Lunes 31 de diciembre de 2001

 

Sacoleiros: ocaso de una forma de subsistencia en la Triple Frontera

 

Son contrabandistas que pasan mercadería del Paraguay al Brasil.

  CIUDAD DEL ESTE, Paraguay (Javier Lojo, enviado especial).- El húmedo calor del medio día se sentía de lleno sobre nuestras cabezas.
Estábamos a la espera de algún tipo de señal para ver -y retratar- cómo algo más de un centenar de sacoleiros apostados displicentemente del lado paraguayo, se lanzan a la carrera sobre el puente "De la Amistad" buscando tierra brasileña.
La señal llegó, y con el acordado repliegue de la Policía Federal carioca, los sacoleiros con las cargas atadas a sus espaldas comienzan la frenética corrida de algo más de 200 metros que dividen ambos Estados, ante la atónita mirada de los miles de turistas que en ese momento circu- lan por el lugar.
Antes de llegar al extremo del puente, donde está asentada la aduana brasileña, comienza la segunda etapa del trabajo.
Con signos de cansancio por la corrida, muchos se desprenden de sus mochilas, cargadas de cigarrillos o marihuana, las que son lanzadas desde el puente hacia el vacío sobre tierra firme brasileña.
Algo más de 50 metros de altura hay desde el borde del puente a las tierras brasileñas que son bañadas por las aguas del río Paraná.
En tierra, la mercadería es recibida por "socios" que la llevan a los depósitos que se encuentran a metros del lugar, en los alrededores de Foz do Iguazú, para ser distribuida en Río de Janeiro, San Pablo y sobre algunas provincias del territorio argentino.
Otros, prefieren trepar los altos alambrados que comienzan a aparecer en los últimos treinta metros del puente y, pasado este escollo, hay sólo tres metros que saltar para llegar a tierra firme brasileña.
De allí, sin ser molestados por nadie, comienzan su camino hacia los depósitos de Foz do Iguazú teniendo la mercadería el mismo destino que en el caso anterior.
Todo este intenso proceso ilegal se efectúa entre tres y ocho veces por día.
Terminado el trabajo, la ciudad se sumerge en un festejo silencioso. La alegría no se contiene y se hace notar en los curtidos rostros de los sacoleiros, quienes comienzan a hacer cuen-tas imaginarias sobre todo lo que podrían ganar organizando el comercio entre ambos países.
La demanda de fin de año, ayudaba a consolidar ese sueño, un sueño que podía hacerse realidad hacia fines de 1998.
Eran días de gloria, cuando Ciudad del Este parecía no tener límites.
Las revistas internacionales la habían proclamado como la tercera ciudad comercial del mundo -computando las ventas per cápita- con una facturación anual, legal e ilegal, cercana a los 13.000 millones de dólares por año.
Hong Kong y Miami, líderes en el negocio, comenzaban a mirarla con cierto resquemor.
Pero la ciudad ya no ríe. Acosada en la actualidad por el Mercosur y las acusaciones sobre presuntas células terroristas islámicas, el comercio comenzó a resquebrajarse y los sacoleiros sintieron el golpe.
"Somos una especie en extinción", nos comenta Carlos, sacoleiro de profesión, con una amplia sonrisa que desnuda su precaria dentadura marcada por los años.
El gobierno de Fernando Cardoso, hasta septiembre de este año permitía el paso de mercadería proveniente de Ciudad del Este hasta un valor de 100 dólares.
Obviamente esto determinaba que poco era lo revisado por las autoridades aduaneras y la presión de Estados Unidos se hizo sentir después del 11 de septiembre.
La nueva reglamentación, impuesta a partir de octubre del 2001, impide el pasaje de todo tipo de producto desde tierras paraguayas.
El "tráfico legal" de mercadería fue cortado y muchos sacoleiros quedaron a la espera de una respuesta del gobierno brasileño que, obviamente, nunca llegó.
Los miles y miles de sacoleiros que hace tres años arribaban desde distintos puntos del Brasil para adquirir mercadería en forma legal, que luego era revendida en Sao Paulo, Río de Janeiro y Porto Alegre, desaparecieron.
Hoy sólo se observan corridas esporádicas en el puente "De la Amistad" intentando contrabandear productos y buscando perpetuar aquellos días de gloria del comercio.
"Ya todo es más difícil. Sólo "los grandes" son lo que arreglan con la Federal (Policía brasileña) para poder seguir con el comercio", señala Carlos, en tono de protesta, durante otra parte de la conversación.
Los grandes que comenta Carlos se definen como importantes empresarios que tienen "privilegios" por estar ligados al poder político de turno.
"Es que el 60% de los impuestos aduaneros que hoy obtiene el gobierno paraguayo salen de aquí. Esta ciudad la tienen que mantener viva porque es la caja chica de donde se financia toda la política del actual gobierno", nos comenta, sin reparos, Héctor Guerín, director del diario "La Vanguardia" que se imprime allí.
Para este periodista, sobre el cual ya pesa su quinta amenaza de muerte por parte del narcotráfico, el otro gran negocio de Ciudad del Este es el fraude aduanero.
"De cada 100 camiones registrados como salidos del lado brasileño sólo cinco entran oficialmente a territorio paraguayo. Noventa y cinco desaparecen antes de cruzar el puente De la Amistad", comenta en tono irónico. La conversación continúa intercambiando tereré y al consultarle sobre el futuro de los sacoleiros sólo atina a reflexionar: "pobres diablos, ellos son los que asumen todo el costo de este cambio".
Finalizada la charla nos queda la sensación de que la esencia que mantuvo viva durante todo este tiempo a Ciudad del Este, el contrabando, continúa sin límites.
Los métodos son los que cambiaron y junto con ellos los sacoleiros pasaron a ser historia, todavía viva, de una ciudad que sigue dando lucha pese al avance de Estados Unidos y el Mercosur en la región.

Un trabajo que comenzó a gestarse en la década del "70

CIUDAD DEL ESTE, Paraguay (Enviado especial).- En 1957 nace en Paraguay, producto del egocentrismo del presidente de turno, el general del ejercito Alfredo Stroessner, la población que lleva su nombre: Puerto Stroessner.
Ya en 1970 la ciudad alberga más de 18.000 habitantes y el gobierno decide, para dar impulso a esa región, liberar de impuestos a todo el comercio de esa ciudad.
A partir de ese momento comienza el vertiginoso ascenso de Puerto Stroessner, llegando a facturar los comercios de la ciudad algo más de 17.000 millones de dólares a mediados de la década del "80.
Toda la mercadería que ingresaba de Oriente y Miami llegaba a muy bajos precios.
Hacia mediados del "70 miles eran las personas que invadían la ciudad desde distintos puntos del Brasil con el objetivo de comprar mercadería en este puerto seco libre, para luego venderla en las grandes ciudades como Porto Alegre, San Pablo y Río de Janeiro.
Y es en esta época que nace el nombre de sacoleiro, que en portugués significa "hombres que cargan grandes sacas (bultos)".
En 1989, el gobierno militar es derrocado en Paraguay y Puerto Stroessner pasa a llamarse Ciudad del Este.
A partir de este año, comienzan a aparecer las limitaciones al comercio. Nace la primera ley en Brasil que determina que sólo se podrá pasar hasta 500 dólares por persona con mercadería proveniente del Paraguay.
Pero eso no frenó a los sacoleiros. Unos 5.000 cruzaban la frontera por semana llevándose electrodomésticos, computadoras y marihuana, entre otros tantos productos, para ser comercializados en el Brasil.
En 1992 esa cifra cae a 250 dólares y en el "97 cambia la legislación y sólo se permiten compras no mayores a los 100 dólares hasta llegar al día de hoy que ya no se permite, en teoría, el paso de mercadería por esta frontera.
La impunidad de la época del general Stroessner es añorada por algunos comerciantes de Ciudad del Este.
Para muchos de ellos, la posible llegada del general Lino Oviedo al poder es la única salida que tiene el Paraguay para romper con el cerco del Mercosur y Estados Unidos y, de esta manera, "dejarnos trabajar en paz a todos los esteños", comenta melancólico un empre- sario con un complejo vocabulario entre un rústico portuñol y un inentendible acento árabe.
Se extraña la década del "80, con los colectivos llenos de sacoleiros provenientes del Brasil, que dormían en los asientos para ahorrar dinero, cargando mercadería para revender en su país.
Se extrañan las corridas por el puente y sus posteriores festejos. Se extraña el pasado, un pasado que difícilmente se vuelva realidad en estos tiempos.

Foto: Estas cajas van hacia el puente "De la Amistad" y de allí al lado brasileño a través de los sacoleiros.

     
     
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