Jueves 13 de diciembre de 2001
 

Un castigo que es injusto

 
  Mientras la organización del fútbol sigue negándose a cambiar fallos arbitrales por el veredicto en contrario de la televisión, el Colegio de Arbitros, después del análisis de la Escuela, se permite el "blooper" de sancionar a un asistente descubierto por esa misma vía en errores de milímetros.
La sanción a Sergio Cagni, el juez de línea que invalidó dos jugadas que terminaron en goles legítimos de Rácing Club ante Bánfield, se anota entre los despropósitos más genuinos, porque el fútbol mismo es el primero en rechazar los dictados de la televisión en la materia.
Rácing se vio perjudicado y el juez de línea pidió disculpas, pero es para discutir un rato largo que a Cagni no lo perdonaran siendo que el margen de sus errores fue de veinte centímetros en un caso y en la misma línea en el otro.
Apoltronado en un sillón en la noche del domingo, con repeticiones en tiempo real y en cámara lenta, tomas de distintos ángulos y rayas en el plano de la cancha, cualquier entusiasta tiene nivel de árbitro internacional.
La sanción a Cagni ignoró algo que resulta evidente, como que el árbitro y los líneas no cuentan con esos elementos, deben decidir en el momento, sin repetición disponible y en un plano horizontal (no desde más arriba como la tevé), en el que los jugadores pueden entorpecerles la visión.
No tienen oportunidad que les reiteren la escena, ni de dejar a los jugadores petrificados en su lugar para medir el offside con exactitud.
Con panorama acotado por estar al mismo nivel que los protagonistas, con jugadores en movimiento y con la necesidad de usar simultáneamente un ojo para captar el momento en que parte el pase y el otro para constatar la posición del receptor, Cagni cometió dos errores ínfimos.
Pasado en limpio, en el segundo presunto offside de Maximiliano Estévez, el delantero de Rácing estaba, según el medidor de la tevé, habilitado por veinte centímetros (¡veinte centímetros, menos que un botín!...) y en el primero ni eso, ¡misma línea!, habilitado 0 a 0, apuntó la televisión. El error se redujo a un centímetro, porque con ese "cachito" más ya habría estado adelantado.
El castigo a Cagni es excesivo, porque si bien resultaron de consecuencias serias, sus dos fallas fueron mínimas. El fútbol se tiene que decidir. O le da valor de verdad absoluta a lo que dictamina la televisión, por encima del ojo humano, o lo toma sólo de referencia y se abstiene de sancionar a quienes se equivocan por el tamaño de un rulo.
   
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