Lunes 31 de diciembre de 2001

 

Campesinos de Colombia pierden la fe en la sustitución de la coca

 

El programa impulsado por Estados Unidos para poder eliminar la producción de coca en Colombia afronta numerosas dificultades. Buena parte de las promesas que recibieron los campesinos no se cumplieron y otras derivaron en una superpoblación de un mismo producto.

  VALLE DE GUAMUES, Colombia- Sentado en un improvisado y vacío bar en las selvas bajo control de la guerrilla izquierdista en el sur de Colombia, Pablo bebe una cerveza templada y mira con tristeza las marchitas plantaciones de hoja de coca que sembró por primera vez hace dos décadas.
Pionero en el negocio de la cocaína en Colombia, Pablo, un campesino de 53 años y padre de cinco hijos, accedió voluntariamente a dejar de plantar coca -materia prima de la cocaína- bajo un incipiente acuerdo de sustitución de cultivos con el gobierno.
Pero Pablo dice que el gobierno nunca le dio una oportunidad. Un viernes por la mañana a fines de noviembre, el Ejército envió una avioneta negra Cessna para fumigar con herbicidas su granja en el Valle de Guamues, destruyendo su escasa cosecha junto a sus plantaciones de coca.
"Rompieron su promesa. Dijeron que no fumigarían si firmábamos los pactos", aseguró Pablo, elevando su voz para hacerse oir en medio de la fuerte lluvia que caía afuera. "Todo el mundo se morirá de hambre. ¿Entiende?"
Aquí, en el corazón de la gue-rra contra la cocaína de este país, los campesinos están perdiendo la fe rápidamente en el programa de sustitución de cultivos. El plan, que se inició este año, está plagado de problemas como una pobre planeación y la resistencia de los campesinos y de los grupos armados ilegales que son los actores de una guerra de 37 años.
El gobierno de Bogotá pide a los campesinos que cultivan coca que sean pacientes y afirma que la ayuda prometida está en camino.
La fumigación de cultivos ilícitos, la punta de lanza del multimillonario Plan Colombia apoyado por Estados Unidos, sólo afectará a los campesinos que no firmen los pactos de sustitución de cultivos o a aquellos que no cumplieron su palabra, explica el gobierno.
"Estamos en un momento particularmente importante," dijo Gonzalo de Francisco, encargado de distribuir ayuda en el departamento de Putumayo, el cual incluye al Valle del Guamues, y que produce la mitad de toda la hoja de coca que se cultiva en Colombia, el primer productor mundial de cocaína.
"(El gobierno) está tratando de demostrar y que (los cultivadores de coca) demuestren que se puede lograr la reducción de hectáreas de coca por una vía distinta a la erradicación forzosa", aseguró el funcionario gubernamental.
A cuatro horas por carreteras peligrosas desde el corazón del Valle de Guamues, se encuentra la pequeña oficina de Juan Carlos Espinosa en Puerto Asís, una ciudad de Putumayo.
El gobierno escogió a la organización no gubernamen-tal de Espinosa, Fundaempresa, para distribuir más de 5 millones de dólares en ayuda de sustitución de cultivos a 6.000 de las 35.000 familias que firmaron los pactos.
La ayuda está destinada a "colonos" como Pablo, campesinos sin tierra que llegaron a esta zona selvática, fronteriza con Ecuador, en la década de 1980 en busca de mejor vida. Al llegar, encontraron coca y plantaron más coca que en ninguna otra parte del planeta.
Espinosa dice que no puede distribuir la ayuda porque el 90 por ciento de los recursos prometidos por el gobierno no han llegado aún.
El debe entregar a cada familia el equivalente de 865 dólares en gallinas, ganado, semillas y fertilizantes para que los campesinos puedan sobrevivir cultivando otros productos que no sea la coca, la cual genera unos 4.000 dólares al año en un plantío de tres hectáreas, toda una fortuna aquí.
Si después de seis meses de recibir la ayuda, los campesinos no dejan la coca, esta será fumigada. Para Espinosa, el proyecto está plagado de dolores de cabeza y de peligro. (Reuters)

Si no cambia, el programa fracasa

Reunida con reporteros de Reuters en una habitación de un hotel en Puerto Asís, una funcionaria del programa de asistencia, que pidió ser identificada como Maggie, dijo que la violencia en esta región no es el único problema que enfrentan las ONGs.
Hablando en susurros, advirtió sobre la pobre planeación y el desorden administrativo que podrían condenar el programa a sólo proveer subsistencia a los agricultores, en vez de la nueva economía que pueda remplazar la ilegal cosecha en el Putumayo.
"Hay ciudades enteras donde todo el mundo recibió pollos (como asistencia para la sustitución de cultivos). Entonces, a quién le van a vender los pollos si todo el mundo los tiene", se preguntó Maggie.
"Pienso que vamos a necesitar admitir que si las cosas no cambian, el programa (de sustitución de cultivos) va a fracasar", agregó.
Pero la ayuda no ha llegado a todo el Putumayo, donde se han empezado a escuchar acusaciones de corrupción. En centenares de páginas compiladas por la alcaldía de Puerto Asís, agricultores acusan a ONGs de cobrar a las familias cuando distribuyen su ayuda, inflando el costo de los productos en cerca del doble de lo que valen en el mercado minorista. Funcionarios de las ONGs rechazaron vehementemente las acusaciones, pero reconocieron que fueron incapaces de investigar. Muchas de las acusaciones fueron hechas al amparo del anonimato, dado que muchos de los cultivadores dijeron temer por sus vidas. (Reuters)
     
     
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