia de la represión no respetó a nadie y así, una mujer de edad avanzada en la calle Roca, a una cuadra de casa de Gobierno, debió ser asistida después de que una granada de gas lacrimógeno explotara junto a la ventana de su vivienda.
Otra clara muestra del nivel de violencia fue la quema de una planta de las oficinas de la dirección de prensa, aparentemente por los cartuchos de la munición policial. Hubo que apelar extinguidores para frenar las llamas.
Los dirigentes gremiales se abocaron a relevar horas después de los hechos el saldo de heridos y si bien no precisaron el número, dijeron que fueron varios aunque con heridas leves. El ministro Jorge Gorosito, también reportó lesionados por el lado de los uniformados.

Se desató una cacería con balas de goma en pleno centro de la ciudad

NEUQUEN (AN) - "¡Ahí va Godoy...! Estamos siguiendo a un grupo en el que va Godoy". Radio en mano, con el pañuelo cubriéndole el rostro al típico estilo de las viejas películas de cow boys, un efectivo policial que comandaba una patrulla iba informando cada movimiento del secretario general del gremio ceramista, Raúl Godoy.
La escena se registró en Santiago del Estero y Elordi, en el inicio del desbande de manifestantes tras la violenta represión en casa de gobierno. "¡Hay que agarrarlo!", fue el grito tras el cual los efectivos se lanzaron en frenética carrera tras el dirigente y la decena de obreros que lo acompañaban. Entre ellos iban varias mujeres, que ante la amenaza policial huyeron cruzando plaza Güemes hacia arriba.
Un patrullero con un efectivo de civil al volante y una mujer policía de acompañante salió al paso de un grupo de manifestantes, pero ante la tenaz resistencia de los manifestantes -la mayoría mujeres- y la tardía llegada de los refuerzos, quedaron con las manos vacías.
Pero lo que no lograron los policías a pie lo consiguieron los motoristas, que corretearon a los obreros saltando puentes y atravesando canteros, y tras tirarlos boca abajo en calle, los esposaron y a empellones los subieron a un celular. Uno de los manifestantes fue alcanzado frente al Tribunal Superior de Justicia, en la calle Antártida Argentina.
A quien no lograron detener fue, precisamente, a Godoy. "Me persiguieron, pero me alcanzaron y no me van a agarrar", dijo minutos después el dirigente.
En la esquina de Santa Fe y Alberdi media docena de manifestantes estuvieron varios minutos tirados en el piso, esposados, hasta que pasó a levantarlos el celular policial.
La violencia que descargaron los policías en las detenciones fue brutal en algunos en algunos casos. En el inicio de los incidentes, un efectivo aprisionó a un manifestante contra el autobomba de bomberos cruzándole la escopeta lanzagases en el cuello. Ahogada por los gases una mujer cayó en el medio de la calle y un hombre tuvo que ser auxiliado por paramédicos, afectado por la asfixia.
"Todos vieron cómo dispararon balas de goma a quemarropa contra la gente, sin importarles las consecuencias. Hasta a un niño que salía de la escuela fue víctima de tanta violencia", denunció Pedro Vanrell, dirigente de Aten. Otro de los epicentros de los disturbios fue el hospital Castro Rendón. Un grupo de manifestantes buscó refugio de los gases en el salón de entrada, pero hasta en ese lugar reprimieron, con gases y balas de goma, los efectivos de la Despo.

Foto: En la zona donde se desencadenó la refriega hubo escenas de padres desesperados que retiraban a sus hijos de jardines y escuelas primarias.