Miércoles 28 de noviembre de 2001

 

Avances en la transición política afgana

 

Los distintos grupos reunidos en Bonn armaron la agenda de temas a discutir. La ONU prevé un acuerdo en breve para un gobierno de transición y elecciones.

  Bonn (Télam-SNI).- La conferencia afgana reunida ayer en Alemania avanzó sobre la conformación del futuro político y administrativo de Afganistán con el apoyo de todas las delegaciones a las propuestas de Naciones Unidas.
Bajo la presión internacional, los delegados de las cuatro principales facciones afganas acordaron un cronograma para la formación de un gobierno de transición según la propuesta de la Organización de Naciones Unidas.
"Todo está sucediendo muy rápido y, al menos por el momento, no parece haber obstáculos en el camino", sostuvo Ahmed Fawzi, vocero del delegado especial de la ONU para Afganistán, Lakhdar Brahimi.
El funcionario estimó que la conferencia, podría concluir con "resultados concretos" dentro de tres a cinco días.
Los 38 dirigentes reunidos a puerta cerrada en la residencia oficial de huéspedes de Petersberg, en las inmediaciones de Bonn, convinieron que una administración y un consejo provisionales rijan los destinos del país enlos próximos tres a seis meses.
Posteriormente, en lo posible en la próxima primavera boreal, una "loya jirga" -gran asamblea tribal- dispondrá la formación de un gobierno interino que asuma el poder durante dos años, mediante elecciones libres.
Este, a su vez, dejaría el camino expedito para una Constitución en la que estén contemplados los derechos humanos, así como la igualdad de derechos, también de las mujeres, y reconozca además la necesidad de combatir el terrorismo, señaló.
No obstante, el ex presidente afgano Burhanudin Rabbani -aún reconocido por la ONU- restó importancia a las decisiones de la conferencia y dijo que "las decisiones relevantes" deberían provenir de reuniones en Afganistán.
La administración interina -que podría quedar casi definida en Bonn- asumirá el papel de Ejecutivo y sus actividades serán controladas por un Consejo Supremo. Esta administración asumiría el control político del país por seis meses, período en el cual trabajará en la convocatoria a la Loya Jirga, la tradicional gran asamblea afgana que reúne a partidos políticos, etnias y clanes, que se celebrará en la próxima primavera boreal.
Las facciones representadas en Bonn son la Alianza del Norte, cuya delegación encabeza el ministro de Interior de la Alianza, Janus Qanuni; el Grupo Roma, que responde al ex rey afgano Mohamen Zaher Shah; la Asamblea de Peshawar, conformada por distintos clanes pashtún, y el Grupo de Chipre, en representación de la diáspora afgana.
Los rápidos avances obtenidos en Bonn y el acuerdo de los distintos grupos con el plan de las Naciones Unidas encontraron sin embargo resistencias en el ex presidente Burhanudin Rabbani, quien desde Dubai restó importancia a las decisiones de la conferencia. "No espero que la conferencia logre resultados importantes, las decisiones relevantes sobre el devenir político de Afganistán sólo pueden adoptarse con reuniones en el interior de nuestro país", subrayó.
Rabbani, aún reconocido por la ONU como presidente legítimo afgano, insistió además en que la primera necesidad es "reconstruir Afganistán y conceder oportunidades a los millares de jóvenes que sólo han conocido la guerra". Por su parte, Qanuni recordó al resto de los presentes la supremacía de la Alianza del Norte al sostener que el encuentro se celebra "porque nosotros hemos ganado la guerra", aunque aseguró que su grupo no pretende monopolizar el poder.
"Después de 23 años de guerra, destrucción y dolor, hoy he recuperado la esperanza", declaró a su turno Fátima Gailani, miembro de la delegación de la Conferencia de Peshawar e hija del clérigo pashtún moderado.

Economía: Petróleo y ayuda humanitaria

La economía afgana colapsó y la reconstrucción del país requerirá 20 mil millones de dólares, que se obtendrían de inversiones extranjeras y donaciones, pero una buena ayuda puede provenir de las compañías petrolíferas interesadas en los gasoductos y oleoductos que atraviesan el país para llegar al golfo Pérsico.
Lo afirma un informe preparado por una agencia internacional de inversiones citada ayer por la prensa paquistaní, mientras en Islamabad se abría una conferencia sobre el tema organizada por agencias de la ONU, la Cruz Roja y el Banco Mundial.
En la reunión Knut Ostby, del UNDP (Programa de Desarrollo de la ONU) destacó que "es necesario actuar inmediatamente", incluso antes de que la situación se estabilice en todo el país.
Unos 200 delegados (afganos y extranjeros) participan en los trabajos de la conferencia que concluirá el jueves, y que afrontará temas como la reconstrucción agrícola, el trabajo, la seguridad alimentaria e higiénica.
Según un estudio del Banco Mundial, Afganistán necesitará ayudas humanitarias que oscilarán entre uno y dos mil millones de dólares anuales durante los próximos diez años.
Será muy difícil, señala el estudio, convencer a los inversores extranjeros a arriesgarse en un país que por ahora no da garantía alguna de estabilidad. El informe de la agencia de inversiones empero señala que aún subsiste el interés de las compañías petrolíferas para la construcción de gasoductos y oleoductos.
Algunas compañías occidentales, entre ellas la argentina Bridas y la norteamericana Unocal, ya habían establecido contactos con el régimen talibán en los años noventa, compitiendo para la construcción de un gasoducto y oleoducto desde Turkmenistán hasta Quetta, en Pakistán, a través de Afganistán, un país riquísimo en gas natural. (ANSA).

Moscú opera en las sombras para no perder su influencia en el país

Rusia calificó ayer la conferencia de Bonn sobre Afganistán como un paso decisivo para alcanzar la paz en ese país, donde Moscú quiere asegurarse un corredor de poder con las etnias del norte y así garantizar una influencia futura.
La apertura de la conferencia, con cuatro amplias delegaciones afganas, coincidió con los trabajos de "acondicionamiento" de la embajada rusa en Kabul, adonde ayer, lunes, llegaron 12 aviones con material y personal de todo tipo. Efectivos del Ministerio de Emergencias de Rusia, que no integran las fuerzas armadas, montaron la base en la noche del lunes, generando al día siguiente rumores y hasta consternación entre decenas de espectadores.
"¿Son soldados?", preguntó un hombre. "¿Son gente mala? ¿Qué hacen aquí?" Los rusos armados tienen un pasado nada envidiable en Afganistán.
Entre el grupo desplazado a Afganistán, que en breve contará con 200 personas, hay médicos, diplomáticos, militares y miembros de los cuerpos de seguridad y espionaje rusos.
Parte de estos enviados montaron ayer un campamento en pleno Kabul, impenetrable y desplegado sin pedir explicación alguna a la representación de la ONU en la capital afgana. El presidente ruso, Vladimir Putin, dijo que este despliegue, inusitado desde la retirada soviética de 1989, es a petición del Estado Islámico de Afganistán, nombre del gobierno liderado por la Alianza del Norte, dueña y señora ahora de buena parte del país.
Aunque Rusia respalda ese gobierno de amplia base que señala la ONU, el Kremlin no ha ocultado sus simpatías por la Alianza, que agrupa a las minorías tayika, uzbeka y hazara del norte. (EFE/Reuters)

     
     
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