Viernes 14 de diciembre de 2001

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De la Rúa y Menem coinciden en que sería desastroso devaluar

 

Paso a paso

  Análisis
  A sólo 23 días de haber sido liberado por la Justicia en la causa "armas", Carlos Menem regresó ayer a la Casa Rosada convertido por el propio jefe del Estado, Fernando de la Rúa, en uno de los pilares de la ansiada concertación.
Las urgencias del gobierno en el plano económico, político y social, llevaron al Presidente a acelerar los pasos del diálogo. La atomización del peronismo, empero, no es el escenario más conveniente para la administración De la Rúa que, hace 48 horas, debió invertir esfuerzos para persuadir a los gobernadores del PJ de la vocación oficial por concertar.
En la Casa Rosada, cuando piensan en el peronismo, lo hacen en Menem y en los denominados gobernadores de las "provincias chicas", antes que en Eduardo Duhalde, Carlos Reutemann, José Manuel de la Sota o Carlos Ruckauf.
No son pocos los que creen que algunos de los "presidenciables" quieren "empujar" al presidente y, por tanto, son poco confiables a la hora de negociar.
Si bien es cierto que al oficialismo le interesa concertar con los sectores de la producción, el sindicalismo, la Iglesia y los políticos, no menos real es que el peronismo es la obsesión.
Porque es uno de los sectores desde donde más se cuestiona la gestión de gobierno y porque el partido de oposición -mayoría en el Parlamento- se ha alzado con las presidencias de ambas Cámaras.
En el Ejecutivo creen que hay que generar un escenario de diálogo que permita negociar con el peronismo leyes vitales para el gobierno. No descartan, en ese esquema, tener que ampliar -por presiones del PJ- el temario de extraordinarias, mientras la piel se les eriza ante la decisión de diputados y senadores justicialistas de motorizar una prórroga de las ordinarias.
En el gobierno, si bien evalúan como necesario un diálogo con Menem, temen por su protagonismo y una eventual recuperación de su imagen ante la sociedad.
Los movimientos del peronista -incluida su visita a Brinzoni- tendiente a mostrarse como uno de los artífices de la concertación, molesta y mucho a De la Rúa y sus colaboradores. Tal vez, por eso, algunos funcionarios destinaron anoche varios minutos a analizar en detalle videos con las imágenes de la última visita de Menem a la Casa Rosada, antes de su detención.
"Esa vez, le dejamos toda la cancha. Parecía que él era el presidente. No podemos ahora cometer los mismos errores", dijeron antes de definir que un funcionario -Gallo- acompañaría al peronista en su conferencia.
Menem, no sólo preocupa al Gobierno. Los demás peronistas aún están descolocados con su liberación y, algunos, han resuelto tirar con munición gruesa.
Por eso, Ruckauf emparenta a su ex jefe no sólo con De la Rúa, sino también con el ministro Cavallo, tratando de mostrarse él como algo "diferente".
El crecimiento de la figura de Menem también afecta a Duhalde quien ve cómo se diluyen rápidamente los resultados de la movida que encabezó para desplazar al riojano de la jefatura del justicialismo.
Hoy, De la Rúa dio un paso importante hacia la posibilidad de una concertación sobre políticas de Estado. Es consciente que no son épocas sólo para la foto.
El camino, empero, no será fácil.
Muchos sectores de los convocados al diálogo creen que no hay nada que concertar, mientras De la Rúa no haga explícita su vocación de cambiar el modelo y que, tal vez como paso inicial, agradezca a Domingo Cavallo por los servicios prestados. (DyN)
Darío del Arco
     
     
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