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Una sola semana corrió desde la asunción de Adolfo Rodríguez Saá, pero la hiperkinesis de sus decisiones encienden luces de alarma que el peronismo ya debate, y seguramente buena parte de la sociedad observa con inquietud:
- El anuncio de la creación de un millón de puestos de trabajo: clara demagogia. Terminará siendo subsidio o regalo encubierto de 200 "argentinos" per cápita, que casi con seguridad no se retribuirán con trabajo y que terminarán pidiendo todos. Herramienta política apropiada para que los nichos políticos manejen a su antojo en municipalidades y provincias.
- La irrupción de una tercera moneda: viene "garantizada" por los pocos bienes que al Estado le quedan que -irrisoriamente al decir del Presidente- incluyen el Congreso y la Casa Rosada. A esta altura casi no quedan dudas de que la moneda nacerá devaluada y su emisión será inflacionaria y a mansalva (el único funcionario que con franqueza reveló los planes de emitir 15.000 millones fue despedido ayer). El gobierno necesita "darle a la maquinita" para cumplir con todas las promesas hechas en siete días (planes de empleo, devolución del 13% a estatales y jubilados, etc.). Salvo que realmente se cumpla lo prometido por los legisladores oficialistas, es decir, impedir una emisión superior de 3.500 millones.
- Adiós al ajuste: el déficit cero, aun considerado pretensioso, hoy directamente ni se considera. Deja de ser tomado como imposición cultural y abre las puertas del dispendio. Penosas fueron las expresiones de Daer a la salida del acto populista de la CGT y Rodríguez Saá, cuando dijo: "Se terminó el ajuste". A esta tesis sin dudas adherirá con facilidad cuanto gobernante pueda, salvo los conscientes de lo que esto significa para el futuro del país.
- El mismo encuadre corresponde asignar a la cesación de pagos declarada por el gobierno. Estaba claro que el "default" era un hecho. Argentina no podía pagar una mínima porción de los voraces servicios de la deuda, pero el anuncio se ha transmitido con jolgorio como el triunfo de la cultura del no pago, emitiendo al mundo una señal que a estas horas más de un país debe estar viendo con preocupación. Así, la poca fiabilidad y seguridad jurídica sobre Argentina corren riesgo de quedar aniquiladas.
- Más anuncios que sobresaltan: derogación de las flexibilizaciones laborales sin una argumentación clara (en realidad, una concesión para la CGT), garantías de que el manejo del PAMI quedará en manos gremiales, reflotamiento del Consejo del Salario Mínimo y Móvil con promesa de aumentos de salarios, seguridades dadas al sector más repudiado de las Madres de que serán liberados hasta los vándalos que saquearon comercios, etc.
- La formación de un gabinete: que parece privilegiar una variopinta distribución para contentar a cada sector del PJ antes que la aptitud, trayectoria o la ética de sus componentes. Francamente difícil de digerir las designaciones de José María Vernet y Carlos Grosso, por ejemplo.
En fin, muchas decisiones -conjunción de estatismo, populismo y movimientismo- que se precipitan al galope, al ritmo de un Presidente cuyo rostro deschava avidez de perpetuarse, tomando "en 90 días" decisiones bien sostenibles, casi imposibles de retroceder.
Hoy la mayor parte de los dirigentes del PJ con fuertes aspiraciones de poder comienzan a lamentar la determinación apresurada de colocar en una función meramente transitiva, a un político enigmático sin haber ponderado bien su perfil.
Son los mismos dirigentes que quisieron hacer una demostración unívoca de poder al bajar todos en bloque, a horas del retiro de un presidente desvencijado, anunciando como un hecho consumado tres grandes decisiones que sólo correspondían ser tomadas por la Asamblea Legislativa: presidente interino, elecciones el 3 de marzo y ley de lemas.
Aun no se ha escuchado con todas las letras un "mea culpa" de cómo se vulneró la organicidad y la norma, y se ha convertido en mera formalidad un acto republicano.
Mientras, el país asiste al vértigo de decisiones acordes a un período electoral, de parte de un Presidente que en la superficie tiene reputación de buen administrador de cuentas en su provincia. Pero quienes han hurgado (como el equipo de Telenoche Investiga en noviembre del año pasado) saben que hay mucho por explicar del régimen de promoción industrial del gobierno puntano, que alienta la radicación de empresas "a cambio de exenciones impositivas pero también contribuciones especiales a la caja del gobierno provincial".
Una semana después, los corrillos del peronismo discuten lo que correspondía hacer en el santuario de la Asamblea: la transgresión de la ley electoral y los enigmas de un presidente, además de las consecuencias de su gestión para el país que, en esta dirección -y a excepción de los alentadores enunciados de fuertes recortes en cargos políticos-, pueden ser sombrías.
Italo Pisani
ipisani@rionegro.com.ar
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