La entrega de alimentos llevó calma a Bariloche
El refuerzo de la red de asistencia contribuyó a aquietar los reclamos sociales que alcanzaron su pico máximo de violencia el pasado jueves, mientras la ciudad recuperaba lentamente su ritmo habitual.
Bajo la coordinación de Cáritas se distribuyeron más de 3.500 bolsas de comida -con elementos de primera necesidad- armadas contra reloj por religiosos y voluntarios. Los alimentos fueron provistos por los supermercadistas y algunos particulares en una segunda donación que rondó los 13.000 kilos.
La mayor parte fue distribuida entre los asentamientos carenciados del Alto, los barrios Arrayanes, Eva Perón, Mutisias, Lera, San Francisco y las viviendas más necesitadas del IPPV.
La Hermana Julia, responsable del operativo de Cáritas, aseguró que "se respondió al pedido de las juntas vecinales y la emergencia está medianamente cubierta para este fin de semana" y desestimó la posibilidad de nuevos saqueos movidos por el hambre.
La religiosa manifestó su satisfacción por la organización alcanzada. "A diferencia de ayer (por el viernes), que estábamos decepcionados porque no cubríamos ni la mitad de las necesidades de la gente, hoy (por ayer) estamos agostados pero contentos porque llegamos a todos". A partir del lunes se reiniciará la recolección de donativos a fin de reforzar la asistencia alimentaria con un nuevo reparto bolsas entre el jueves y viernes.
Por su parte, la comuna prometió reforzar la asistencia en los comedores comunitarios que esta semana se debilitó por el paro del personal municipal, que continúa reclamando el pago de los salarios de noviembre (ver aparte). La secretaria de Desarrollo Social, Elsa Palomo, enfatizó que "si es necesario utilizar una estructura por afuera (de la planta municipal) lo voy a hacer, ya que los alimentos para los comedores los tenemos".
La funcionaria informó que el lunes se volverá a reunir con el comité de Emergencia para "planificar la asistencia a mediano plazo", oportunidad en la que se evaluarán los compromisos alcanzados con Nación y provincia en torno a los planes laborales y la disponibilidad de recursos para enero.
Tras dos días de parálisis autoimpuesta, que dejó las calles del centro comercial desiertas, la ciudad recobró ayer su fisonomía habitual con la reapertura de locales y la renovación de vidrieras, pero con pocos clientes.
El temor que llevó al cierre masivo de los comercios evitó daños materiales pero dejó un drástico saldo económico para el empresariado, que aspiraba a repuntar las alicaídas ventas de diciembre con la llegada de la navidad.
La mayor actividad se concentró en los supermercados, donde los clientes se agolparon en busca de víveres para vestir la mesa navideña y debieron soportar colas de hasta una hora frente a las cajas registradoras.
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