Domingo 4 de noviembre de 2001
 

Sin apoyo oficial, el deporte para personas especiales sigue creciendo

 

Un campeonato cuadrangular de básquet en silla de ruedas concluye hoy en Regina. Deportistas y aficionados cuentan sus historias de tesón, dolores y alegrías.

  VILLA REGINA (AVR).- En la década del "60, en la Argentina comenzó a desarrollarse la práctica del básquet en silla de ruedas, como una alternativa deportiva para muchas personas con discapacidades físicas. En la región comenzó a tener vigencia a partir de 1980, con la formación del Centro Rionegrino Para Atletas Lisiados (Cripal).
Lo mismo ocurrió en otras provincias del país, con el nacimiento de entidades que nuclearon a personas con diversos grados de discapacidad, no sólo para la práctica del básquet, sino de otras disciplinas deportivas como el atletismo, el fútbol, el tenis de mesa o la natación.
Sin embargo todas estas entidades siguen trabajando más por el apoyo solidario de las personas que por el acompañamiento gubernamental en el desarrollo de este tipo de actividades, que tienen por finalidad promover la integración y el mejoramiento psico-físico de quien tiene una discapacidad.
En este marco finaliza hoy en Regina el cuadrangular de básquet en silla de ruedas en el que intervienen dos equipos de la zona norte del país (Cedim de Tucumán y Hernán Cortés de Santiago del Estero) y dos por la región sur (Apebi de Capital Federal y Cripal de Río Negro), que intentan buscar un pase para el Argentino A de esta especialidad.
En la región el evento es organizado por Cripal, que desde hace más de 20 años viene trabajando en el crecimiento y reconocimiento de este deporte, ya que es la única institución de la Patagonia dedicada a esta práctica.
Sin embargo no cuenta con el apoyo del gobierno para dar impulso a este deporte, donde sin duda alguna los atletas que intervienen ponen mucha más garra y esfuerzo que aquel que goza de todas sus capacidades físicas.
Pero esta falta de apoyo no es exclusiva de esta provincia.Un claro ejemplo es la situación que vivió la delegación del club Doctor Hernán Cortés de Santiago del Estero. Por falta de apoyo oficial, solamente pudieron viajar seis integrantes de las 15 personas que forman el equipo. Pero ésta no fue la única penuria. El arribo a esta ciudad debía concretarse el viernes, sin embargo les entregaron los pasajes para llegar con cuatro días de anticipación.
Afortunadamente, según destacó José González, secretario de esta entidad, en Regina encontraron una ayuda solidaria de una familia que posee un residencial que les brindó en forma gratuita alojamiento y comida, en tanto que también la comunidad le brindó apoyo con contribuciones espontáneas.
En la falta de apoyo gubernamental también coincide Maximiliano Mainardi, quien colabora técnicamente con el equipo de Apebi de Capital Federal. Señaló que "Apebi hace 15 años que está trabajando con programas de deportes y recreación para personas discapacitadas, pero lamentablemente nos encontramos con que este trabajo depende pura y exclusivamente del apoyo que dan los padres y personas que voluntaria y solidariamente colaboran. En Apebi se trabaja con 70 chicos en distintas disciplinas y se llevan adelante diversas actividades para la integración y el desarrollo psico-físico".
Como deportistas, sólo piden tener el mismo reconocimiento que se les otorga a otras entidades, y no tener que, como ocurre actualmente, solo depender de la buena voluntad de la gente que quiere colaborar.

Un ejemplo de superación

VILLA REGINA (AVR).- Quienes integran otros equipos de básquet en silla de ruedas, cuando ven a Gustavo Villafañe se sorprenden y demuestran su admiración por la garra y el esfuerzo que pone dentro de la cancha.
Gustavo, tiene 18 años, y hace exactamente nueve que practica básquet en el equipo de Apebi de Capital Federal. Llegó a este deporte cuando comenzó a realizar los trabajos de rehabilitación por la amputación del brazo izquierdo y de sus dos piernas tras sufrir un accidente de tren cuando tenía nueve años.
Pero dentro de la cancha se mueve como los demás, bloquea, driblea y tira al aro dependiendo siempre del brazo derecho. Hace un gran esfuerzo, y aún siente que tiene muchas cosas por aprender y mejorar dentro del campo de juego.
"Yo estaba haciendo rehabilitación en Buenos Aires, y justo el lugar al que iba estaba al frente del Centro Nacional de Recreación y Deportes, me crucé para ver y como había una pileta empecé a practicar natación" relata Gustavo. Sin embargo su primer contacto con este deporte no fue el mejor. "Jugaba para un equipo y el entrenador me dijo que no iba a poder hacerlo. Eso me bajoneo un poquito, pero seguí adelante".
Apebi, es uno de los pocos equipos a nivel nacional de esta disciplina que cuenta con un plantel de jugadores que en promedio rondan los 20 años, y se enfrentan a otros integrados por personas adultas. "En principio era un poco difícil enfrentar a gente de mucha experiencia, pero ahora nos conocemos y sabemos lo que hacemos en la cancha" comenta finalmente Gustavo.

Foto: En la cancha, el fragor de la lucha deportiva los enfrenta como en cualquier actividad de ese tipo. Pero al terminar el partido, el sentimiento de integración se fortifica.

   
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