Lunes 17 de diciembre de 2001
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Prince se atreve con el jazz

 

Finalmente salió a la venta la última obra del príncipe del funk, que desde hacía unos meses era exclusividad de los abonados a su sitio de internet. Más osado e inspirado que en entregas anteriores, Prince sale al ruedo.

 
Prince no es sólo una estrella más. Es desenfadada, trasgresora, extraordinariamente talentosa y además, conoce muy bien cómo es eso de alimentar el aura mítica que lo envuelve. El puede estar fuera de la pelea por ser la estrella del momento, pero su figura continúa siendo fascinante.
Es mucho más que un monstruo del entretenimiento, por el brillo y la originalidad sorprendente de su nueva música de "The Rainbow Children", una sinfonía dramática y evocadora de tanta fineza como sólo él puede lograr.
El artista parece haber descartado su personaje de máquina sexual y se recostó más en el lado del devoto creyente que ofrece su música al Señor. Ni una vez en los catorce temas de "The Rainbow Children" sobrepasa los límites del arrumaco.
Básicamente, el disco parece ser una serie de cartas de amor de jazz funk a su Dios; cargado de referencias bíblicas, el registro abre con un groove elegante y jazzie, que con una voz electrónica y siniestra pone la base para un cuento de un mundo mágico, al estilo de un Jardín de Edén digital poblado por los "niños del arco iris".
Así, su majestad púrpura expresa en voz alta sus pensamientos sobre las relaciones entre las diferentes razas, los roles sexuales y el mundo de la pura espiritualidad. Y el resultado es que todas las razas, todas las religiones necesitan venir "juntos como uno", como dice un macizo coro gospel en la canción de cierre "Last december".
Prince está en forma. A sus 43 años se desliza fácilmente de las sombras de James Brown a fantásticas baladas soul, pasando por estrambóticos híbridos musicales. En el planeta del "poder de la nueva generación" la música es intrépida y desafiante y a menudo extremadamente experimental. Como siempre, la producción y el desempeño instrumental es excelente.
Con "The Rainbow Children" Prince reclama su lugar como un incomparable visionario de la música pop. Sin necesidad de demostrar ya nada, el hombre de Minneapolis sigue sembrando en el surco de la música negra, del soul, del funk, y en este disco, animándose un poco más con el jazz. (I.A).
   
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