Tarde de perros en días perros vivió ayer la UCR

VILLA GIARDINO (Córdoba).- El radicalismo rechazó la devaluación, la dolarización y nuevos ajustes presupuestarios.
Lo hizo en el suave paisaje serrano que define a esta localidad, testigo ayer de la "tarde de perros" que vivió aquí la más que centenaria Unión Cívica Radical.
Blanco de la profundas contradicciones que le devienen de ser la viga política más importante del gobierno nacional, el partido expresó, vía la reunión de su Comité Nacional, el profundo desencuentro existente en su frente interno en relación con la interpretación de la crisis que somete al país y las alternativas para superarla.
Como corolario del tenso debate, surgió un documento que compromete al radicalismo a prestar "todo su apoyo" al proyecto de la administración De la Rúa de reprogramar los pagos de deuda externa. Pero a renglón seguido advierte que ese camino debe recorrerse "sin seguir la agenda del FMI y sin que se afecten los intereses de la población". Se rechazan además la dolarización ,la devaluación como métodos para superar la crisis. También nuevos ajustes presupuestarios
El cónclave se caracterizó por los cruces verbales entre el ministro del Interior, Ramón Mestre, y dirigentes radicales que confrontan con el gobierno: Leopoldo Moreau y Jesús Rodríguez, entre otros.
Los gritos se instalaron en el debate cuando Mestre fue interrumpido intempestivamente por Rodríguez mientras defendía el rumbo del gobierno de Fernando de la Rúa.
A partir de ese momento todo se desarrolló bajo una fuerte tensión. Un estado emocional que incluso fue atizado desde afuera del cónclave al conocerse duras declaraciones contra el gobierno provenientes de planos con poder en la vida del partido.
Ese fue el caso de la opinión vertida por el gobernador de Entre Ríos, que se expandió como reguero de pólvora entre los delegados. "Este no es un gobierno radical, es un gobierno en el cual hay radicales. No hay duda de que éste es el gobierno del ministro de Economía Domingo Cavallo", dijo Montiel a una emisora porteña y sumó presión al cónclave de Villa Giardino.
Y el documento emitido contiene la promesa de la UCR de convocar en treinta días a "las fuerzas progresistas de la política, a los sectores sociales, de la producción, el trabajo, la educación y la cultura" para "fortalecer, profundizar y ampliar la base de sustentación social y política de la Alianza".
También anuncian su intención de "ratificar la voluntad de la concertación, como condición política indispensable para la superación de la crisis en lo inmediato y con visión de futuro, para mediano y largo plazo".
Tras el encuentro, el presidente del partido, Angel Rozas, ratificó la determinación del radicalismo de trabajar para relanzar la Alianza.
Y en menos de 24 horas volvió a advertir que "la conducción del partido está en contra de la dolarización, porque es prolongar hacia el futuro las tremendas asimetrías que tiene nuestra economía".
La UCR, indicó luego, también está en contra de la devaluación, porque con ella "siempre los platos rotos los terminan de pagar los de más abajo".
Rozas argumentó que la convertibilidad "nos tiene encorsetados a todos los argentinos" y dijo que "hay que buscar una salida gradual para consagrar un proyecto de identidad nacional".
Tras el encuentro, al que no tuvo acceso el periodismo, se pudo reconstruir el desarrollo de lo más agrio de las disputas.
Así, se estableció que a Moreau y Rodríguez en sus cuestionamientos a la política económica se sumó el ex ministro del Interior Federico Storani. El blanco de las críticas fue el titular de Economía, Domingo Cavallo.
Mestre les reprochó "olvidar que son gobierno porque prefieren ser oposición".
Rozas no demoró en sumarse al tenso palique, aunque buscando distanciarse de los sectores más antagónicos. Cuestionó entonces a los radicales "extremistas que quieren la ruptura con el gobierno". Pero inmediatamente equilibró esa observación disparando contra "los radicales talibanes que pretenden un oficialismo con los ojos vendados".
Visiblemente irritado, Moreau se retiró del encuentro sentenciando: "De la Rúa debe dejar de escuchar a grupos concentrados... a los "Sushi" o a los Santibañes".
Momentos después, la reunión concluía en el marco de una tensión pocas veces instalada a lo largo de la transición, en la vida del radicalismo.

Opinión: La debacle

Desconcertada.
Acorralada por sus vetustas contradicciones.
Casi como maldiciendo a lo que le da sentido a su existencia: la política.
Agotada en materia de ideas a punto tal que su presidente le reclamó ayer "imaginación".
Carcomida por la convicción que existe como partido oficialista más por las piruetas de la historia que por su propio poder.
Así está la legendaria Unión Cívica Radical.
Lo sucedido ayer en Villa Giardino no es otra expresión de las limitaciones intelectuales y de contenido que padecen estas fatigadas huestes de Alem.
La lectura de lo sucedido arroja una magra cosecha: sólo hubo gritos y desencuentro.
Y un inmenso voluntarismo dio contenido a la declaración final del encuentro.
Declaración emanada más desde la necesidad de advertir al gobierno sobre lo que no debe hacer, que de la ponderación de lo que realmente le es posible hacer.
Desde esta perspectiva el Comité Nacional habló con una sofocante invalidez de ideas.
No propuso nada. Dijo "no, no y no". Para pasar luego a esos lugares tan comunes en la política cuando la crisis la agobia.
Entonces se habló en términos casi épicos de unidad, concertación y futuro.
Un futuro que es muy negro para millones de argentinos.

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