Miércoles 26 de diciembre de 2001

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Cohesionados, los obispos advierten

 
  Cohesionada en una única línea de interpretación y discurso.
Así se expresó en esta Navidad el conjunto de la jerarquía de la Iglesia Católica Argentina en relación con la situación que vive el país.
Lo hizo a través de sus obispos, que casi al unísono emitieron mensajes sin eufemismos para que la política y la sociedad actúen con la madurez que los problemas exigen.
"Son horas en que todos debemos asumir actitudes de heroica generosidad, saber ser responsables cumpliendo cabalmente con nuestros compromisos y deberes, y haciendo los renunciamientos necesarios para servir mejor a los demás", señaló monseñor Stanislao Karlic, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina.
Y a él se unió la totalidad de los obispos del país. Las que siguen son algunas de sus opiniones.
* Carmelo Giaquinta (Resistencia): "El esfuerzo no hecho por el pueblo no haría sino dilatar la curación de la enfermedad y haría que el dolor sea más agudo. Por cierto que el esfuerzo debe ser proporcional y equitativo. Y de él deben ser eximidos los más débiles. Una condición necesaria para comenzar la reconstrucción es la calma social, elemento previo a la paz y a la justicia, al trabajo y al progreso. Con violencia todo se pierde".
* Agustín Radrizzani (Lomas de Zamora): "Lo que importa en este momento es el lógico consenso y que se llegue a una mesa de diálogo para sacar a la patria adelante. Hay que convocar a todos y no sentirse los súperman de la situación, porque cuando se consensúa algo, tiene mucha más fortaleza".
* José M. Arancedo (Mar del Plata): "Lejos de toda especulación egoísta, debemos anteponer el bien común a todo interés mezquino. El necesario camino de diálogo que debemos transitar debe construirse sobre la sincera búsqueda de la verdad, y debe tener como exigencia moral, atender a la justicia social que repare y acompañe el grave deterioro de quienes menos tienen".
* Edgardo Storni (Santa Fe): "No podemos abrazar a Dios si seguimos jugando a las injusticias y opresiones, a la violencia y a la muerte entre nosotros. Ni divinizando al mercado y legislando en favor de la especulación y la usura, de las bancas y los casinos, oprimiendo al obrero, provocando el desempleo, alimentando la vagancia".
* Obispos de Río Negro: "La triste realidad de que gente se muera de hambre tiene sus responsables, en mayor o menor medida. Una realidad que no es fruto de la casualidad, sino que es consecuencia de un plan, de un proyecto que se lleva adelante con una finalidad bien precisa: que pocos tengan una riqueza cada vez mayor. Entre todos es posible crear una sociedad distinta, una sociedad donde la solidaridad sea una realidad y donde todos tengan un lugar en el banquete de la vida".
     
     
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