Jueves 27 de diciembre de 2001 | ||
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Cien años de la diva de hielo |
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Lejana, provocadora, dentro y fuera de la pantalla, Marlene Dietrich marcó un estilo con su voz y su actuación. |
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Buenos Aires, (Télam).- Hoy se cumple un siglo del nacimiento de la célebre actriz alemana Marlene Dietrich, quien a comienzos de los años "30 impuso su estilo de diosa erótica en la legendaria película "El ángel azul", luego triunfó ampliamente en Hollywood y falleció en París a los 91 años.
Melena rubia, esas piernas -perfectas, cotizadísimas- y una voz cuya ronquera ella acentuaba deliberadamente, Marlene pautó su vida con misterios, como convenía a las estrellas distantes y algo irreales de aquel entonces: nunca se aclararon debidamente los pormenores de su juventud, si filmó o no antes de "El ángel azul" y si sus tendencias amatorias iban en una o varias direcciones. Nacida en un hogar de clase media en el barrio berlinés de Schoeneberg como Marie Magdalene von Losch, sus padres eran un teniente de policía y la hija de una familia de relojeros, y tras estudiar el violín -a los 15 años ya integraba una orquesta en Berlín-, probó la actuación teatral, de la mano del renombrado Max Reinhardt. Pudo haber filmado desde 1925 (se le atribuye un papel en "La calle sin alegría", de Georg W. Pabst), aunque resulta un enigma si intervino en una quincena de títulos antes de "El ángel azul", pero lo cierto es que oficiaba como vedette de music hall cuando la descubrió Josef von Sternberg, uno de los grandes directores del cine alemán de entonces, y le propuso el rol de Lola-Lola. En realidad, el personaje principal de "El ángel azul" -basado en una novela de Heinrich Mann- era el profesor Unrath, encarnado por un Emil Jannings en la cima de su popularidad, pero aunque su papel era más breve, Marlene se destacó tanto como él al animar a esa cantante que seduce al riguroso profesor y lo hunde en un torbellino de humillaciones y despropósitos. De ahí a que Hollywood convocara a Marlene y von Sternberg pasó poco tiempo. Para crearle una rival a la prestigiosa sueca Greta Garbo, los contratistas de la alemana la sometieron a un tratamiento médico afinándole la silueta y el rostro, y la erigieron en uno de los más duraderos mitos eróticos del cine. En esos primeros años en la llamada Meca del Cine, Dietrich trabajó casi exclusivamente (siete películas) a las órdenes de von Sternberg, con quien la unía un vínculo no sólo profesional: los seis títulos posteriores fueron "Marruecos", "Fatalidad", "El expreso de Shanghai", "La Venus rubia", "Capricho imperial" y "Tu nombre es tentación". A mediados de los "30 el tándem artístico-amatorio se deshizo, aparecieron las primeras Ligas de la Decencia, y de las damas de vida airada Dietrich se deslizó al paradigma de la "femme fatale", una figura casi soñada, envuelta en seda, encajes y pieles, suerte de diosa del amor, inaccesible al común de los mortales. En sus memorias, von Sternberg dijo de ella: "Se creía bella porque había posado repetidas veces para personificar a la mujer. Hay fotos suyas muy poco favorecedoras, tomadas antes del período de "El ángel azul", donde aparece como un ser inhibido, casi impaciente por ocultarse. Conservo una de esas fotos entre mis papeles. En ella puede leerse: "No soy nada sin tí". Pero Dietrich ya no dependía de su Pygmalion. A causa de la ruptura, y con vuelo propio, el humor asomó en sus filmes y sus personajes experimentaron un nuevo giro, el mito se humanizó, la diosa bajó de su pedestal. Conducida por realizadores como René Clair en "Pasión fatal", Mitchell Leisen en "La gloria de todos" y Billy Wilder en "La mundana", Marlene tocó la cuerda de la comedia, y con George Marshall en "Mujer o demonio", la de la parodia. A lo largo de su trayectoria filmó varias veces en Europa ("Persecución", "Martin Roumagnac", "Desesperación" -a las órdenes de Alfred Hitchcock-, "Sucedió en Montecarlo"), pero con escasas excepciones el saldo fue mediocre. Desde fines de los "50 sus shows como cantante (su repertorio abarcaba de clásicos de "El ángel azul" a temas de protesta de Pete Seeger), que por caso la trajeron a la Argentina en 1959, predominaron sobre su labor en cine ("Juicio en Nuremberg", "Paris When It Sizzles", "El gigoló"). Su vida amatoria, tan intensa y cambiante como su carrera en el espectáculo, registra un solo casamiento formal (con el técnico de cine Rudy Sieber, de quien se separó al poco tiempo y con quien tuvo su única hija y legiones de amantes (los famosos Jean Gabin, James Stewart y Erich María Remarque, por citar sólo tres), a los que algunos agregan mujeres para explicar que Dietrich no conocía límites en cuanto a tendencias sexuales. Supo afrontar el rencor de algunos paisanos cuando volvió a Alemania en la posguerra (opuesta a Hitler, se había nacionalizado estadounidense en 1939), pero a fines de los "70, se recluyó en su departamento parisino, donde falleció el 6 de mayo de 1992. Berlín multiplica sus homenajes |
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