Viernes 28 de diciembre de 2001

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Rodríguez Saá recibe respaldo del PJ y la UCR

 

¿Habrá elecciones en marzo?

 
  BUENOS AIRES (ABA).- ¿Cómo se resolverá la disputa por el poder político que se avecina en la Argentina? Ese es el interrogante abierto tras la irrupción de un presidente consagrado por una Asamblea Legislativa.
En concreto, está latente la duda acerca de si se realizarán las elecciones presidenciales el próximo 3 de marzo (de acuerdo a lo establecido por dicha Asamblea), o sí el mandato de Rodríguez Saá se extenderá hasta el 2003, para completar el período asignado a su antecesor, Fernando de la Rúa.
Pero la crisis derivada de un presidente que sale eyectado del cargo, provocando un vacío de poder por la falta de un sucesor directo, no es nada novedoso en América Latina. De todos modos, pese a datos inquietantes sobre la salud de la democracia en el continente, es cierto que todas las crisis desatadas en los 90 se resolvieron dentro de las reglas del sistema.
Con esa prevención, viene al caso refrescar algunas experiencias con muchos puntos en común en relación a lo que ahora ocurre en nuestro país.
El 23 de marzo de 1999, el asesinato del vicepresidente paraguayo Luis María Argaña dejó al país limítrofe en un virtual estado de acefalía. El entonces presidente Raúl Cubas Grau -sindicado como aliado del supuesto autor intelectual del magnicidio, Lino Oviedo-, se vio forzado a renunciar.
Sin los dos integrantes del Ejecutivo, asumió entonces la conducción del Paraguay el titular del Senado, Luis González Macchi. Antiguo aliado de Argaña, González Macchi asumió el gobierno "interinamente", anunciando su voluntad de -una vez "normalizado" el país- convocar a elecciones.
Sin embargo, tiempo después comenzó una disputa jurídica hasta que la Corte Suprema guaraní confirmó la continuidad de González Macchi "hasta el año 2003".
Sólo se convocó a elecciones para vicepresidente, y en la misma triunfó Julio Cesar Franco del partido Liberal, crítico del propio presidente.
La gestión de Macchi es centro de numerosos cuestionamientos, no sólo por la recesión que sacude al país, sino también -entre otras cosas- por disponer de un automóvil ilegal probablemente ingresado de contrabando. En definitiva, la permanencia de González Machi obedeció a la decisión del Partido Colorado de mantener el status quo, ante la amenaza de una línea interna y de la misma oposición que en principio había adherido al actual presidente del país limítrofe.
Distinto fue lo ocurrido en Perú, donde después de la ida de Alberto Fujimori, fue consagrado como mandatario interino un viejo legislador de Acción Popular, Valentín Paniagua. Este convocó a una verdadera unión nacional, nombrando a Javier Pérez de Cuellar como Primer Ministro.
El ex secretario general de Naciones Unidas, así describió la misión del itinerato: "El país tiene que gobernarse con parámetros técnicos en un 100 %, mientras los partidos políticos se ocupan de los problemas electorales". Las metas fueron la lucha contra la corrupción, la libertad de prensa y la estabilidad económica. Ni un día después al indicado, Alejandro Toledo -después de derrotar a Alan García- recibió los atributos del mando.
Muy especial fue el caso de Ecuador donde Jamil Mahuad fue destituido tras entrar el país en default, pero el vicepresidente Gustavo Noboa rápidamente lo sustituyó (superando una sublevación indígena) completando la dolarización iniciada por aquel. Antes, en Brasil, Itamar Franco completó el período de Collor de Melho (condenado en juicio político).
En estos dos últimos casos la permanencia de un vicepresidente descomprimió la situación.
Sin avanzar en la cuestión argentina, la experiencia indica que cuando se plantean metas a largo plazo que exceden los aspectos técnicos es difícil esperar una rápida salida del poder.
En los anuncios de Rodríguez Saá se advierte un decisión de ir más alla de un período de tres meses de gobierno. Los argumentos que podría esgrimir para fundamentar su permanencia serían el jurídico (las elecciones anticipadas tendrían que ser establecidas por mayorías especiales en cada una de las Cámaras), o el práctico (que medidas eficaces puede tomar una gestión de tan escasa duración).

Claudio Rabinovitch

     
     
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