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Domingo 23 de diciembre de 2001 | |
MAS INFORMACION: La Asamblea Legislativa designará hoy a Rodríguez Saá como presidente hasta el 5 de abril |
Hemos progresado |
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Por Carlos Torrengo |
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| Hemos progresado. En la Edad Media me hubiesen quemado a mí". Lo dijo Freud cuando ya en el exilio se enteró de que los nazis quemaban sus libros. En la Argentina también hemos progresado. No en términos de evitar que se quemen bienes. Pero sí en términos de mejorar la terapia a distintos problemas nacionales. Lo dice nuestra historia más inmediata. Esa que casi todavía no es historia. Primera mejora: un cuarto de siglo atrás, por mucho menos de las razones que despedazaron el gobierno de Fernando de la Rúa, los militares lo derrocaban movilizando una dotación de bomberos. O a lo sumo, acuartelando el legendario e impetuoso Batallón 32 de Exploradores de Don Bosco, de Carmen de Patagones. Pero no. Las FF. AA -cuyos golpes "nunca fueron un rayo en un día de sol", dijo Federico Pinedo para explicar que nunca se dieron por generación espontánea- forman parte del núcleo básico de gestores de las frustraciones del país. Pero están curadas de espanto de sus propios fracasos. Así, no es aventurado afirmar que hoy conforman la corporación que más maduró en relación con su pasado. Experiencia asumida incluso en la civilidad. Sólo algún trasnochado chilló por estos días "que vuelvan los milicos". Segunda mejora: en este tumultuoso año que se va, la sociedad apareció en dos oportunidades para expresar el hastío que siente de frente a formas, estilos y decisiones del poder. Una fue el 14 de octubre. Poblando las urnas de votos blancos y nulos, definió su desencanto fundamentalmente con la dirigencia de las dos fuerzas mayoritarias: PJ y UCR. Les dijo que en manos de ellos, la esfera de la cosa pública se tornó sospechosa y distante a los intereses del conjunto. Y que así, generando esa desconfianza, tal como se hace, la política no le sirve a la sociedad. Y el miércoles estalló el segundo capítulo del hastío en cuestión. Sí, la queja se confundió con el salvajismo, que también tiene su explicación. Pero el desborde dejó un mensaje al poder económico y político. ¿Cuál? Que se está tornando riesgoso estructurar discurso y decisión desde la impunidad. En otros términos: ni siquiera lo definidamente racional y con consenso -ni siquiera eso- puede ser expresado e instrumentado en términos de un pensamiento único que no siente la más mínima obligación ética de contemplar "al otro": la gente. Lo demás, es conocido: los "becerros" rompieron el corralito. Esto le sucedió a la administración De la Rúa. Terminó sus días exaltando un pensamiento único para el tratamiento de la crisis económica. Desde ese energúmeno realismo y su resignado posibilismo, se negó a pensar en políticas alternativas. Hoy aquella administración es historia. Entró en ella alentado por una diabólica conclusión de la cual el americano Thomas Friedman es una expresión: "Hoy, sólo hay vainilla de mercado libre, o Corea del Norte". Nada de matices. Todo un paradigma de lo que no es verdad. Pero, como se ve, hemos progresado. Es un progreso por ejemplo que de aquí en más -sin De la Rúa en el gobierno- el gobierno rionegrino tenga abierta la posibilidad de sentirse solo ante su propia crisis fiscal. A lo largo de estos dos años, vía la fuerte relación personal que une al hoy ex presidente con el gobernador Pablo Verani, el gobierno provincial vio suavemente facilitadas las respuestas a más de una de sus exigentes urgencias. Ese corredor ya no existe. Entonces, para Verani, de frente a la crisis fiscal provincial, es la hora del ingenio y las decisiones que siempre se resistió a encarar ante aquel desafío. Pero la estampida de De la Rúa le vino de perillas a Verani para poner en escena su fantasma preferido: la ingobernabilidad. No la ingobernabilidad que eventualmente lo pueda cercar como resultado de la crisis. Sino la sumatoria de ésta a la ingobernabilidad como resultante de la interna que sacude al bloque en el poder. Apelando a esas reflexiones que sensibilizan a muchos de sus radicales vía el "pobre Pablo", el gobernador se reunió con el bloque oficialista. Es la barricada más dura de sus opositores: los "blancos" que lidera Bautista Mendioroz y el Movimiento de Acción Radical que timonea Fernando Chironi. Unos y otros, más respaldos ajenos, le magullaron la hegemonía que el veranismo tuvo para las decisiones del bloque. Verani les pidió cohesión. No hablar de candidaturas. Bajar los decibeles de la interna. Todo con ese estilo que busca la persuasión en función de un objetivo mayor. Estilo que ya no convence a muchos de sus correligionarios. Lo ven como un método destinado a filtrar segundas intenciones. Por ejemplo: frenar la creación de la comisión que investigue el caso Turbine, un tema que lo desvela. Y que sabiendo que genera fricciones en el oficialismo, no está lejos de definir de desestabilizador para la salud del gobierno. - Todo muy lindo Pablo. Vos nos pedís unidad, pero tu gente le está haciendo la interna al intendente de Bariloche para que renuncie...¿En qué quedamos?- le dijo el "blanco" Iván Lázzeri a Verani. El gobernador se sintió desnudo. Entonces, agarró el teléfono y se comunicó con el diputado Hugo Castañón, punta de lanza de la "blitz krieg" sobre el polémico jefe comunal. -Pará la mano Hugo- le dijo y a muchos les quedó la sensación que el freno ordenado tiene una vida muy exigua. Y ahí, Verani estuvo en la operación política directa. Y el desgaste que ello implica. Algo que quizá en semanas más tenga solucionado cuando su mimado y ahora ex ministro de Desarrollo Social de la Nación, Daniel Sartor, se recupere vía vacaciones de los ardores que le produjo su breve paso por el breve gobierno de De la Rúa. Y ya descansado, quizá Verani se anime a poner en marcha lo que tiene en mente: hacer de Sartor su ministro de Gobierno. De un gobierno sin amigos en la Rosada.
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