Jueves 20 de diciembre de 2001

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De la Rúa pidió mantener la calma y la gente salía masivamente a las calles

 

Sin capacidad de reacción

 
  BUENOS AIRES (ABA).- "No responde, está groggy". Con los ojos llorosos, una directora del Banco Nación de fácil acceso al despacho presidencial en la Casa Rosada, se refería de esa manera al estado de Fernando De la Rúa, en horas de la mañana cuando ya se discutía la declaración del estado de sitio para conjurar los estallidos sociales o la convocatoria de una asamblea nacional por parte del justicialismo, la principal fuerza de la oposición, para provocar una mutación en la cúspide del poder.
La situación casi enfermiza de "no contesta" del Presidente se instaló en el Congreso, donde el PJ se aprestaba a darle juego preponderante al senador misionero Ramón Puerta, en estos tiempos de "excepcionalidad institucional", según la definición del rionegrino Miguel Pichetto.
Mientras tanto, los legisladores del radicalismo trataban de conciliar algunos puntos esenciales con sus atropelladores colegas peronistas para dar urgentes soluciones a las demandas de los sectores más humildes. "Queremos que (Domingo) Cavallo se vaya cuanto antes", se sinceraban varios de ellos, sin especificar si la eventual caída del ministro de Economía conllevaría la salida anticipada del jefe de Estado.
Por supuesto que el presupuesto para el 2002 tal como fue remitido el lunes por la noche por el Ejecutivo al Congreso quedó convertido en una cuestión abstracta.
El rionegrino radical Luis Falcó era uno de los más activos negociadores con pares justicialistas, en la búsqueda de programas de alimentos, disminución urgente del gasto público y seguros de desempleos para un universo que oscila entre 1 y 3 millones de personas.
Las modificaciones en el presupuesto, atendiendo a las exigencias perentorias del Fondo Monetario Internacional, se trataban de hacer sin tocar los aguinaldos, jubilaciones, subsidios y el incentivo docente.
En sesión permanente para suplir la incapacidad de reacción de los ocupantes de la Casa de Gobierno, diputados y senadores se juramentaron a tener un presupuesto en los próximos diez días. "Es imprescindible para mejorar la relación política con el Fondo Monetario", admitieron.
Liberar fondos fue la consigna lanzada por Raúl Alfonsín, quien llamó a reflexionar sobre la utilidad que declarara el estado de sitio que él - recordó - padeció en 1989 con un 7 por ciento de desocupación y más dinero que ahora en circulación. "Ojo - advirtió - ahora están secando el mercado y el desempleo real llega a casi el 30 por ciento"
Alfonsín se disgustó con la actitud parecida a "tiburones sedientos de sangre" observada en varios dirigentes peronistas por la mañana, pero con el correr de las horas estos también se asustaron de la rebelión de los más pobres y aceptaron pautar con el líder de la UCR, cambios profundos en el elenco de ministros del PEN. Cavallo no se quería ir por las buenas, pero aceptaba que había cometido un error con la bancarización, pues había dejado sin efectivo a muchos padres de familias que viven bajo las reglas no escritas de una economía informal.
El eje Eduardo Caamaño y Ramón Puerta, titulares de las dos cámaras, decidió quitarle los superpoderes a Cavallo y dar disponibilidad total a los salarios de los trabajadores. Le reprocharon a "Mingo" haber permitido a los grandes depositantes sacar la plata del sistema financiero.
"Tenía que haber tomado las medidas tres meses antes. Y le hubiera bastado concentrarse en los plazos fijos y en las cajas de ahorro", sintetizaba Pichetto el malhumor del Congreso con el Ejecutivo.
Pasadas las 19 de ayer, De la Rúa se resistía a descabezar a todo su gabinete, pero los parlamentarios que pudieron dialogar con él antes de que se fuera a una ceremonia militar en la que no hizo ninguna alusión al conflicto interno, le advirtieron que si continuaba inactivo se verían obligados a iniciarle juicio político para destituirlo.
La avanzada del Congreso se hace con el Partido Justicialista huérfano de un liderazgo excluyente. La alianza (trunca) que selló la semana pasada Fernando De la Rúa con su antecesor Carlos Menem, los hizo trastabillar a los dos y abrió una etapa definitoria que políticamente, en lo inmediato, tiene un nombre, Puerta, y un contenido, la convulsión.


Arnaldo Paganetti

     
     
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