Domingo 23 de diciembre de 2001

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La Asamblea Legislativa designará hoy a Rodríguez Saá como presidente hasta el 5 de abril

 

Huérfanos de sensatez

 

Por Arnaldo Paganetti arnaldopaganetti@rionegro.com.ar

  Cuál es el mérito de su padre para ostentar la categoría más alta?, se le preguntó a la senadora de la provincia de Buenos Aires Adriana Coirini (PJ).
-Su mérito es ser mi papaá (así lo dijo, poniendo énfasis en la a).
El diálogo radial, nada inocente, escuchado en la mañana del lunes pasado, refleja una de las aristas del hartazgo popular con la clase política. La imprudente ostentación del privilegio del jubilado Julio César Coirini, de 76 años, de percibir un sueldo de bolsillo de 2.800 pesos mensuales, contribuyó a la rebeldía en masa de una población corneada y apaleada: la bancarización forzosa "secó" las transacciones del mercado informal o "negro" y el "corralito" monetario, cuando ya los grandes capitales tomaron las de Villadiego, retrajo a los consumidores y ahogó a los comerciantes.
La clase media que hace poco más de 2 años permitió el ascenso de una Alianza hoy evaporada, los desocupados y los marginales de un sistema corrupto y oprobioso, protagonizaron en las históricas jornadas del 19 y 20 de diciembre, un levantamiento popular que hizo caer primero al otrora todopoderoso ministro Domingo Cavallo y luego al presidente Fernando de la Rúa. Además, puso en remojo las barbas de legisladores y jueces.
El estado de anarquía, el vacío de poder y la insolvencia económica fueron ahogando a un gobierno débil y autista, cuyo titular insistió en su papel de víctima hasta el final, cuando responsabilizó a los jefes de la oposición peronista de desoír sus llamados a la unidad nacional y la concertación y de "apresurar los tiempos".
La UCR no logró escapar de un estigma fatídico. En el actual período democrático de 18 años, Raúl Alfonsín se fue en 1989 seis meses antes, en medio de una alocada carrera de precios y salarios. De la Rúa incumplió dos años de mandato sin que a su partido se le moviera un pelo.
"De la Rúa es al radicalismo lo que el menemismo fue al peronismo", simplificó el diputado de la UCR Leopoldo Moreau, entusiasmado con la nueva etapa que se abre.
"Esto se acabó", confió en la media tarde del jueves a "Río Negro" un senador del entonces oficialismo, al dar cuenta del abandono de De la Rúa, un hombre al que consideró enfermo e incapaz de reaccionar, sobrepasado por los acontecimientos. Pero no tanto para que tarde, como siempre, antes de marcharse dejara sin efecto el estado de sitio que él mismo había decretado y en cuya vigencia murieron decenas de personas.
La responsabilidad institucional, tras los sangrientos episodios callejeros, recaerá a partir ahora en el núcleo político que se impuso en las elecciones legislativas del 14 de octubre y que todavía mantiene un serio problema: la falta de un liderazgo único capaz de disciplinar a toda la tropa.
Sería infantil suponer que los asaltos a supermercados y negocios, los cacerolazos e insultos del miércoles y jueves pasados, estuvieron dirigidos sólo a los ocupantes de la Casa Rosada. Los manifestantes no ocultaron su bronca contra funcionarios de los tres poderes que viven en una burbuja de cristal y dirigentes como la senadora Coirini, que hizo carne el lema: antes que nadie, familiares y amigos. Los argentinos, esa categoría humana que desconoce su identidad (salvo cuando se trata de fútbol), están huérfanos de sensatez.
Hubo hechos seguidos, al parecer no dimensionados: los comicios del 14 de octubre, boicoteados por 10 millones de personas; los cacerolazos y saqueos del 19 y 20 de diciembre.
"Esta es una generación cobarde, ladrona y traidora", sintetizó un sexagenario en una de las tantas entrevistas televisivas que, fieles expresiones de una realidad cruda, intentaron ser censuradas por el ex secretario general de la Presidencia, Nicolás Gallo.
En ese contexto, el misionero Ramón Puerta asumió por unas horas el Poder Ejecutivo, ocultando apenas las apetencias feroces que se esconden en el movimiento -fundado por el extinto Juan Domingo Perón a mediados de la década del "40-, que catapultó a la superficie a la clase obrera.
La etapa que se inicia está marcada, igualmente, por el fracaso del matrimonio por conveniencia que habían intentado la semana pasada De la Rúa y su antecesor Carlos Menem, quien pese al mal paso intenta mantenerse en pie entre compañeros que consideran agotada su experiencia. Pero es un lobo entre lobos que, se sabe, no son piadosos con el caído.
Puerta, de la Liga Federal de Gobernadores, no aceptó ser bisagra descartable hasta el 3 de marzo, fecha para la cual la Asamblea Legislativa convocó a elecciones generales con Ley de Lemas para completar el tramo restante del radical De la Rúa. Esa circunstancia fue aprovechada por el puntano Adolfo Rodríguez Saá, a quien su ambición llevó a aceptar ser pivote de un proceso complejo y peligroso.
Los tres grandes, Carlos Ruckauf, José Manuel De la Sota y Carlos Reutemann, optaron por un "transitorio", capaz de hacer el trabajo "sucio" (default, devaluación, pesificación y otras alternativas se barajan para sortear el atolladero) y garantizar el proceso electoral en marzo.
Hay ventajas y desventajas. Los comicios del 2002 resolverían por Ley de Lemas la dura puja interna en el PJ, en la que se dibujan de antemano dos fórmulas: Carlos Ruckauf-Ramón Puerta (avalada por Eduardo Duhalde); José Manuel De la Sota-Carlos Reutemann (detrás de la cual se refugiaría Menem).
Plan, lo que se dice un plan hecho y derecho, no existe todavía en el PJ, donde pese a las ambiciones desmedidas por los cargos existe conciencia de que entre las próximas medidas se tendrán que tomar muchas impopulares, si se quiere conformar al FMI y al presidente norteamericano George Bush. Puerta y Rodríguez Saá, quien planteó sostener la convertibilidad, son dos peronistas liberales, que tuvieron entre sus asesores, por ejemplo, a Daniel Artana.
Se vienen días difíciles, pues se mantiene el ahogo externo y la recaudación es prácticamente inexistente. Se calcula que en enero la DGI percibirá un 60 por ciento menos en concepto de impuestos.
La devolución de los plazos fijos en dólares podría ser considerada a esta altura una utopía. Rodríguez Saá prevé aliviar la situación con la emisión de bonos. Una tercera moneda, útil en lo inmediato, es una bomba de tiempo para el mediano plazo.
El establishment resiste el papel estelar de Duhalde, quien en privado negocia con el líder radical Raúl Alfonsín, también devaluado entre los capitalistas.
Un riesgo mayúsculo para marzo es que la Ley de Lemas consagre a un candidato justicialista (Ruckauf o De la Sota) con menos votos que Elisa Carrió, quien está pensando en aceptar la sumatoria de Rodolfo Terragno.
Se anticipa un verano caliente con pocos ánimos de concertación. ¿Cómo pagar las deudas, internas y externas? ¿Cómo mantener un peso, un dólar? ¿Cómo recuperar la credibilidad? ¿Cómo, en fin, lograr ser más tolerantes y justos y construir un destino común?
     
     
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