Lunes 19 de noviembre de 2001
 

Balza: "Si fusilábamos con la ley, no habría desaparecidos"

 

El general que puso orden en el Ejército Argentino durante la tumultuosa transición argentina a la democracia está preso en Campo de Mayo por el caso armas. Pasa los días leyendo y escribiendo. Lo visitan camaradas de armas y civiles que lo admiran por aquella autocrítica que una noche de abril del "95 hizo sobre los métodos que aplicó la fuerza para luchar contra la subversión. "Río Negro" conversó días pasados con este polémico militar.

  - ¿A qué apunta con su libro?
- A decir lo que pienso sobre hechos que viví durante casi medio siglo de vida militar. Es un testimonio dirigido fundamentalmente hacia dentro y fuera del Ejército Argentino, al que tanto quiero.
- ¿Vocación de trascendencia?
- Los hombres trascienden por lo que hacen o dejan de hacer. Es la historia la que determina cómo trascendemos.
- Hay confesiones e informaciones en su libro que son si no difíciles de creer, al menos complejas de admitir. ¿Cómo es posible que usted, siendo ya un mayor y después teniente coronel, tardase tanto en darse cuenta de las características que había asumido la lucha contra la subversión?...De la violación de los derechos humanos...
- ¿Usted cree que no soy sincero en lo que digo?
- No. Digo que es difícil aceptar ese desconocimiento. Del libro se desprende que recién en el "78 usted percibe lo que ha sucedido con la represión.
- Vayamos por parte. Yo pasé el "76 y "77 en la Escuela de Guerra del Perú. Esa distancia implicó que tuviera información muy fragmentada sobre lo que sucedía aquí. Leía los diarios argentinos, pero convengamos que la prensa -al menos en esos años- no hablaba de desaparecidos...
- Pero usted estuvo aquí en los dos años previos al golpe de marzo. ¿Nunca percibió en ese tiempo el convencimiento que se iba estructurando en las fuerzas armadas sobre cómo combatir a la subversión transgrediendo todo derecho?
- En el "75 yo visité la zona en que se desplegaba el Operativo Independencia, en Tucumán...
- ¿Ahí vio cosas?...Me refiero al estilo que se comenzaba a aplicar para reprimir.
- Sí, sí...vi cosas. Olfateé, olfateé que algo estaba sucediendo ahí.
- ¿En materia de tortura?
- Yo olfateé que algo de eso podía estar sucediendo.
- En los años previos al golpe, "74, "75, en que la guerrilla aceleró el paso, ¿usted percibió odio en las fuerzas armadas en relación con la guerrilla?
- El asesinato de camaradas fue generando odio, sí. Y claro, cuando se reprimió el odio no estuvo ausente. En Malvinas, en cambio, se combatió sin odio...Pero si aquí hubo guerra, bueno en la guerra no vale todo. Y si hubo guerra, las fuerzas armadas cometieron crímenes de guerra. Porque la tortura, el robo, el secuestro extorsivo, la violación, no son propios de la guerra. ¿Cómo vamos a justificar los hechos de Margarita Belén -esa versión criolla de las Fosas Ardeatinas- mediante la definición de que se estaba en guerra?
- Vuelvo al libro: cuesta creer que recién en el "78 usted percibió cómo se había reprimido...
- Yo fui tomando conocimiento de a poco y cuando volví del Perú. Hablaba con camaradas sobre la gente que desaparecía, pero siempre había una excusa... "Están en otra parte"... Que "el tema está inflado"...
- Usted vuelve y va a la Escuela de Artillería de Campo de Mayo. Y en Campo de Mayo, precisamente, funcionaba uno de los lugares de detención, tortura y asesinato más productivos...
- Su jefe era el general Omar Riveros.
- Usted sabía de la existencia de ese lugar. Dice que jamás entró a él. ¿Cómo se enteró de lo que ahí se hacía?
- Sabía dónde estaba y que se denominaba Lugar de Reunión de Detenidos. Pero ahí sólo entraban efectivos autorizados por Riveros. El grueso de la guarnición tenía vedado su ingreso e incluso los tenientes coroneles que cumplíamos el Servicio de Jefe de Día, teníamos prohibida la entrada. A lo largo del "78 estaba convencido de que era un punto de reunión de detenidos y creía que ése era el paso previo para entregarlos a la Justicia. Ya corriendo el "79, me fui enterando de lo que ahí se había hecho. Ese año comenzaron a desarmarse estos centros. Y ese año me impresionaron las denuncias que se le formularon a la Comisión de Derechos Humanos de la OEA que vino a la Argentina.
- ¿Por qué no fusilaron y asumieron la responsabilidad de aplicar el método?
- No soy partidario de la pena de muerte. Pero hubiese sido preferible aplicar el Código de Justicia Militar, que contempla el juicio sumarísimo y el fusilamiento. No existiría el desaparecido y desde una legitimidad que puede ser antipática, las responsabilidades ante la historia serían otras. Y no se fusiló porque faltaron...
- ¿Pelotas?
- Atributos...
- ¿El desaparecido surgió como una necesidad incluso de transferir terror sobre el conjunto de la sociedad y tenerla maniatada? ¿Hasta dónde el desaparecido no fue funcional al plan económico de Martínez de Hoz?
- No...no lo he analizado ese tema desde esa perspectiva...
- Vamos al caso armas. Está dolorido con el entonces ministro de Defensa, Oscar Camilión, ¿no?
- Tuvo actitudes poco cla-ras...Me ordenó que nombrara un general en actividad a cargo de Fabricaciones Militares -que no dependía del Ejército sino de Defensa, esto debe quedar bien claro-, a pesar de que yo le planteé la necesidad de que fuera un retirado. Ahora, como digo en el libro, no tengo ninguna duda de que lo hizo para "meter" al Ejército, aunque fuera tangencialmente, en este escándalo de las armas, que Camilión ya vislumbraba que iba a estallar...
- ¿Para qué querría meterlo?
- No sé, no sé...ya se sabrá.
- Cuesta creer que Inteligencia del Ejército no le advirtiera a usted que el Ejército podía ser implicado en el caso de las armas.
- El servicio de Inteligencia de la fuerza no está para averiguar algo referente a la propia institución. Hubiera violado la ley de Seguridad Interior, que prohíbe a las fuerzas hacer inteligencia sobre los propios argentinos...
- Que no quiere decir que no lo hagan.
- Mientras comandé el Ejército, eso no sucedió jamás.
- ¿Usted se siente injustamente detenido?
- Se me hace responsable de algo que no hice. Lo que sí le puedo asegurar es que el fiscal de la causa -Carlos Stornelli- ha mentido al acreditarme actos que jamás cometí.
- En el libro usted dice que el fiscal lo persigue. ¿Por qué lo haría?
- Bueno, la historia irá aclarando todo este tema. Lo que sí le puedo decir es que el fiscal parece estar vinculado con gente que no me tiene mucho afecto, entre otros mandos militares del Proceso...el Día del Ejército se lo vio caminando con el general Díaz Bessone en el Colegio Militar. Y el día en que el juez Urso dictó mi prisión, y esto consta en el libro, adictos a la dictadura se juntaron en el Círculo Militar -que lidera Díaz Bessone- y brindaron por el triunfo obtenido con mi detención...Me han dicho que entre quienes brindaban estaba el padre del fiscal Stornelli, un oficial del Ejército que yo cesanteé de la fuerza...Pero yo espero confiado el juicio oral, para demostrar claramente mi inocencia...
- ¿Usted está convencido de que saldrá airoso de la acusación de contrabando agravado?
- No tenga dudas. Yo no soy un delincuente. A Balza se lo podrá discutir por muchas cosas, pero no soy un delincuente...
- ¿Quiénes no son inocentes en el caso armas?
- Yo hablo de mi posición ante el caso armas...Y como lo digo en libro, tengo la profunda convicción de que los ministros que gestaron, instrumentaron y firmaron decretos con falsos destinos y facilitaron la salida de material bélico desde la Argentina saben y conocen cosas que yo desconozco...
- ¿Quiénes son los ministros en cuestión?
- Cavallo, Camilión, Di Tella y González. Y algo debe tener en claro la sociedad argentina: el Ejército no maneja Fabricaciones Militares, epicentro del caso armas. Es una empresa que depende del Ministerio de Defensa y que a lo sumo Fabricaciones Militares tiene algunos oficiales del Ejército que prestan servicios en esa empresa, pero que dependen no del Estado Mayor del Ejército sino de la cartera de Defensa, algo que Camilión parece olvidar cuando se le pregunta sobre los procesamientos de los que son blanco algunos de esos oficiales por el caso armas. ¡Estaban bajo su mando, no bajo el mío! Pero estoy tranquilo, la hora de la verdad se aproxima y desde el ejercicio del derecho seré reivindicado. No dudo...estoy tranquilo. Paso sólo un mal momento, no más...

Carlos Torrengo

   
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