Lunes 19 de noviembre de 2001

 

"El colegio es hoy un ámbito propicio para la droga"

 

La edad en que comienza el consumo bajó de los 14 años a los 11. La mitad de los adolescentes probó estupefacientes alguna vez.Contra este flagelo "la educación es la principal herramienta".

  BUENOS AIRES (ABA).- La edad promedio en que comienza el consumo de drogas bajó de los 14 a los 11 años. La mitad de la población adolescente ha probado alguna sustancia antes de los 15 años. Las bebidas alcohólicas, junto con la marihuana, funcionan como sustancias introductorias a drogas más pesadas en el 70% de los casos y son las más consumidas por la franja etaria que va entre los 11 y los 18 años.
Los datos de la Secretaría para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha Contra el Narcotráfico muestran una realidad: el flagelo de la droga requiere de soluciones que puedan ser aplicadas cada vez a más temprana edad.
Pero ¿Cómo hacer frente a este desafío cuando la crisis económica y social parece llevar a un creciente proceso de desintegración familiar? ¿Qué pueden hacer los padres para atender las necesidades de sus hijos cuando ellos mismos se ven a la deriva, afectados por la desocupación y la marginalidad?
"Justamente, lo que la crisis nos enseña es cuán mal pueden llegar a estar las cosas. Y nos obliga como adultos a tomar cartas en el asunto por nosotros mismos: para ganar la batalla contra la droga tenemos que educarnos y educar a nuestros hijos, algo que parece sencillo y que se ha dicho muchas veces, pero que pocas se ha llevado a la práctica".
Quien habla es el psiquiatra Hugo Mayer, uno de los más experimentados especialistas en prevención de adicciones del país.
Titular de la Federación Metropolitana de Organizaciones en Adicciones y Conductas de Riesgo Social y director del Centro Gorriti para la Prevención y Asistencia Ambulatoria, Mayer acaba de publicar en la editorial El Ateneo el libro "Drogas: hijos en peligro", donde ofrece herramientas teóricas y prácticas para enfrentar el fenómeno desde el propio hogar y la escuela.
Se trata de un documento que permite no sólo comprender cabalmente la problemática, sino que también da los principales lineamientos a padres, educadores y docentes para que puedan actuar sobre ella y modificarla.
¿El colegio es en estos días un ámbito propicio para iniciarse en la droga?
Lamentablemente sí. Nosotros hemos constatado que hay un crecimiento del consumo de drogas en colegios -sobre todo secundarios-, pero lo curioso, y problemático a la vez, es que no aparecen signos directos de él en los alumnos, por lo que muchas veces se piensa que no pasa nada.
¿Pero es posible saber a simple vista si un adolescente consume drogas?
En un principio no, porque los chicos consumen las sustancias durante el fin de semana. Pero con la progresión, sí. Pasan de la cerveza a la marihuana y, de allí, a las pastillas de éxtasis; lo que tiempo después, cuando se desarrolla una dependencia, los lleva a consumir durante la semana y a mostrar signos de adicción.
¿Cómo empiezan?
La mayoría comienza con la idea de que ellos lo van a controlar.
Así, en una fiesta suelen fumar un porro o tomar una cerveza para desinhibirse, pero después, progresivamente, van desarrollando una dependencia psíquica, que es muy notable, y también una dependencia física, que no es menor.
¿Sin embargo es posible notar signos de consumo en esa etapa?
Sí, son signos indirectos. Y justamente, detectar estos signos es la principal tarea a desarrollar por los educadores para empezar a dar una respuesta.
Hay que prestar atención tanto a los comentarios que hacen los chicos como a su rendimiento. Desde los trastornos de conducta y el desafío sistemático a las normas hasta las faltas reiteradas nos dan una pauta.
¿Pero por donde se puede empezar a resolver? ¿Cuál es el rol del docente y el padre en esto?
Acá hay que hacer énfasis, porque siempre se piensa que con una charla o una clase es suficiente. Pero no. Todo lo contrario.
Esto se resuelve con un programa que empieza por saber de qué vamos a prevenirlos.
Los chicos saben más que los adultos de las drogas. Entonces, les resulta ridículo e inservible que su padre o su profesor los aleccionen desde el sentido común, sin saber. Por eso, para hablarles de las drogas tenemos que estar informados, actualizados, y eso se logra sólo con la educación: tanto de los adultos como de los menores.
¿Padres y docentes son en alguna medida responsables de las adicciones de los chicos?
No está bien plantearlo en términos de culpabilidad, pero sí es posible identificar patrones que llevan a predisponer.
En el caso de los padres, una madre sobreprotectora es determinante de muchos casos, porque impiden que los chicos desarrollen la confianza en sí mismos necesaria para desenvolverse en otros ámbitos sociales. Y, al igual que los padres, los docentes tienen la responsabilidad de educarse y educar, incluso en las magras condiciones laborales a las que el actual sistema escolar los tiene acostumbrados. Porque en la medida en que docentes y padres no se informan, no logran educar a los chicos, y por lo tanto, no logran prevenirlos del flagelo de la droga.

¿Legalizar es una solución?

La legalización de las drogas como medida destinada a hacer desaparecer la cadena del narcotráfico y provocar de ese modo un descenso en los niveles de consumo no encuentra sentido desde la óptica de Mayer.
"Me parece que la legalización de las drogas sería agravar el problema que ya tenemos con el tabaquismo y el alcoholismo. Son sustancias que al estar permitidas no lograron un verdadero descenso de su consumo. Y ¿porqué habríamos de pensar que algo distinto sucedería con otras drogas?", dijo. "La salida no está por allí, sino por la educación temprana de la juventud sobre el mal que causan las drogas", agregó.
Sin embargo, por otra parte, Mayer no concuerda con la penalización del consumo. "Convengamos que la droga es una enfermedad. Y no podemos reprimir y recluir a los enfermos. Debemos ayudarlos. Y disminuir la oferta, mediante la educación", concluyó. (ABA)

A metros de la puerta de entrada de los secundarios

Una investigación de "Río Negro" confirmó que los chicos compran las drogas a metros de la entrada de los colegios. Cuando los alumnos no consumidores alertan de las "presencias extrañas" y las autoridades educativas se acercan a indagar, los proveedores desaparecen. "Cuando uno les pregunta qué necesitan, se van", dicen los docentes.
Este tipo de sospechas que despiertan marcó el inicio del trabajo para las "mulas", que son alumnos del propio establecimiento y como no provocan dudas, operan con toda facilidad. "No tienen la categoría de traficantes", afirmó en el trabajo periodístico publicado en octubre, la fiscal federal Alicia Ferrando, receptora de numerosas causas por comercialización y consumo de estupefacientes en la zona.
La abogada asegura que es posible trazar un mapa de la droga en las escuelas del Alto Valle, donde funciona un amplio grupo de proveedores circunstanciales en las escuelas. Para Ferrando "Por la cantidad abundante de allanamientos y consumo, Cipolletti es un lugar crucial". Además, "Roca es un lugar ideal para los proveedores".
Días después de publicada esta investigación, la ministra de Educación de Río Negro, Ana Mázzaro, dijo sobre el consumo: "es grave. Así haya un solo alumno involucrado", y reconoció "hemos tenido presentaciones de supervisores desesperados por lo fácil que resulta (a los alumnos) acceder a la droga". (AR)

Lucas Colonna

   
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