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Martes 6 de noviembre de 2001 | |
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Alarman a vecinos las "picadas" en San Martín |
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Los jóvenes ponen en serio riesgo su vida y la de sus semejantes. Cuatro calles se han convertido en verdaderas pistas de carrera. |
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| SAN MARTIN DE LOS ANDES (ASM).- Picadas nocturnas y conductores ebrios de fin de semana, han convertido a las calles Villegas y Curruhuinca, a la avenida Costanera y a la cuesta del cerro Comandante Díaz, en improvisadas pistas de prueba donde la muerte ronda al doblar la esquina. Los ingresos al hospital Carrillo por lesiones en esas circunstancias son asunto corriente. En lo que va del año hay al menos dos casos que se han seguido incluso en instancias judiciales. Un frentista de la calle Curruhuinca debió rehacer 6 veces un muro y cantero de cemento que separa su propiedad de la acera, porque muchos de los "pilotos" no logran doblar y sortearlo cuando vienen lanzados en velocidad desde la "ciega" calle Villegas. En el mismo lugar, dijo el vecino Cirilo Recabal, hay un pilar con medidores de luz y gas que también fue impactado en más de una oportunidad, por lo que la última vez se lo desplazó un par de metros desde la línea original, en un intento por evitar otra colisión y un desastre. Meses atrás, un automóvil embistió una columna del tendido eléctrico con transformador del EPEN, en la misma calle en la que a 50 metros hay una estación de servicios. La Villegas es una de las arterias colectoras del tránsito que cruza la ciudad hacia la avenida Koessler para salir del casco céntrico, atravesando lo que se conoce como la "zona roja" de San Martín, donde se encuentran locales nocturnos y de juegos. En su tramo final, la calle Villegas hace una curva en ángulo de casi 90 grados con la Curruhuinca, y es allí donde la inercia puede más que las "muñecas" de muchos de los desaprensivos conductores. Los vecinos de la zona envían con regularidad notas de queja a las autoridades municipales. La última fue remitida al Concejo Deliberante -ingresó a la comisión de Tránsito y Transporte- y, entre otros aspectos, advierte que a diario corren riesgo sus vidas y bienes. Las calles Villegas y Curruhuinca "son noticia a diario por el exceso de velocidad de vehículos conducidos por conductores imprudentes, que sin medir las consecuencias ponen en riesgo la vida de quienes residimos en el área, llegando al punto de utilizar las calles como pistas de velocidad". Los vecinos reclaman la instalación de reductores de velocidad y cualquier otra medida u obra (badenes o lomos de burro, por caso) que obligue a los automovilistas a reducir la marcha. Pero, como se apuntó, estas calles no son las únicas que los imprudentes utilizan para pisar a fondo el acelerador. La Policía de Tránsito sabe que la avenida Costanera -de cara al lago Lácar- y la ruta que recorre los faldeos del cerro Comandante Díaz, son también sitios de desenfreno y lugar de recurrentes accidentes. Fuentes policiales dijeron que lo más común es encontrarse con jóvenes de entre 18 y 22 años corriendo picadas y con los autoestéreos a todo volumen. Muchos se dedican a esos peligrosos menesteres a la salida de los boliches bailables, en ocasiones con alcohol en la sangre. Las fuentes dijeron que la policía, por lo general, prefiere no actuar en medio de las picadas, porque el intento de detener a los conductores mediante una persecución podría poner en riesgo más vidas. En consecuencia, los pesquisas identifican los autos y luego a los propietarios, a quienes citan más tarde. Otras fuentes consideraron que si existiesen controles previos y presencia regular de autoridades, tal vez los "corredores" se vieran disuadidos de hacer de las suyas, al menos en sectores de la ciudad donde la densidad poblacional y el movimiento multiplican el peligro. Sin embargo, el destacamento de Tránsito apenas cuenta con tres agentes efectivos por turno para hacer control en la ruta, que es su ámbito natural. En varias oportunidades se presentaron proyectos o iniciativas vinculados con la creación de un cuerpo municipal de inspectores de tránsito, pero hasta ahora han quedado truncos, tal vez por razones presupuestarias. |
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