NEUQUEN (AN).-"Pintor que pintas colores, píntame un angelito negro", venía cantando desafinadamente la letra de una canción. Era un pibito de unos ocho o quizás diez años, el que andaba por la vereda, ayer al mediodía cantando. Otro chico, le dio un empellón, "de costadito" como quien dice, mientras intentaba corregirlo.
-"Me parece que no es así, la estás pifeando chabón".
-"Bueno, ¡qué se yo! pero de angelitos negros era".
Y se fueron con su inocencia a cuesta, haciendo gambetas, ignorantes ellos de muchas cosas.
Cosas por ejemplo, como pensar en el año que viene, en que un montón de otros niños, no tendrán carne o verdura en los comedores, ni ropa o zapatos, no tendrán quién les ayude a aprender o que los arrope en una cama limpia y calentita.
¿Qué tienen que ver los ángeles negros o blancos en todo esto? Tienen que ver y mucho, porque las obras de pintura naif "más entradoras" o "salidoras" en cuanto a venta, son precisamente las que tienen pintados angelitos. Siempre. Angeles en la montaña neuquina, angeles entre cajones de manzanas en las chacras, angeles mirándose en los lagos o subiendo al cielo después de recoger flores de duraznos, entre árboles de fruta fina, más allá de las alamedas. Eso sí, sea lo que fuere el paisaje, pero la condición son los ángeles.
"Y nosotras le damos el gusto a la gente. Quieren ángeles: le damos ángeles. La cuestión es vender. Vender todas las tarjetas navideñas que se reproducen a partir de las pinturas al óleo o acrílico, dentro del arte ingenuo, del realismo mágico".
No son comerciantes, no pintan a pedido, solamente se ajustan a los gustos del mercado, porque la urgencia es colocar todas las tarjetas. Cada peso, va a los comedores; sirve para montar talleres con salida laboral para los chicos; para comprar frazadas o ropa; a veces calzado y libros. Son muchas las artistas plásticas que están en la gran movida de hacer "arte navideño" en medio de tantas carencias.
Cuando vio las bellezas que salen de sus almas, la delicadeza de las tonalidades de sus pinturas, lo bucólico de los lugares y lo angelical de sus criaturas, alguien dijo "estas mujeres están fuera de la realidad".
Precisamente esas mujeres, mamás o abuelas, quizás con buen pasar económico (o no, porque todos vivimos la misma historia) están mucho más jugadas que cualquier otro. Más inmersas en el dolor de los demás que cualquier petardista. Porque ya en marzo de cada año, cuando se reúnen a pintar, empiezan a fijarse metas solidarias.
Sus creaciones son, primero para perfeccionar el arte, pero ante todo, para hacer un cuadro o varios, que luego serán seleccionados para las tarjetas.
Pero por estos días ha sucedido algo duro de digerir y es necesario que la gente lo sepa. Este año, como todos, se imprimieron quince mil tarjetas y se vendieron sólo seis mil. "El día que se lanzaron las medidas económicas, se detuvo la venta. Y el año próximo ¿con qué daremos de comer a los pibes?".
Las artistas plásticas trabajan para la Asociación María Madre. De veinticinco mujeres, "Río Negro" entrevistó a Lidia Noguera, Graciela Islas, Mónica Relli, Cecilia Romagnoli, Olguita Verdún y Graciela Otaviano. Hablaron de los temas pictóricos, de la necesidad de dar al que necesita y coincidieron en un pedido de aportes.
Invitaron a una muestra donde se pueden adquirir tarjetas. Puede visitarse en el supermercado de avenida San Juan y Argentina o a los teléfonos de la asociación 4424809 y 4480327. Los fondos van a entidades privadas que cobijan a los niños en riesgo.

Foto: Las mujeres dadoras de vida piensan que el arte es un compromiso para ayudar al niño en riesgo, pero necesitan de la gente.